viernes, 25 de septiembre de 2015

WEB Declaración de los DDHH

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BLOQUE 1. LA DIGNIDAD DE LA PERSONA. Definición y atributos de la persona



BLOQUE 1. LA DIGNIDAD DE LA PERSONA

• Qué es ser persona.
• Los atributos inherentes a la naturaleza humana.
• Los Derechos Humanos reconocen los atributos esenciales del ser humano como condiciones básicas y fundamento de las relaciones a nivel personal, social, estatal y universal."

E básico-1.1 Identifica en la dignidad del ser humano, en tanto que persona y los atributos inherentes a su naturaleza, el origen de los derechos inalienables y universales que establece la DUDH.

Persona: definición y atributos.

Etimológicamente la palabra Persona deriva del latín personare y quiere decir “sonar a través de”, mientras que en griego proposon significa mascara; la cual en aquella época cubría el rostro de los cómicos al actuar en el teatro e incluía una bocina para aumentar el volumen de voz. Así, al utilizar esa mascara la palabra persona adquiría el significado del personaje representado.
El sentido etimológico coincide con el filosófico; persona es algo distinto del sujeto, algo que lo muestra y lo manifiesta con resonancias especiales.
Más adelante, el término se aplicó por extensión al papel desempeñado en el mundo por el individuo. En otras palabras, antropólogos, psicólogos y sociólogos han asociado el concepto de persona al rol o papel que puede representar el ser humano en la sociedad.
El concepto de persona se refiere al ser humano, en tanto cualitativamente diferente al resto de los seres, una persona es un ser racional e inteligente, consciente de sí mismo y de sus actos, con identidad propia y totalmente independiente.
Desde el punto de vista jurídico, una persona es todo sujeto susceptible de ser titular de derechos y obligaciones. Se puede decir que hay dos tipos de personas: las físicas, que son los seres humanos; y las jurídicas o morales, que son los entes que tiene vida jurídica e inmaterial tales como las corporaciones, las asociaciones y las fundaciones.
Por otro lado, en la gramática el término persona es la categoría gramatical, propia del verbo y del pronombre, que hace referencia a los interlocutores. En el español esta categoría posee, en sus tres campos (primera, segunda y tercera), una forma para el singular y otra para el plural.
Así, tenemos el área del hablante, considerado bien como individuo, bien como parte integrante de un grupo abarcado por la primera persona gramatical; el área del interlocutor, considerado asimismo tanto individuo como en cuanto a integrante de un grupo, equivale a la segunda persona gramatical; y el área de lo ajeno al hablante y al oyente; se designa por medio de la tercera persona gramatical.

PERSONA



Persona

Etimológicamente la palabra Persona deriva del latín personare y quiere decir “sonar a través de”, mientras que en griego proposon significa mascara; la cual en aquella época cubría el rostro de los cómicos al actuar en el teatro e incluía una bocina para aumentar el volumen de voz. Así, al utilizar esa mascara la palabra persona adquiría el significado del personaje representado.
El sentido etimológico coincide con el filosófico; persona es algo distinto del sujeto, algo que lo muestra y lo manifiesta con resonancias especiales.
Más adelante, el término se aplicó por extensión al papel desempeñado en el mundo por el individuo. En otras palabras, antropólogos, psicólogos y sociólogos han asociado el concepto de persona al rol o papel que puede representar el ser humano en la sociedad.
El concepto de persona se refiere al ser humano, en tanto cualitativamente diferente al resto de los seres, una persona es un ser racional e inteligente, consciente de sí mismo y de sus actos, con identidad propia y totalmente independiente.
Desde el punto de vista jurídico, una persona es todo sujeto susceptible de ser titular de derechos y obligaciones. Se puede decir que hay dos tipos de personas: las físicas, que son los seres humanos; y las jurídicas o morales, que son los entes que tiene vida jurídica e inmaterial tales como las corporaciones, las asociaciones y las fundaciones.
Por otro lado, en la gramática el término persona es la categoría gramatical, propia del verbo y del pronombre, que hace referencia a los interlocutores. En el español esta categoría posee, en sus tres campos (primera, segunda y tercera), una forma para el singular y otra para el plural.
Así, tenemos el área del hablante, considerado bien como individuo, bien como parte integrante de un grupo abarcado por la primera persona gramatical; el área del interlocutor, considerado asimismo tanto individuo como en cuanto a integrante de un grupo, equivale a la segunda persona gramatical; y el área de lo ajeno al hablante y al oyente; se designa por medio de la tercera persona gramatical.

ÉTICAS TELEOLÓGICAS



TEORÍAS ÉTICAS.- Una teoría ética es un modo de interpretar la realidad moral que sirve para analizar y aclarar lo que conocemos por experiencia. La capacidad para reflexionar sobre nuestros actos hace que nuestro comportamiento no sea meramente instintivo, es decir, de simple reacción ante los estímulos. En nuestra vida diaria estamos acostumbrados a tomar decisiones. Preferimos una cosa en lugar de otra. Consideramos que una acción es buena o es mala sin que necesitemos pensarlo mucho, es decir, le estamos asignando un valor. El valor moral consiste en adjudicarle una cualidad a una acción que la hace preferible sobre otra y es un concepto muy importante en la elaboración de las teorías éticas.

TIPOS DE TEORÍAS ÉTICAS.- A lo largo de la historia de la reflexión ética se han formado dos grandes grupos de teorías:

- Las éticas de fines son las que explican la moralidad humana basándose en la búsqueda de los bienes y, por tanto, entienden que las decisiones se toman pensando en las consecuencias de las acciones. Son las teorías teleológicas. Entre ellas destacamos la teoría aristotélica llamada eudemonista, porque para esta teoría el máximo bien es la felicidad (eudaimonia significa felicidad en griego). La ética cristiana también se encuentra dentro de este tipo de teorías, puesto que el bien es la contemplación de Dios.

- Las éticas del deber conceden mayor importancia a los principios o a las normas que deben ser cumplidas, puesto que se consideran como buenas en sí mismas. No tienen en cuenta las consecuencias. El filósofo Immanuel Kant es quien representa este segundo grupo de teorías. Su visión de la ética es completamente diferente a las anteriores porque se fundamenta en el cumplimiento del deber que nace de la razón.

LAS ÉTICAS DE LOS FINES

1. Éticas de los fines.- Son las éticas llamadas también teleológicas, debido a que el término griego telos significaba fin. En este grupo de teorías se empieza por el planteamiento de un fin que se considera como el máximo bien. Las consecuencias de nuestras acciones sirven para considerar cuándo son buenas o malas dependiendo de si se acercan o no al bien propuesto. Dentro del grupo de las éticas teleológicas, nos encontramos con tres tipos de teorías:

a) Las teorías hedonistas: consideran que lo moralmente bueno es el placer y el alejamiento del dolor. Esto es lo que nos orientaría a la hora de tomar nuestras decisiones. Epicuro elaboró una teoría ética de este tipo.

b) Las teorías eudemonistas: para las que la felicidad es el bien supremo que guía nuestras acciones. La vida moralmente buena nos lleva necesariamente a la felicidad. A esta clase pertenece la ética aristotélica.

c) Las teorías utilitaristas: tienen en cuenta la felicidad general basada en el bienestar del mayor número de personas.

PRINCIPALES TEORÍAS TELEOLÓGICAS

1.                  La ética aristotélica.- El filósofo griego Aristóteles se propuso aclarar el significado de la felicidad para aplicarlo a la práctica en la vida de las personas. Si sabemos lo que es la felicidad, podremos llevar una vida feliz.
La felicidad es la realización de la actividad más propia del ser humano, es decir, del uso de la razón. Por ejemplo, un violín está diseñado para hacer música; si se utilizara para otra cosa, no será feliz. Una persona que no ejerciera la razón tampoco sería feliz porque no lograría la máxima perfección de la que es capaz.
Una vez que se comprende que el bien más perfecto es la felicidad, el modo para alcanzarla es mediante la práctica de la virtud moral. Las virtudes morales no son acciones ocasionales, sino hábitos de conducta que son el resultado de una educación y del ejercicio reiterado de nuestros actos.
Una persona virtuosa es aquella que tiene el hábito de elegir siempre conforme al justo medio entre dos extremos, con el fin de orientar su vida manteniendo la tendencia al máximo bien propuesto. El extremo siempre es un vicio, tanto por exceso, como por defecto. Por ejemplo, para tener salud no es conveniente ni comer en exceso ni de forma insuficiente, sino de forma equilibrada.

2. El hedonismo de Epicuro.- El fundamento de la ética de los epicúreos se encuentra en la búsqueda del placer y la huida del dolor. A este tipo de teorías se les llama hedonistas debido al término griego hedoné, que significa placer.
El concepto de placer se refiere a la ausencia de molestias que perturben el ánimo y a los placeres de tipo espiritual más que estrictamente material. Los epicúreos consideraban que el hombre prudente sabe administrar razonablemente los placeres con el fin de evitar consecuencias que le causen dolor.

3. La ética cristiana.- Los dos grandes pensadores de la ética cristiana son san Agustín y santo Tomás, quienes toman muchas de las ideas de los filósofos griegos.
San Agustín toma la idea del Bien desarrollada por Platón y la adapta a la visión cristiana. Considera que el hombre puede obtener la mayor felicidad mediante la contemplación de la verdad en Dios.
Según santo Tomás, todas las acciones de los hombres deben tender de forma natural a Dios porque es el Bien Supremo. Esa tendencia, llamada providencia, no elimina la libertad humana porque Dios guía a los hombres, no los fuerza a hacer nada en contra de su voluntad. Es libre para elegir el camino de su felicidad.

4. El utilitarismo.- El utilitarismo es una teoría ética que surgió en Inglaterra a finales del siglo XVIII desarrollada por Jeremy Bentham y posteriormente por John Stuart Mill. Es una teoría teleológica que considera que el bien es lograr la máxima felicidad posible para el mayor número de seres vivos. Este es el principio de utilidad, según el cual llamamos buenas a aquellas acciones o reglas que incrementan la felicidad general, y consideramos como malas a las que generan infelicidad.
Los antecedentes del utilitarismo se encuentran en la ética de Epicuro, aunque en este caso se trataba de la felicidad del individuo, mientras que los utilitaristas tienen en cuenta la felicidad de toda la colectividad.
El criterio moral de los utilitaristas es hedonista, porque la mayor felicidad es en realidad el mayor placer o el alejamiento de lo que nos produce dolor. Según esto, podría decirse que el utilitarismo es un hedonismo social.
Cuando los utilitaristas hablan de los placeres como finalidad, se refieren a una situación de bienestar psicológico en la que se satisfacen asimismo las necesidades propiamente humanas y, por tanto, las que están relacionadas con la capacidad de razón.

UNIDAD 1. ÉTICA Y MORAL




MORAL Y ÉTICA

1   ¿Qué es la moral humana?

      A menudo utilizamos esta palabra en el lenguaje cotidiano, por ejemplo, cuando afirmamos, tengo la moral alta o mi equipo se llevó la victoria moral. Sin embargo, en estas frases el término moral es utilizado para referirse a estados de ánimo psicológicos de la persona y no es éste el significado que damos al término moral en Filosofía (materia que estudiarás en Bachillerato y que trata del ser humano y la realidad en que vive).

      La palabra moral viene del latín mos-moris, que significa costumbre, modo de vivir, el carácter o la forma de ser tanto de un individuo como de una sociedad, aunque también alude a norma, precepto. Siguiendo así, a los antiguos romanos, vamos a definir la moral humana como el conjunto de:

  • las normas que rigen la conducta de un individuo en una sociedad y
  • las valoraciones que hacemos sobre actos humanos que consideramos desde la perspectiva de lo bueno o lo malo, lo justo o lo injusto, etc.
    La Ética y la moral

      Las personas no sólo actuamos moralmente, sino que, también reflexionamos sobre nuestro comportamiento o el de los demás, como cuando nos preguntamos ¿debo hacer esto?, ¿he hecho lo correcto?, ¿es justo que…?, etc. Esta inquietud humana por esclarecer su propio comportamiento moral dio lugar a la Ética, una disciplina que nace en la Grecia Clásica en el s. IV a. C. formando parte de la Filosofía, un valioso saber que estudiaras en cursos posteriores. El vocablo Ética viene del griego êthos, que significa "costumbre" o hábito y "carácter" o modo de ser, al igual que el término "moral" en latín, pero aunque coincidan en este aspecto, vamos a considerar a lo largo de este curso a la Ética como el estudio filosófico de la conducta moral, en general, diferenciándola de otros tipos de conducta.

3   Características de la acción moral

      Una acción humana para ser considerada de tipo moral tendrá las siguientes características:
  • es aquella que se realiza, ajustándose a un código o conjunto de normas y valores morales, las cuales designan lo que debe ser considerado como moralmente bueno o malo, egoísta o generoso, etc. Más adelante veremos en qué consiste un valor y una norma moral.
  • Este código moral no debe ser impuesto por la sociedad a las personas, sino que el individuo lo debe poder elegir libremente, por ejemplo, yo debo ser libre de elegir si acepto moralmente la eutanasia o no, no se me puede imponer mi forma de valorar ciertas cuestiones. Por este motivo, la moral es, sobre todo, una cuestión individual. Podemos definir la libertad como la capacidad de la voluntad humana para elegir y decidir.
El hecho de ser libre cuando actúo, es de total importancia a la hora de ser valorada moralmente una acción porque, si la realizo libremente, entonces soy responsable moral de lo que hago y de lo que dejo de hacer. La responsabilidad, es la obligación de responder acerca de nuestros actos. En este sentido, si las acciones de una persona se ajustan a las normas morales existentes en una sociedad, se la considera moralmente buena, etc. pero, si por el contrario, una persona conoce las normas y valores morales de una sociedad y, a pesar de ello, las transgrede, entonces estamos ante un individuo inmoral.
  • Llegamos así, a una condición fundamental para que podamos juzgar si un individuo actúa moralmente bien o no, que sepa lo que hace, sólo de esta forma, podemos decir que actúa libremente y que, por lo tanto, es responsable de sus actos.
    Efectivamente, a diferencia de los animales, que actúan movidos por sus instintos, el ser humano es un ser moral precisamente porque es racional, es decir, cuando actúa, sabe lo que hace, elige entre varias posibilidades de acción o los medios para conseguirlo, se propone un fin concreto, analiza y valora los pros y los contras, juzga, si le conviene o no, es incluso capaz de preveer con anticipación las posibles consecuencias o resultados, etc. En conclusión, cuando una persona actúa racionalmente y lo hace, además, libremente, es por ello que podemos aplicarle valores morales a su acción (generoso o egoísta, justo o injusto, etc.).
  • Dado que las personas no viven aisladas, sino que son ciudadanos de una comunidad, no sólo son responsables de sus propios actos y para consigo mismos sino, también, de su repercusión en las personas con las que convivo. Por ello, la moralidad tiene también una dimensión social.
    Nacemos en una sociedad que posee una serie de normas, creencias, ideas, valores, prohibiciones, pautas de conducta, etc. que caracterizan su forma de vida. Nuestras acciones morales se dan en sociedad, en nuestra convivencia con los demás, quienes las aprueban o las rechazan en función de estas normas y valores válidos para todos. Por ello, el ser humano necesita convivir con los demás para desarrollarse como ser moral. No obstante, como ya hemos dicho, el individuo debe interiorizarlas, es decir, debe reconocerlas como suyas, no como algo impuesto desde fuera, de mo que las cumpla de modo libre, conscientemente y habiéndolas pensado racionalmente.
      Nos encontramos, en conclusión que, a diferencia de los animales que se rigen por unas pautas instintivas que no les permiten elegir su modo de actuar, el ser humano, por el contrario tiene libertad de acción, esto es, puede elegir y decidir por propia voluntad, cómo actuar. Esta libertad no es total, está condicionada por su naturaleza genética y por el medio sociocultural, la época y el lugar en el que vive. Pero aún así, le queda bastante libertad para decidir racionalmente cómo actuar, lo cual, le convierte en responsable moral de sus actos.


4    Los valores morales

      Como ya hemos visto, a la hora de actuar elegimos y decidimos qué vamos a hacer. Esta elección, no la realizamos al azar, recordemos que nos caracterizamos por ser racionales. Si tenemos varias posibilidades, nos inclinamos por aquella que preferimos porque tiene "algo" que la hace más estimable que las otras opciones, ese algo es su valor, por ejemplo, la generosidad de un amigo, la belleza de un cuadro, la utilidad de un bolígrafo, etc. Vemos que hay diferentes clases de valores (económicos, estéticos, religiosos, morales o éticos, etc.) pero todos ellos se caracterizan por:
  • ser cualidades especiales que aplicamos a los objetos, a las personas o a las acciones,
  • y sólo los seres humanos somos capaces de valorar esas cualidades.
      Podemos decir que estamos ante valores morales cuando:
  • necesariamente deben ser apreciados y respetados
  • son universales, es decir, válidos para todos los individuos sin excepción
  • y, además, los apreciamos por sí mismos, no porque nos reporten algún beneficio egoísta, estando condicionados por intereses sociales, políticos
      Por ejemplo, la justicia, la generosidad, la honradez, la sinceridad, la dignidad, la igualdad, etc. son valores que podemos considerar universales, en el sentido de deseables y respetables por todos, es más, que necesariamente deberían ser estimados, y que su validez no estuviese condicionada ni por las épocas históricas o los intereses particulares, etc.

5     Las normas morales

Entre los distintos tipos de normas que rigen los comportamientos del individuo particular y del ciudadano que vive en sociedad, vamos a centrarnos en las normas específicamente morales. De los valores éticos, salen y se fundamentan las normas morales que guían nuestros actos, por ejemplo, si valoramos la amistad y la sinceridad, saldrá de esa valoración personal la norma, también personal, "debo ser sincero con los amigos" que, posiblemente, nos demos a nosotros mismos.

      Las normas morales no estás escritas en ningún libro, como las leyes jurídicas por ejemplo, ni hay autoridades específicas que nos obliguen a cumplirlas. Cuando obedecemos normas morales, como por ejemplo cumplir la palabra que hemos dado, decir la verdad aunque duela, y lo hacemos de forma libre y consciente, ¿por qué lo hacemos?, ¿dónde está el origen del convencimiento y el acatamiento de esas normas? Hay dos posibles respuestas a esta cuestión:
  • Hablamos de heteronomía moral (del griego héteros, que significa otro, y nómos, ley), cuando los motivos en los que se fundamenta la conducta moral de una persona, son exteriores a nuestra conciencia, es decir, cuando la norma moral que obedece le viene impuesta por alguien distinto de él mismo, pueden ser los padres, una autoridad religiosa o, simplemente, el miedo al castigo si no la cumplimos. Por ejemplo, cuando realizamos una acción moralmente correcta, como decir la verdad, por miedo a las consecuencias de que nos pillen mintiendo.
  • Por el contrario, cuando uno realiza una acción moralmente correcta, por convencimiento propio de que es lo que debe hacer, entonces decimos que esa persona posee autonomía moral (del griego autós, sí mismo, y nómos, ley o norma). Este tipo de persona, no se guía por meras opiniones personales, sino que racionalmente y, por propia voluntad, asume como propios los valores y normas de la sociedad en la que vive.