lunes, 30 de enero de 2017

TEST VERDADERO O FALSO SOBRE DESCARTES



EJERCICIOS -TEST VERDADERO-FALSOINDICA LA VERDAD O FALSEDAD DE LAS SIGUIENTES AFIRMACIONES
 
EN EL CASO DE QUE UNA AFIRMACIÓN SEA FALSA INDICA BREVEMENTE CUÁL ES LA RAZÓN DE SU FALSEDAD.

1. La filosofía moderna comienza con el empirismo.
2. Los principales problemas estudiados por la filosofía moderna se refieren al tema del conocimiento.
3. El racionalismo es una teoría filosófica sólo presente en la Edad Moderna.
4. Los racionalistas del siglo XVII creyeron en la existencia de ideas innatas.
5. El racionalismo mantiene la independencia de la razón frente a otras instancias de conocimiento.
6. Para los racionalistas el modelo de ciencia fue la ciencia natural.
7. Descartes vivió en el siglo XVIII.
9. Desconfió de la filosofía escolástica que le habían enseñado en el colegio de la Flèche.
10. Imitar a las matemáticas quiere decir, para los racionalistas, utilizar fórmulas matemáticas para explicar todo lo real.
14. Consideró que la inducción y la deducción son los dos modos principales de conocimiento.
15. La intuición es la evidencia que dan los sentidos.
17. La deducción es la concepción simple y evidente de la mente.
18. La duda metódica es consecuencia de la aplicación de la regla de la evidencia.
20. El conocimiento claro es sólo el conocimiento que se tiene cuando percibimos una cosa claramente, cuando la cosa está presente ante nuestros sentidos.
22. La duda metódica no exige dudar de todo lo que sea dudable sino sólo de aquello que veamos como evidentemente falso.
23. El ejercicio de la duda metódica lleva a dudar de los fundamentos de nuestras creencias más que de las creencias tomadas de una en una.
24. La duda metódica tiene una vigencia limitada en el tiempo.
25. Algunas de las razones dadas por Descartes para dudar de los sentidos ya estaban en Platón.
27. La duda metódica también pone en cuestión la existencia de otras mentes.
28. Descartes nunca dudó de la verdad de la matemática.
31. "Estoy triste, luego existo" tiene menos evidencia que "pienso, luego existo".
32. A la verdad "pienso, luego existo" se llega por deducción.
36. No pone nunca en duda la existencia de su propio cuerpo.
37. Las ideas platónicas son las mismas entidades que las ideas para Descartes.
39. Las ideas adventicias son aquellas ideas que parecen provenir de la experiencia.
40. Descartes no necesita referirse a Dios para mantener la verdad de las matemáticas pues las verdades de esta ciencia se muestran con claridad y distinción.
41. Consideró que la idea de Infinito no puede obtenerse de la experiencia.
42. En las pruebas para la demostración de la existencia de Dios, aceptó el principio tomista según el cual la realidad que se encuentra en el efecto no puede ser superior a la realidad de la causa.
43. Atendiendo al contenido o realidad objetiva de una idea, todas las ideas son igual de perfectas.
44. El rasgo en el que se fija Descartes para darse cuenta del carácter finito e imper¬fecto de su ser es la enfermedad y la muerte común a todos los seres vivos, y por lo tanto también a él.
45. El argumento típicamente racionalista para demostrar la existencia de Dios es el que tiene su punto de partida en la contingencia.
46. Según Descartes, la conservación de mi vida como ser pensante exige la inter¬vención de Dios.
47. La existencia de Dios se puede probar sin recurrir a la experiencia.
49. Sólo la existencia y bondad de Dios puede permitirnos eliminar el solipsismo como tesis filosófica razonable.
50. Descartes no defiende una concepción dualista del hombre.
54. El mecanicismo no permite explicar la libertad.

Noción Duda y criterio de certeza



Noción: Duda y criterio de certeza


El concepto de duda metódica.- La regla de la evidencia exige comenzar por el ejercicio de la duda misma. Conviene hacer las siguientes precisiones en relación a la noción cartesiana de la duda: a) Es epistemológica, metódica y no escéptica. Descartes entra en la duda para no caer en el error, pero siempre con la intención de salir de ahí mediante una certeza. La duda cartesiana, pues, no es tanto un punto de llegada, resultado del cansancio intelectual, como en el escepticismo, como un punto de partida para encontrar después una certeza, una verdad indudable desde la que anularla. b) No es afirmación ni negación, sino suspensión del juicio ante la posibilidad de error; es crítica. Es una precaución que se toma. La antigüedad tenía, por así decirlo, miedo a la ignorancia, el hombre moderno se pregunta si los conocimientos que se han ido acumulando desde la antigüedad, no serán, en el fondo, sino errores. Por eso, no tiene miedo a la ignorancia y sí a algo peor: al error, al engaño. Y justamente para no errar es por lo que entra en la duda. c) En Descartes la duda es el resultado de la aplicación de la primera de las reglas del método, la de la evidencia. d) El fundamento de la duda es la libertad humana. Así, si podemos dudar de algo es porque, en último término, somos libres frente a ese algo. Toda duda, constituye un acto de libertad. e) La duda expresa la finitud, la limitación e imperfección del conocer y del ser humanos. En efecto, un ser perfecto no duda.

Las fases de la duda.

1. La hipótesis de la falacidad de los sentidos. Los sentidos a menudo nos conducen a error y como es prudente no confiar en aquellos que alguna vez nos han engañado: ¿por qué habríamos de creer en la información que ellos nos suministran? Efectivamente, si alguien falta a su palabra más de una vez, sería necio confiar en él: la única actitud prudente sería desconfiar de su palabra. En consecuencia, el conocimiento sensorial puede ser puesto en duda o, al menos, es posible afirmar que no es seguro que no nos engañen; por lo tanto, según el plan de la "duda metódica" de dar por falso todo lo dudoso, la información aportada por los sentidos debe ser rechazada. Este nivel de la duda metódica se presenta como una crítica al realismo epistemológico medieval que se sustentaba sobre la base de la máxima tomista: nada hay en el entendimiento que no haya pasado antes por los sentidos.
2. La hipótesis onírica o la imposibilidad de distinguir el sueño de la vigilia. Segundo nivel de duda: mientras duermo y sueño las cosas se me presentan como reales; si permanezco en vigilia las casas también se me presentan como absolutamente reales. Entonces, ¿cómo saber, con absoluta certeza, si lo que ahora veo, oigo, etc, es real o producto del sueño? Aquello sobre lo cual recae la duda es sobre la existencia del mundo exterior. La hipótesis onírica representa la crítica cartesiana a la ontología realista medieval que afirmaba la existencia de un mundo exterior al sujeto cognoscente.
3. la hipótesis del genio maligno. Según esta hipótesis, Descartes se pregunta si no habrá un genio tan astuto como poderoso, que ha puesto todo su empeño en engañarnos; que estamos en el error, incluso cuando contamos y decimos que son cuatro los lados de un cuadrado y tres los de un triángulo. El famoso genio maligno de Descartes es una posibilidad, no una realidad; una hipótesis no una tesis; un artificio, un experimento mental para contrarrestar la inercia del sentido común y probar la fuerza de cada verdad. Significa que tal vez nuestro entendimiento está constituido de tal manera que se haya condenado a errar siempre, como si se tratara de una máquina defectuosa produce objetos todos ellos defectuosos.
 
Descartes está sumido en la más profunda duda, pero he aquí que advierte que hay una evidencia más cierta y segura que la evidencia de las mismas verdades matemáticas, una certeza acerca de la cual nadie podría hacerle dudar. Esta certeza indudable es la evidencia de su propia existencia. En efecto, puedo dudar de todo lo que quiera, pero no puedo dudar de que existo mientras dudo. Así, si dudo, si me engaño, si sueño, por lo menos existo, aunque sea como algo que duda, se engaña o sueña. Para pensar, para dudar, se necesita ser, existir. Por tanto, mi conciencia implica existencia. En consecuencia, existo como una "cosa que piensa". Descartes expresa esa verdad con la famosa fórmula "pienso, luego existo", que no debe ser malinterpretada, pues en ella no encontramos conclusión alguna de ningún razonamiento, sino la intuición de una evidencia. Esta fórmula tiene la virtud y el privilegio de conectar, inmediatamente, el acto de pensar o de dudar, con la certeza de la existencia como contenido necesario de ese acto. Hace surgir, a partir del movimiento mismo del pensamiento y de la duda, y en un instante, el ser y la certidumbre: de ahí la fuerza irresistible de su evidencia.

El criterio de certeza.- Representa la dimensión epistemológica del cogito. De su formulación deduce Descartes el criterio de certeza que está íntimamente ligado a las nociones de intuición y evidencia. ¿Cuándo sabemos que hemos intuido una idea? Cuando es clara y distinta. Conocer con claridad una idea es conocerla separada de todas las demás. Conocer con distinción una idea es conocer diferencialmente cada uno de sus componentes, propiedades y atributos. En este sentido, el cogito es el modelo de toda verdad por la claridad y distinción con que es captado, es la evidencia misma, es, en definitiva, en su vertiente gnoseológica, el criterio de certeza mismo. Descartes analiza su primera certeza para descubrir las notas distintivas que le servirán de criterio para identificar otras afirmaciones verdaderas. La afirmación “Pienso, existo” se presenta a la conciencia con "claridad" y "distinción". Por lo tanto, serán aceptadas como verdaderas aquellas ideas que sean claras (ciertamente presentes a la conciencia) y distintas (no confundidas con otras ideas).

Noción Pensamiento e ideas



Noción: pensamiento e ideas


 La expresión "pensamiento" en Descartes tiene una significación muy amplia: nombra cualquier actividad de la mente o de la conciencia, tanto intelectual como volitiva o afectiva. En este sentido, Descartes, puede dividir los pensamientos en ideas, por una parte, y sentimientos, actos de la voluntad y juicios por otra. Las ideas son los hechos de conciencia más simples: son como imágenes que representan cosas; los actos de voluntad y los juicios resultan más complejos, pues, en ellos algún tipo de acción acompaña siempre la mera representación de las cosas.

El problema del solipsismo exige a Descartes emprender la tarea de analizar su pensamiento. Sobre el cogito, sobre esa certeza, que tenía que funcionar como primera piedra del edificio de la filosofía, no se puede edificar nada. La evidencia de la propia existencia resulta un callejón sin salida, que no conduce a ninguna parte. De este axioma evidente no cabe deducir teorema alguno. En su círculo de certeza, el pensamiento, el sujeto pensante, se garantiza a sí mismo como algo real, pero desde ahí no puede fundamentar o deducir nada. Tal es la soledad o cierre absoluto de la conciencia: a ella le resulta imposible aventurar juicio alguno en relación con otra cosa que no sea su propia existencia. Así, el hipotético genio maligno sólo ha sido neutralizado en parte; pues, aunque no puede engañarnos respecto a nuestra propia existencia, sí puede hacerlo con relación a cualquier otra cosa que caiga fuera del circuito de certeza del yo o de la conciencia. 


Cuatro son los temas que se convierten en problema al no quedar garantizados por la evidencia de la propia existencia. Estos cuatro problemas son: el problema de la existencia del propio cuerpo, el problema de la existencia de los otros, el problema de la existencia del mundo y el problema de la validez de las verdades matemáticas.


Sólo le queda a Descartes una vía si quiere seguir avanzando en su proyecto inicial: el análisis de su propia existencia en cuanto ser pensante, es decir el análisis de lo que es, pensamiento, y del fruto de la actividad de eso que es, las ideas. El problema es enorme, ya que a Descartes no le queda más remedio que deducir la existencia de cualquier otra realidad a partir de la existencia del pensamiento. Así lo exige el ideal deductivo: puesto que la primera verdad, el primer axioma, el fundamento del criterio de certeza: claridad y distinción, es el "yo pienso", de él han de extraerse todos nuestros conocimientos, incluido, por supuesto, el conocimiento de que hay realidades extra mentales. Antes de seguir adelante con la deducción es necesario detenernos con Descartes para hacer inventario de los elementos con que contamos para llevarla a cabo. Así, vemos que contamos con dos elementos: el pensamiento y las ideas que piensa el yo.


Las ideas pueden ser estudiadas desde distintos puntos de vista:


l.- según su evidencia. En este caso las ideas se presentan o bien claras u oscuras ya distintas o confusas. En este sentido las ideas no son verdadera ni falsas, propiedad que sólo caracteriza a los juicios. La claridad y la distinción de las ideas constituyen en Descartes, el criterio general de verdad, es decir, la norma para identificar o reconocer la verdad como tal. Se formula así: todo lo que veo con claridad y distinción es verdadero. Semejante regla tiene su origen en el cogito del siguiente modo: si esa verdad particular es clara y distinta entonces cabe sostener, con carácter general, que todo lo que sea claro y distinto resultará verdadero. Este criterio garantiza que a toda verdad subjetiva corresponde siempre una verdad objetiva. La función de la regla consiste en asegurar la conformidad de las ideas con las cosas, en adecuar la el pensamiento a la realidad. Ahora bien, aunque es racional ya que justifica la correspondencia entre el pensamiento y la realidad, no es absoluto, siempre podremos dudar, es decir, cabe la posibilidad de que sea objetivamente falsa una idea concebida clara y distintamente por el empeño de un genio maligno. En general, Descartes identifica las ideas claras con los conceptos matemáticos y con nociones básicas de la filosofía, como la noción de sustancia: una realidad que existe por sí misma independiente de cualquier otra.


2. Según su origen. Desde el punto de vista de su origen o procedencia, Descartes divide las ideas en innatas, adventicias y facticias. Las ideas innatas parecen provenir de la propia naturaleza del sujeto; las adventicias son ideas de cosas que parecen existir fuera del sujeto; y las facticias de ficciones o invenciones del sujeto. Descartes como buen racionalista sólo valora las ideas innatas, coinciden con las claras y distintas y son la base del conocimiento. Así, critica el valor de las ideas adventicias, poniendo en duda que procedan realmente de cosas exteriores al sujeto, o, al menos, que mantengan una relación de semejanza esas cosas. En efecto las ideas adventicias se apoyan en dos razones:

a) Parece "natural" que haya cosas fuera del sujeto. b) Estas ideas no dependen de la voluntad del sujeto; luego, son producidas en él por cosas extrañas a él.


3. Según el grado de realidad objetiva que representan.

Pero, cabe, por último, otra clasificación de las ideas. Las ideas (aunque todas resulten iguales en cuanto actos de pensamiento) desde el punto de vista del contenido, de la mayor o menor realidad objetiva que representan, pueden dividirse o jerarquizarse según su grado de perfección. Así, la idea de sustancia tiene más realidad objetiva que la idea de accidente; y la idea de una sustancia infinita tiene más realidad objetiva que la de una finita. (Para entender este planteamiento de Descartes, pongamos el siguiente ejemplo: aunque todos los números son, por igual, productos de la mente, es posible ordenarlos en una serie según la mayor o menor cantidad que objetivamente representan).

Estas distinciones serán empleadas por Descartes, junto al principio de causalidad, como elementos básicos para demostrar la existencia de Dios y resolver el problema del solipsismo.