sábado, 21 de abril de 2012

WITTGENSTEIN Contextualización

 

Ver http://filosofiagasparsanz.blogspot.com.es/2011/04/contexto-de-wittgenstein.html
http://tlaloc.blogia.com/2008/042901-ontologia-y-analisis-en-el-atomismo-logico-de-russell.php
http://filosofiaycorrientesdelpensamiento.blogspot.com.es/2010/01/ludwig-wittgenstein.html



CONTEXTUALIZACION 4.1 WITTGENSTEIN

El Tractatus Logico-Philosophicus es la primera obra de Wittgenstein y la única que publicó en vida. Fue compuesta en cuadernos durante la I Guerra Mundial. Wittgenstein anotaba en cuadernos que guardaba en la mochila, el resultado de sus investigaciones. Organizó y numeró sus pensamientos varias veces hasta que, logró darles su versión definitiva en 1918. La obra fue publicada en 1921 en alemán y en edición bilingüe (inglés-alemán) un año más tarde. Es considerado como uno de los libros de filosofía más importantes del siglo XX, este texto ejerció una gran influencia en el positivismo lógico y en general sobre el desarrollo de la filosofía analítica. Junto a Bertrand Russell, hizo de Wittgenstein uno de los exponentes del atomismo lógico.

La intención de Tractatus queda expresada claramente en su “Prólogo”: trazar un límite al pensar. Pero, tal tarea es ciertamente imposible porque para ello tendríamos que poder pensar los dos lados de este límite (lo expresable y lo inexpresable) y sólo podemos pensar lo que podemos expresar mediante el lenguaje. Por lo tanto, el límite sólo podrá ser trazado en el lenguaje considerando que lo que hay más allá de él es un sinsentido (Unsinn). Wittgenstein creía haber llegado a una solución definitiva y haber solucionado en lo esencial los problemas de la filosofía.

El Tractatus pretende explicar el funcionamiento de la lógica (desarrollada previamente por Gottlob Frege y por Russell, entre otros), tratando de mostrar al mismo tiempo que la lógica es la estructura sobre la cual se levanta nuestro lenguaje descriptivo (nuestra ciencia) y nuestro mundo. La tesis fundamental del Tractatus es esta estrecha vinculación entre lenguaje y mundo, hasta tal punto que: «los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo» (Tractatus: § 5.6). En efecto, aquello que comparten el mundo, el lenguaje y el pensamiento es la forma lógica.

A pesar de su título (Tratado lógico-filosófico), el Tractatus no es un texto para la enseñanza. Wittgenstein enumera una gran cantidad de sus aforismos sin presentar ni argumentos ni ejemplos.

La estructura del libro es:
Las secciones 1. y 2. tratan sobre cuestiones ontológicas; presentan la metafísica del Tractatus. La 1. trata sobre el mundo y la 2. trata sobre la naturaleza de los hechos.
Las secciones 3. a 6. tratan sobre la imagen del mundo. La 3. desarrolla la noción de imagen. La 4. expone la filosofía del lenguaje y la concepción de la filosofía de Wittgenstein. La 5. y la 6. presentan una "teoría" de la lógica y de su naturaleza.
La última proposición 7. hace referencia al aspecto inefable del contenido del Tractatus.


Las Investigaciones filosóficas es el principal texto en que se recoge el pensamiento del llamado segundo Wittgenstein. Si en el Tractatus adoptaba un punto de vista lógico para el escrutinio del lenguaje, para el segundo Wittgenstein el punto de vista adecuado es pragmatista: no se trata de buscar las estructuras lógicas del lenguaje, sino de estudiar cómo se comportan los usuarios de un lenguaje, cómo aprendemos a hablar y para qué nos sirve.

Para el primer Wittgenstein, el significado estaba determinado por la referencia, si una palabra no nombra ninguna cosa o en una proposición no figura ningún hecho, carece de significado, pues es imposible asignarle un valor de verdad. Pero el segundo Wittgenstein reconoce que en el lenguaje ordinario la función descriptiva es una más de las funciones del lenguaje y que el concepto de significado es mucho más amplio que el de referencia. Para el segundo Wittgenstein, el sentido de una proposición o el significado de una palabra es su función, o sea, que está determinado por el uso que se haga de la misma.




Aspectos biográficos

Wittgenstein nace en Viena en 1889. La familia Wittgenstein pertenecía a la
alta burguesía industrial vienesa y era de origen judío, aunque se había convertido al catolicismo, dominante en Austria. La formación de Ludwig Wittgenstein es sobre todo científico – técnica. Pero en 1908 – 1909 tiene noticia de las investigaciones de Whitehead y Russell (influidos por Frege) sobre la fundamentación lógica de las matemáticas (que culminarían en la obra común Principia Mathematica), y se inclina hacia la filosofía. En 1911 conoce a Frege en Jena, y en 1912 se va a Cambridge a estudiar con Russell.
Cuando estalla la
Gran Guerra, se alista como voluntario en el ejército austriaco, buscando la experiencia de la proximidad de la muerte, que creía que perfeccionaba al ser humano. Durante los años en guerra llevaba en su mochila, un cuaderno en el que iba escribiendo las anotaciones que luego darían lugar a su única obra filosófica publicada en vida (1922), el Tractatus logico – philosophicus. Poco después de concluida la guerra, considera que con el Tractatus ha dicho todo cuanto podía decir en filosofía, y, tras renunciar a la herencia familiar (pues no quería disfrutar de privilegios heredados), se convierte durante varios años en maestro rural de niños. Se da cuenta de que tiene que replantear sus tesis del Tractatus y vuelve a Cambridge, obtiene el doctorado y se vuelca en la investigación y en la docencia de la filosofía.
En 1937, tras la anexión alemana de Austria y la persecución de su familia por los nazis, renunció a la nacionalidad austriaca y adquirió la británica. Interrumpió su trabajo en la universidad durante la II Guerra Mundial para ayudar como voluntario en un hospital de Londres. Tras la guerra vuelve a Cambridge, pero en 1947, hastiado de la rutina académica, se marcha a vivir solo en una cabaña en Irlanda. En 1949 se le diagnostica un cáncer de próstata y muere en 1951.






CONTEXTO HISTORICO

En 1867, con la derrota frente a la Prusia de Bismarck, el Imperio Austrohúngaro abandona sus pretensiones de liderar la unidad alemana. Era una monarquía dual cuya cabeza era Francisco José (que reinaría hasta 1916), emperador de Austria y rey de Hungría.

La Viena en la que se crió Wittgenstein era una capital cultural en la que nuevas corrientes intelectuales y artísticas luchaban contra la vieja mentalidad conservadora del Imperio.
a) Karl Kraus, crítico de la corrupción política imperante.
b) Sigmund Freud, creador del Psicoanálisis, mediante el que sacó a la luz la represión de la alta sociedad vienesa.
c) Adolf Loos, arquitecto, que introdujo la austeridad y la funcionalidad, frente a la pretenciosa ornamentación y ostentación de la arquitectura imperial.
d) Gustav Klimt, pintor, rompió con la Academia de Viena y abrió paso a un nuevo estilo, escandaloso a principios del siglo XX; luego vendrían los “ismos” vanguardistas: impresionismo, cubismo, etc.
e) Brahms, Mahler, Schönberg, abrieron así mismo nuevas rutas para la música.

Además de dramáticos acontecimientos históricos, Wittgenstein presenció en la Europa liberal profundas desigualdades sociales, agravadas por los conflictos bélicos y por la Gran Depresión económica de 1929.









CONTEXTO FILOSÓFICO

Una de las características más importantes de la filosofía del siglo XX es el llamado giro lingüístico cuyo origen está en la llamada filosofía analítica. Básicamente consiste en la tendencia a tratar los problemas filosóficos a partir de la forma en que éstos están encarnados en el lenguaje natural.

El problema de “¿qué es el conocimiento?” se reformula en virtud del giro lingüístico como “¿Qué quiero decir cuando afirmo que conozco que…?”. El tradicional problema en teoría del conocimiento sobre la distinción entre lo analítico (adquirido independientemente de la experiencia, que expresa verdades universales) y lo sintético (adquirido mediante la experiencia) ha sido usado para separar las ciencias formales (matemáticas, lógica) de las empíricas (biología, física,…). Pues bien, la FL contribuye a aclarar la naturaleza de las oraciones analíticas y sintéticas.

Sin embargo, no usamos el lenguaje tan sólo para hablar de lo que existe en el mundo, sino también para expresar actitudes, deseos y sentimientos. Los dos discursos más importantes a este respecto son el ético y el estético.

El análisis del lenguaje se puede establecer en dos frentes: uno puramente semántico, tratando de poner en claro las relaciones entre el lenguaje y la realidad; y otro pragmático, considerando las relaciones entre el lenguaje y la acción humana.

El origen del primer frente (semántico) está en los finales del XIX, en la reacción contra el idealismo, cuando el positivismo y el atomismo lógicos diagnosticaron que el origen de los problemas filosóficos radicaba en la imperfección del instrumento natural de expresión de los pensamientos. (Frege, Russell, Carnap, Wittgenstein). El trabajo filosófico se concebía como una reforma de los defectos de los lenguajes naturales. Los problemas se han de resolver mediante una decisión que puede ser arbitraria, pero en todo caso bien nítida: los términos no denotativos (que no se refieren a nada) son excluidos o se les asigna una referencia convencional.

La segunda actitud (pragmática) tiene su origen en la llamada filosofía analítica, o filosofía del lenguaje común. Su principio rector está marcado por el segundo Wittgenstein: el lenguaje está bien como está. También ahora se concibe la filosofía como una actividad terapéutica, pero no quirúrgica. Una vez que se ha realizado el análisis crítico del uso que tienen sus términos en el lenguaje natural, los problemas filosóficos no se resuelven, sino que se disuelven.


El primer Wittgenstein es hijo intelectual del atomismo lógico de Russell. En Inglaterra la  autoridad filosófica era Francis Herbert Bradley, un idealista hegeliano. Contra ese idealismo reaccionan George E. Moore, maestro de Russell, y el propio Russell. Moore, simpatizante del empirismo de Hume, practicó el análisis del lenguaje para demostrar que las proposiciones del idealismo con frecuencia no tenían sentido, porque era imposible elucidar con precisión el significado o la referencia de sus términos y por tanto no podían contrastarse empíricamente.

Bertrand Russell tuvo que romper con los esquemas de su juventud, influidos por el idealista inglés Bradley. El idealismo absoluto es un sistema que concibe el conjunto de la realidad como producto del espíritu y no como algo percibido por los sentidos. Según Bradley, la totalidad de lo real constituye la única realidad (monismo).
La primera tarea de Russell erá desembarazarse de estas teorías y sustituir el idealismo por el realismo, y el monismo por pluralismo.

Para Russell, el idealismo de Bradley tiene su origen en la "teoría de las relaciones internas", según esta teoría cada ser es lo que es en virtud del lugar que le corresponde en la totalidad. Russell sustituyó esta teoría por la "teoría de las relaciones externas", según la cual las relaciones son indepencientes de las propiedades de los elementos relacionados. como ejemplo: que A sea mayor que B no es una propiedad intrínseca a A ni B. Russell con ejemplos como éste concluye que las relaciones son externas y no constituyen el ser de las cosas relacionadas ni una propiedad de las mismas.

El abandono de la teoría de las relaciones internas permitió a Russell abandonar el idealismo y el monismo. Luego rechaza que lo real está constituido por su relación esencial con el pensamiento, y admitimos que los objetos del universo tienen una esencia independiente de nuestro conocimiento de los mismos. Esta concepción de las cosas se denomina realismo.
Este doble punto de partida abrió el camino al análisis como método de la filosofía: puesto que el universo consta de múltiples elementos, el camino más adecuado para su conocimiento será descomponer los hechos complejos hasta llegar a los más simples (atomismo lógico).
Según el atomismo lógico, el mundo entero forma un conjunto de hechos atómicos no relacionados entre sí y nuestro conocimiento depende de los datos de nuestra experiencia directa con ellos.

Por otra parte, Russell quiso proseguir los esfuerzos de Frege para fundamentar toda la matemática en unos axiomas lógicos evidentes por sí mismos y elaborar un lenguaje rigurosamente formal con el que se pudieran expresar sin ambigüedad los argumentos deductivos, de manera que fuera posible analizar su validez objetivamente. Según el atomismo lógico de Russell, los hechos atómicos (separados, lógicamente independientes) de que se compone el mundo pueden ser expresados en proposiciones atómicas construidas en un lenguaje simbólico ideal, como el de la lógica formal, que depure las ambigüedades del lenguaje natural y permita una verificación clara.

En el periodo de entreguerras surgió en distintas capitales europeas una nueva escuela filosófica que pretendía unir filosofía y ciencia; esta escuela recibiría las denominaciones de positivismo lógico o neopositivismo. El grupo más importante de neopositivistas fue el Círculo de Viena, al que pertenecieron Moritz Schlick, Carnap, Neurath, Hahn.

Todos los positivistas lógicos comparten: las premisas empiristas de Hume, el positivismo de Comte (que solo admite el conocimiento científico experimental) y el análisis lógico de las proposiciones científicas, se apoyan en el atomismo lógico y toman como obra de referencia el Tractatus de Wittgenstein.

El Neopositivismo fue una reacción frente al horror de la Gran Guerra, que los autores neopositivistas atribuían a la irracionalidad y a las ideologías fanáticas; por eso pretendieron proponer criterios lógicos y científicos rigurosos para que los seres humanos pudieran comportarse siempre racionalmente.

El trabajo de la filosofía consistirá, para los neopositivistas, en analizar lógicamente las proposiciones científicas para asegurarse de que los conceptos teóricos en ellas incluidos pueden verificarse empíricamente a través de procedimientos objetivos. Las proposiciones metafísicas son para los positivistas lógicos proposiciones sin sentido; los juicios éticos y estéticos no son ni verdaderos ni falsos, sino que meramente expresan preferencias emotivas.

Todas estas tesis neopositivistas casan muy bien con el primer Wittgenstein, el que decía que la función del lenguaje era representar el mundo (real o posible) gracias al isomorfismo de su estructura lógica con la estructura lógica del mundo, compuesto de hechos (y no de cosas), y que la función del filósofo es el análisis lógico de las proposiciones de la ciencia, para depurar aquéllas sin sentido, es decir, las que no representan la realidad mediante un lenguaje ideal sintácticamente correcto y verificable (las proposiciones metafísicas), o pretenden inútilmente expresar lo inexpresable, lo “místico”, lo que no está en el mundo, aunque ciertamente puede ser vivido, y mostrado prácticamente (pero no dicho: intentar decirlo solo puede conducir a pseudoproblemas filosóficos, insolubles).

L. WITTGENSTEIN



http://filflobac2.blogspot.com.es/2012/03/wittgenstein-nociones-y-temas.html
WITTGENSTEIN: NOCIONES Y TEMAS 
TIPOS DE PROPOSICIONES

Proposiciones con sentido: todas las que describen hechos, tanto las que encontramos en la vida cotidiana como las que encontramos en las ciencias naturales.

Oraciones que carecen de sentido, que no dicen nada: 
 
Pseudoproposiciones lógicas: las tautologías y las contradicciones son carentes de sentido, pero no son sinsentidos; las leyes lógicas y matemáticas no describen ningún acontecimiento real del mundo.

Pseudoproposiciones filosóficas: no describen estados de cosas, no se refieren al mundo, por lo que carecen de sentido; pero tampoco describen las estructuras formales del lenguaje; las proposiciones filosóficas son sinsentidos. Wittgenstein considera que no existen los problemas filosóficos, que son pseudoproblemas consecuencia de confusiones lingüísticas; las proposiciones metafísicas no son ni verdaderas ni falsas, son sinsentidos.

EL MUNDO

Wittgenstein afirma que el mundo es la totalidad de los hechos y que sólo de ellos es posible hablar, el neopositivismo acepta esta idea y considera que nada hay además de éste ámbito empírico; sin embargo, la posición de Wittgenstein es más compleja.

En el mundo no hay otra cosa que hechos, y los problemas a los que éstos pueden dar lugar atañen sólo a cuestiones empíricas, por lo tanto a las ciencias.

LO MÍSTICO

Lo místico aparece ante la contemplación del mundo como un todo; “No es lo místico cómo sea el mundo, sino que sea el mundo.” (“Tractatus”, 6.44). “Sentir el mundo como un todo limitado es lo místico.” ("Tractatus", 6.45). La experiencia mística no es una experiencia cognoscitiva sino un sentimiento: el objeto del sentimiento místico no se ofrece en el mundo, no es un hecho y sólo de los hechos cabe el conocimiento; sin embargo, hay otras formas de relacionarse con lo existente, y, aunque Wittgenstein no explica en qué consiste, sugiere que está del lado de los sentimientos: “Sentir el mundo como un todo limitado es lo místico” (“Tractatus”, 6.45); esta experiencia es inefable, no se puede decir, pues está más allá de los límites del lenguaje: “¿No es ésta la razón de que los hombres que han llegado a ver claro el sentido de la vida, después de mucho dudar, no sepan decir en qué consiste este sentido?” (“Tractatus”, 6.521); de ahí la recomendación última del Tractatus (7) “De lo que no se puede hablar, mejor es callarse”. “Creer en un Dios quiere decir comprender el sentido de la vida. Creer en un Dios quiere decir ver que con los hechos del mundo no basta. Creer en Dios quiere decir ver que la vida tiene un sentido.” (“Diario filosófico”, 8.7.16).


LOS VALORES MORALES

Los valores morales no se pueden describir con enunciados empíricos: el valor no es un rasgo más de las cosas, no es una realidad empírica, de ahí que todas las proposiciones relativas al mundo, a los hechos valgan lo mismo. Sin embargo la posición de Wittgenstein es más compleja que la de Hume. Del mundo moral y estético no se puede hablar, sin embargo existe dicho mundo y se muestra en nuestra vida.

Nociones Decir y mostrar.

La Realidad: es el ámbito de lo que se puede hablar, el conjunto de hechos posibles a los que corresponden el conjunto de proposiciones con sentido; está formada por el conjunto de cosas existentes más el conjunto de cosas inexistentes pero posibles.

El Mundo: es una parte de la realidad; el conjunto de cosas existentes, la realidad actual; le corresponde el conjunto de proposiciones elementales verdaderas. Wittgenstein llama “mundo” al conjunto de hechos que acaecen.

Los hechos: son realidades complejas y a ellos se refieren las proposiciones complejas; constan de hechos atómicos;los estados de cosas o hechos atómicos: son los acontecimientos que ya no pueden dividirse en otros más simples, aunque en un cierto sentido se puede decir que poseen una estructura pues constan de objetos y de relaciones entre ellos; se expresan mediante las proposiciones atómicas. 
 
Junto a un hecho puede estar presente otro, pero no podemos decir que de un hecho se siga necesariamente otro, el vínculo entre dos hechos es contingente, es así pero puede ser de otro modo. Los hechos atómicos son lógicamente independientes: de la existencia de un hecho no se puede deducir lógicamente la existencia de otro.

Los objetos: son los componentes últimos de la realidad, el lenguaje los expresa mediante los nombres. Los objetos que existen y pueden existir y de los que se puede hablar son objetos empíricos, objetos que se ofrecen a la percepción y que estudia la ciencia empírica, la ciencia natural (ni Dios ni el yo del que habla la filosofía o alma son objetos). El objeto no existe más que en un hecho, y no es posible acceder a él de otra manera. " El mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas" (1.1.). No podemos conocer directamente a la "nieve" o a lo "blanco"; la "nieve" se percibe a través de hechos como el "ser blanca", o el "ser fría".

“Lo inexpresable, ciertamente, existe. Se muestra, es lo místico” (6.522). Hay varias realidades de las que no se puede hablar: 
 
La estructura lógica del mundo: de ella no se puede hablar pero se muestra en el lenguaje; la lógica está presente en todas las proposiciones, pero no es dicha por ninguna de ellas. En este sentido: «La lógica es trascendental» (Tractatus: § 6.13). 
 
Parte de los objetos tradicionales de la metafísica: el sujeto o yo metafísico, los valores morales y estéticos y lo místico, Dios. Si intentamos expresar estos objetos mediante el lenguaje obtenemos proposiciones sinsentido. Wittgenstein nos dice que el lenguaje y el pensamiento no es el medio adecuado para acceder a ellas, pero no explica cómo se nos hacen presentes.

Lenguaje y mundo.

La teoría figurativa o pictórica del significado nos dice que nuestro lenguaje y nuestro pensamiento tienen sentido y referencia porque son pinturas, figuras o representaciones de las cosas del mundo. Llamamos “representación” a toda realidad que sustituye, imita o refleja a otra. Un cuadro puede “representar” un paisaje, un mapa las calles de la ciudad, una partitura la música...
Un cuadro, un mapa, una maqueta, una partitura, el lenguaje escrito y nuestro pensamiento son representaciones isomórficas (tienen la misma forma que lo representado), y tienen las siguientes características: son realidades compuestas, constan de elementos; a cada elemento representado corresponde un elemento en la representación; a las relaciones que hay entre los elementos del hecho corresponden relaciones entre los elementos de la representación.
La forma de representación: es el peculiar modo que tiene una figura de representar la realidad: un cuadro representa la realidad de un modo distinto que una escultura. Y en función de la forma de representación la figura podrá expresar o reflejar distintos aspectos de la realidad: las pinturas conseguirán reproducir los colores de la realidad, las maquetas reproducen las dimensiones espaciales. La forma de representación expresa también la posibilidad de que exista lo representado: una figura coloreada expresa la posibilidad de que exista algo coloreado, etc.;

La proposición se define como aquél hecho que aspira a dar una descripción verdadera de la realidad. Esta concepción del lenguaje implica el olvido de otras funciones del lenguaje como la de dar órdenes, perdonar, aconsejar, ... que Wittgenstein analizará en sus escritos posteriores.

Wittgenstein mantiene que una proposición es una representación isomórfica (Bild) de un hecho. Pero podemos preguntar ¿qué rasgos de la realidad imita o reproduce dicha proposición?; no imita los aspectos físicos del hecho, ni tampoco imita los aspectos geométricos de la figura. En la medida en que se trata de una representación isomórfica, deben estar presentes en ella tres condiciones:

Primera condición, ser una representación: la proposición “El círculo está dentro del rectángulo” es un hecho pero, a diferencia de otros hechos que no remiten a nada, tiene la peculiaridad de vincularnos con algo distinto de ella misma, de señalar uno o varios objetos y describir alguno de los rasgos que les pertenecen; como una fotografía remite a la persona retratada, la proposición remite al hecho descrito en ella, es decir, es una representación y tiene una relación figurativa con el hecho al que se refiere.

Segunda condición, tener el mismo número de elementos que la realidad representada: podría parecer que esta representación no cumple dicha condición pues aparentemente tiene más elementos: la oración tiene seis palabras y la cosa representada tiene sólo tres elementos (los objetos rectángulo, círculo y la relación “estar dentro de”). Para solucionar esta dificultad Wittgenstein nos dice que toda proposición tiene elementos esenciales y elementos accidentales; los aspectos esenciales de la proposición son aquellos que se descubren tras un análisis lógico de la misma, los aspectos accidentales son aquellas partes de la proposición que no determinan el significado y dependen de las formas concretas que cada lengua; el pensamiento presente en la oración anterior también se podría expresar con la oración “círculo en rectángulo”, que desde el punto de vista sintáctico no está bien construida pero que sin embargo recoge el significado de la oración. El aspecto sintáctico no coincide con el aspecto lógico de la oración, ocurre frecuentemente que el aspecto sintáctico oculta el aspecto lógico.
El lenguaje ideal o logicamente perfecto sería aquél que no nos engañase respecto de su forma lógica, aquél en el que cada sentido fuese expresado por una palabra y cada palabra expresase un sentido.

Tercera condición, ser capaz de reproducir las relaciones entre los elementos de la realidad representada: ¿qué imita la proposición?; ya se ha dicho que no imita los aspectos físicos, ni los espaciales; Wittgenstein nos dice que imita o reproduce los aspectos lógicos de la realidad; hay algo común entre los hechos y las proposiciones y los pensamientos: la forma lógica. El mundo es lógico y nuestro lenguaje y nuestro pensamiento también. La frase “el círculo está dentro del número pi”, leída de un modo no metafórico, no tiene forma lógica pues carece de sentido. Y en realidad no es una proposición, ni propiamente un pensamiento. Que una proposición tenga una forma lógica quiere decir que los sentidos presentes en ella son compatibles, que es posible articularlos de modo que puedan referirse a un hecho. Por esto dice también Wittgenstein que la forma lógica establece la posibilidad de un hecho, aunque no su realidad. No es posible el hecho de estar un círculo dentro del número pi, pero sí es posible que un círculo esté dentro de un rectángulo.

Una proposición puede ser verdadera o falsa, pero para que lo sea primero debe tener sentido, debe tener una forma lógica; es verdadera si existe realmente el hecho que era posible, y falsa si dicho hecho no existe. Una figura representa una situación posible en el espacio lógico. El espacio lógico es el conjunto de hechos lógicamente posibles. Este espacio lógico queda delimitado por las leyes de la lógica. No todo lo que se incluye en el espacio lógico es real.
Hay distintos géneros de formas figurativas (espaciales, materiales, ...) y cada una representa la realidad a su manera, recogiendo también aspectos de la realidad distintos, pero todas las formas figurativas participan de un modo común de representación, la forma lógica “Toda figura es también una figura lógica (pero, al contrario, v. g., no toda figura es espacial)”. Dado que la forma es aquello en lo que coincide la representación y la realidad representada, y que toda representación incluye como forma mínima la forma lógica, Wittgenstein concluye que la forma lógica es también la forma de la realidad. Esto quiere decir que la realidad tiene colores, dimensiones espaciales, formas, pero también una estructura lógica.

Existe una estrecha relación entre el lenguaje y el pensamiento. Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo. O dicho de otra forma, los límites de la lógica son los límites del mundo. Los límites del lenguaje coinciden con los límites del pensamiento: todo lo que se puede pensar se puede decir, todo lo que se puede decir se puede pensar. Estas afirmaciones son muy importantes porque se relacionan con el ámbito de cosas que se pueden conocer. El lenguaje describe hechos, las proposiciones son representaciones isomórficas de los hechos, de las cosas que acaecen, y puesto que el pensamiento no puede ir más allá del lenguaje, el pensamiento sólo puede referirse al mundo a los hechos. Este es el punto de vista del empirismo: nuestro pensamiento está dirigido esencialmente al conocimiento de la realidad empírica, todo lo que pueda estar fuera de ella ( Dios, el alma,esencias, ...) son entidades de las que no se puede hablar, de las que no se puede pensar.

Yo soy mi mundo. Es decir, el sujeto pensante no puede ser concebido dentro del mundo –ni puede ser pensado, ni expresado- no existe. Nada en el campo visual permite inferir que es visto por un ojo” (5.633). Por eso, el sujeto es un concepto límite, es un límite del mundo.


La crítica del lenguaje metafísico.

Los problemas filosóficos son pseudoproblemas: los únicos problemas son aquellos que se refieren al mundo empírico, por lo que pueden expresarse con precisión y solucionarse tarde o temprano en el marco de las ciencias empíricas; las cuestiones tratadas por los filósofos (el problema de la realidad exterior, de las relaciones mente-cuerpo,...) no son problemas verdaderos, reales, son consecuencia de confusiones lingüísticas: si hablo de la siguiente forma “la belleza es uno de los anhelos más profundos del hombre”, “en el mundo la lucha entre el bien y el mal es constante”, ... tenderé a pensar que debe existir algo así como “la Belleza”, “el Bien”, “el Mal” como algo distinto a las bellezas concretas, las acciones buenas o malas concretas, y concluiré, como Platón, que existe un mundo fuera de éste en el que se sitúan las entidades citadas. 
 
Los problemas filosóficos son irresolubles, no se pueden solucionar mediante la experiencia, luego son pseudoproblemas; lo único que cabe hacer con ellos es “disolverlos”, mostrar que son meras ilusiones producto de confusiones lingüísticas.
En segundo lugar, las proposiciones filosóficas carecen de sentido. Las únicas proposiciones legítimas son las analíticas o tautologías y las empíricas: en el primer grupo se incluyen proposiciones triviales del tipo “los madrileños son los que han nacido en Madrid”, y también las de la lógica y de la matemática. En el segundo grupo se incluyen los enunciados de la vida corriente del tipo “hoy está nublado” y todos los de las ciencias empíricas.

No existen proposiciones "filosóficas" en la forma en que existen proposiciones "científicas". La filosofía analiza el contenido de las proposiciones de otras disciplinas. Wittgenstein rechaza la idea de un metalenguaje, los enunciados de la filosofía no son metaenunciados, son únicamente pseudoproposiciones, sinsentidos (“unsinnig”). Hace uso de términos carentes de significado; pero emplea también palabras comunes en usos que no son posibles. Utiliza palabras comunes sin reasignarles un significado que convenga a su nuevo contexto de uso. La filosofía, cae en la trampa del lenguaje ordinario y es ciega a la estructura real del pensamiento. Se apega a la gramática natural y no ve la gramática lógica de las palabras. Conduce a absurdos.

Las críticas anteriores a la filosofía tradicional no implican que no pueda existir una forma correcta de hacer filosofía: el “Tractatus” de Wittgenstein es un libro de filosofía.

La filosofía (incluido el Tractatus) no puede ampliar nuestro conocimiento sobre la realidad, pues la única realidad es la empírica y de ella solo cabe el conocimiento empírico, el científico. La filosofía puede responder a dos preguntas: ¿qué se puede conocer? y ¿cómo se puede conocer lo que se puede conocer?; la respuesta de Wittgenstein a estas preguntas es la típicamente empirista: se puede conocer el mundo de los hechos o mundo empírico; y se puede conocer como la ciencia natural conoce: mediante el recurso a la experiencia (mediante la percepción).
A estas ideas, que coinciden con las de Hume, se añade la del sentido: el límite de lo que se puede conocer es el límite del sentido, por lo tanto el mundo empírico es el ámbito de la realidad con sentido y el ámbito de lo que se puede pensar y se puede expresar mediante el lenguaje. Wittgenstein resume la única tarea legítima de la filosofía de este modo: “El objeto de la filosofía es la aclaración lógica del pensamiento. Filosofía no es una teoría, sino una actividad. Una obra filosófica consiste esencialmente en aclaraciones. “La filosofía debe clarificar y delimitar nítidamente los pensamientos, que de otro modo son, por así decirlo, turbios y borrosos”. (Tractatus, 4.112). “Debe delimitar lo pensable y con ello lo impensable.” (Tractatus, 4.114). “Toda la filosofía es “crítica del lenguaje.” (Tractatus, 4.0031). 
 
La actitud de Wittgenstein es diferente a la de los filósofos neopositivistas; no es hostil a los temas de la filosofía. Es una actitud parecida a la kantiana: existen los objetos de la metafísica, pero no se pueden conocer: existe lo místico (Dios), el sujeto metafísico, los valores morales y estéticos pero están más allá de lo que se puede decir. “Sobre lo que no se puede hablar, se debe guardar silencio.” (Tractatus, 7). Aunque lo místico no se puede demostrar ni describir con el lenguaje, existe y se muestra: “Hay, ciertamente, lo inexpresable, lo que se muestra a sí mismo; esto es lo místico” (Tractatus, 6.522). A diferencia de Kant, Wittgenstein no establece un vinculo con lo metafísico (para Kant era la conducta moral)
 
La filosofía no se limita a exponer los sinsentidos, sino que es sobre todo la actividad que delimita el sentido del sinsentido. Es ella la que determina lo que, en el ámbito de lo pensable, puede decirse. Tiene entonces un papel crucial en la perspectiva del Tractatus. Plantea las condiciones del discurso sensato y del discurso insensato. Su utilidad más allá de eso no queda clara. La filosofía podría o bien detenerse habiendo realizado la demarcación, o bien continuar en su papel regulador.

En las Investigaciones filosóficas, Wittgenstein sostiene que el significado de las palabras y el sentido de las proposiciones está en su función, su uso en el lenguaje. Preguntar por el significado de una palabra o por el sentido de una proposición equivale a preguntar cómo se usa. Por otra parte, puesto que dichos usos son muchos, el criterio para determinar el uso correcto de una palabra o de una proposición estará determinado por su contexto, que siempre será un reflejo de la forma de vida de los hablantes. Dicho contexto recibe el nombre de juego de lenguaje. Estos juegos de lenguaje no comparten una esencia común sino que mantienen un parecido de familia. Una proposición será absurda si se usa fuera del juego de lenguaje que le es propio.

Una tesis fundamental de las Investigaciones es la imposibilidad del lenguaje privado. Para Wittgenstein, un lenguaje es un conglomerado de juegos, los cuales tienen sus propias reglas. El asunto está en comprender que estas reglas no pueden ser privadas. La razón está en que el único criterio para saber que seguimos correctamente la regla está en el uso habitual de una comunidad: si me pierdo en una isla desierta, y establezco un juego para entretenerme, al día siguiente no puedo estar seguro de si cumplo las mismas reglas que el día anterior, pues bien podría fallarme la memoria o haber enloquecido. Lo mismo ocurre con los juegos de lenguaje: pertenecen a una colectividad y nunca a un individuo sólo.

El significado de la palabra "dolor" es conocido por todos, sin embargo, yo no puedo saber si llamas "dolor" a lo mismo que yo, ya que yo no puedo experimentar tu dolor, sino solamente el mío. Esto lleva a Wittgenstein a comprender que el uso de la palabra "dolor" viene asociado a otra serie de actitudes y comportamientos (quejas, gestos o caras de dolor, etc.) y que sólo en base a ello terminamos por asociar la palabra "dolor" a eso que sentimos privadamente.

Por otro lado, desde esta misma óptica, los llamados "problemas filosóficos" no son en realidad problemas, sino perplejidades. Cuando hacemos filosofía, nos enredamos en un juego de lenguaje cuyas reglas no están determinadas, ya que es la propia filosofía la que pretende establecer esas reglas; es una suerte de círculo vicioso. De ahí que la misión de la filosofía sea, para Wittgenstein, luchar contra el "embrujamiento" de nuestra inteligencia por el lenguaje. Una persona intentando resolver un problema filosófico se parece a un hombre en una habitación de la que quiere salir y no sabe cómo, o a una mosca encerrada en una botella. Wittgenstein ayuda a aquellos que están obsesionados por los problemas filosóficos a que alcancen completa claridad, de forma que desaparezca su inquietud.