domingo, 14 de octubre de 2012


Fuente:             http://ficus.pntic.mec.es/amoe0013/ETICA/etcinf.htm




Teorías éticas

Ética en la antigua  Grecia
“Los hombres comienzan y comenzaron siempre a filosofar  movidos por la admiración; al principio, admirados ante los fenómenos sorprendentes más comunes; luego, avanzando poco a poco, planteándose problemas mayores ... pues esta disciplina comenzó a buscarse cuando ya existían casi todas las cosas necesarias y las relativas al descanso y al ornato de la vida. Es, pues, evidente que no la buscamos por ninguna utilidad, sino que, así como llamamos hombre libre al que es para sí mismo y no para otro, así consideramos a ésta como la única ciencia libre, pues ésta  sola es para sí misma” [Aristóteles: Metafísica]
 Siendo bastante exagerada e imprecisa quizás, las  primeras noticias que tenemos sobre ÉTICA (entendida como una reflexión sistemática y filosófica) se remontan a los primeros filósofos griegos. Ellos aportaron a la moral: al conjunto de normas y valores, la reflexión racional, el espíritu crítico.
La filosofía tal como la concebimos hoy surge en Grecia en el último tercio del siglo VII a. C. debido a una serie de circunstancias económicas, políticas y culturales.
En efecto, a partir del siglo VII a. C. la necesidad de conquistar otros territorios, como es el caso de Jonia, hace que el horizonte cultural griego se abra a otras culturas, a nuevos tipos de conocimientos técnicos y geográficos. Poco a poco, gracias al invento lidio de la moneda, la práctica guerrera va dejando paso a la comercial, y al mismo tiempo que se intercambian bienes materiales, se intercambian ideas. De tal modo que el saber tradicional transmitido a través de narraciones o mitos de Homero y Hesíodo. Sin embargo, ese saber tradicional y mítico deja de ser efectivo y se pone en duda al compararlo con los saberes tradicionales de otras culturas. Ante la disparidad de opiniones sobre la misma cuestión surge el escepticismo y la necesidad de encontrar la verdad:

     “Los seres humanos se han creado dioses a su propia imagen. Creen que los dioses han nacido y que tienen cuerpo, vestidos e idiomas como nosotros. Los negros piensan que los dioses son negros y chatos, los tracios los imaginan rubios y con ojos azules. ¡Incluso si los bueyes, los caballos y leones hubiesen sabido pintar, habrían representado dioses con aspecto de bueyes, caballos y leones! “[Jenófanes. s. VI a. C.]


Frente al saber mítico que busca las causas de todos los fenómenos en el capricho de los dioses, va surgiendo otro tipo de saber que busca respuestas diferentes a las preguntas que los hombres se han hecho desde el principio de los tiempos. Preguntas tales como: ¿cómo surgió el cosmos?, ¿por qué nacemos? ¿por qué morimos?, ¿qué sentido tiene la vida?, ¿por qué el ser y no la nada?, ¿por qué debemos obedecer normas en las que no creemos?, ¿qué es la justicia? ¿existe dios?, etc. Para hacerse estas preguntas lo primero que debieron saber los griegos es que no sabían (el reconocimiento de la propia ignorancia es el principio de la sabiduría, tal como quiso decir Sócrates: “Sólo sé que no sé nada”) y que las explicaciones míticas no eran convincentes. En esta situación el único camino que les quedaba era dejar a un lado lo que habían aprendido de los mitos, y empezar a pensar por sí mismos. Con la frase “paso del mito al lógos” se expresa ese cambio en la manera de tratar de conocer. Como podemos deducir, la explicación mítica es distinta a la explicación racional (o lógica) la primera apela al capricho de los dioses para explicar los fenómenos de la naturaleza; la segunda trata de buscar las causas que determinan los fenómenos de todo tipo haciendo uso de la razón, y tratando de ir más allá de las apariencias que nos proporcionan los sentidos.
Así pues, en un principio la filosofía intentaba saber sobre la naturaleza y sus fenómenos (filosofía presocrática), pero alrededor del siglo V a.d.C., en la Atenas democrática el interés filosófico se centra en cuestiones relacionadas con el ser humano (a ese cambio de interés lo conocemos como “giro antropológico”). Problemas morales, políticos, lingüísticos, culturales etc, son pensados y debatidos desde diversos puntos de vista. Veamos algunas de las posiciones éticas más sobresalientes.
Sofistas: relativismo y escepticismo moral 
En el siglo V a.d.C. Atenas experimenta un florecimiento cultural, económico y político de primera magnitud: se desarrollan la arquitectura, la escultura, el teatro y la filosofía. Es el llamado siglo de Pericles.
El hecho político más importante es un nuevo sistema de gobierno: la democracia (ver PPT.) Diferente a la que nosotros conocemos, se trataba de una democracia directa, en la que todos los ciudadanos tenían derecho a intervenir en la Asamblea y discutir sus puntos de vista sobre aquellas decisiones que les afectaban. Sólo eran considerados ciudadanos atenienses los varones mayores de 30 años y propietarios. Las mujeres, los extranjeros y los esclavos. Atenas tenía aproximadamente 200.000 habitantes, pero tan solo 38.000 podían participar.
 A la Atenas del siglo V a.d.C. fueron llegando desde otros puntos de Grecia una serie de pensadores muy polémicos: los llamados sofistas (de sophos= “sabios”), que se preocuparon de dar a los jóvenes una auténtica educación, aunque fueron duramente criticados por cobrar por sus clases. Los sofistas eran muy cultos; habían viajado y conocido numerosas culturas, de ahí que fueran bastante críticos con todos aquellos que se creían en posesión de la verdad absoluta. Se centraron, especialmente, en los asuntos de la vida política criticando la esclavitud; prestaron gran atención al estudio del lenguaje. Impartían enseñanzas sobre gramática, oratoria, poesía... El dominio de la retórica era imprescindible en aquella sociedad democrática, puesto que todas las decisiones se tomaban en asamblea, y aquel que tuviera mejor dominio del lenguaje, tenía más posibilidades de convencer al resto de la Asamblea, y obtener así el éxito en su propuesta y en la realización de sus intereses.
 Respecto a las leyes, los sofistas afirmaban que se debía conocer el conjunto de leyes que rigen una ciudad. Cada ciudad podía tener leyes diferentes y éstas podían cambiar en función de las circunstancias políticas. Así pues, consideraban que las leyes son convencionales (fruto de acuerdos o costumbres comúnmente admitidas). Las imponen los fuertes para dominar a los débiles, según algunos sofistas como Trasímaco; otros piensan que son los débiles los que inventaron las leyes para frenar a los fuertes, es el caso de Calicles. La idea de que las normas y las leyes de la ciudad provienen de la naturaleza y que, por ello, han de ser universalmente válidas quedaba en entredicho: las leyes son relativas y convencionales.
Los sofistas afirmaban que también las normas morales eran convencionales. Eso significa que determinados valores morales: lo justo, lo bueno, lo valioso... no son absolutos e inmutables sino que son relativos, que cambian de un pueblo a otro, o incluso, de un grupo a otro dentro de una sociedad. Protágoras de Abdera, uno de los sofistas más conocidos, junto con Gorgias de Leontini, defendió el relativismo afirmando: El hombre es la medida de todas las cosas”, es decir: valora las acciones, las circunstancias, etc. de acuerdo con sus necesidades y circunstancias personales. No podemos hablar de la verdad, ni siquiera sabemos si tal cosa existe porque nuestro entendimiento es limitado. Esto es justamente el escepticismo: la tesis que sostiene la incapacidad humana para llegar a una verdad absoluta. El principal representante del escepticismo sofista es Gorgias: “El ser no existe, si existiera, no podría ser conocido; y si pudiera ser conocido, no podría ser comunicado”, que traducido burdamente significa: No sabemos si la realidad existe, sólo podemos afirmar que existen apariencias o que nos parece que hay cosas; y aunque existiese eso que llamamos realidad, no podríamos conocerla porque nuestra capacidad intelectual es limitada; y aún cuando pudiésemos conocerla, no podríamos llegar a expresarlo mediante nuestro lenguaje porque es igualmente limitado: no podemos decir todo aquello que queremos: nos faltan palabras.
Contemporáneo de los sofistas, Sócrates fue uno de los personajes más curiosos de su época y su fama ha perdurado a lo largo de los siglos. Platón, discípulo suyo, le rindió homenaje en su obra, haciéndolo aparecer como interlocutor principal en gran parte de sus diálogos.
 Sócrates se opone al relativismo y escepticismo de sus contemporáneos los sofistas, y considera que es necesario llegar a establecer una moral no relativista, válida para todos. El método para llegar a conocer qué es lo bueno o lo justo es el diálogo, o arte mayéutica, que es el arte de ayudar sacar a la luz la verdad mediante preguntas dirigidas hábilmente (Sócrates era un "artista" en hacer decir a los demás lo que él quería, de ahí que por esa faceta suya algo manipuladora, algunos de sus contemporáneos lo tomaran por un sofista, también artistas en ese mismo campo: la retórica y la erística)
 Además de la mayéutica, Sócrates es conocido por su defensa del intelectualismo moral. Según esta posición el SABER = VIRTUD, o lo que es lo mismo: El obrar mal o injustamente es fruto de la ignorancia: nadie obra mal a sabiendas. Cuando hacemos algo que no es muy ortodoxo lo hacemos porque creemos que ese es nuestro bien, aunque estemos equivocados. Así, para obrar bien basta saber qué es el bien. El mal es la falta de saber, es ignorancia. Si esto es así, el criminal no es malo, es un ignorante y antes que encarcelarlo, debería ser educado.

Platón: la justicia. 
Platón, filósofo ateniense del siglo V a.d.C., fue un escritor prolífico (conservamos alrededor de 24 Diálogos= género literario que cultivó con maestría) y fundó una escuela de filósofos: La Academia.
Siguiendo a su maestro Sócrates, se opone al relativismo ético de los sofistas y afirma que los conceptos morales pueden ser conocidos racionalmente. Además, estos conceptos tienen un carácter absoluto, único para todos los seres humanos y, por tanto, independiente de las diversas opiniones.
 Sostiene que el conocimiento de los conceptos morales es necesario para tener un comportamiento moral correcto. Y asegura que aquellos que conocen los verdaderos principios morales, es decir, los filósofos, son los más aptos para dirigir la ciudad y educar a los ciudadanos.
Considera que el ser humano, a diferencia del resto de los animales, posee la facultad superior de la razón. Y ésta debería gobernar las otras dos dimensiones del alma, en la que distingue tres partes. En su obra La República imagina cómo sería una sociedad ideal en la que pudiera realizarse la justicia. En la misma obra establece la relación entre las partes del alma, las clases de ciudadanos y las virtudes que deben fomentar:

PARTES DEL ALMA
CLASES SOCIALES
VIRTUDES
Racional
Gobernantes filósofos
Prudencia (sabiduría)
Irascible
Guardianes
Fortaleza (valor)
Apetitiva
Productores
Templanza
Armonía entre las partes del alma
Armonía entre las clases sociales
Justicia

La racional, en la que domina la razón. La virtud que debe fomentar es la prudencia o sabiduría. En los filósofos predomina esta parte racional, y al conocer mejor que el resto de los ciudadanos el bien y la justicia, deben dedicarse a las labores de gobierno y educar en la virtud a los ciudadanos.
La Irascible, dominada por los afectos o sentimientos: cólera, ímpetu, arrebatos.. es la parte que domina en los guerreros, quienes tienen que practicar la virtud que les es propia: el valor y la fortaleza.
La apetitiva, en la que prevalecen los apetitos del cuerpo: hambre, sed.., es la parte que domina en la clase de los productores (agricultores, ganaderos, artesanos...) La virtud que deben practicar es la templanza o moderación de los "bajos instintos".
En el equilibrio de estas tres virtudes reside la armonía, que debe gobernar al individuo; de la misma manera que, en la polis, la justicia consiste en el equilibrio de los distintos grupos sociales, y en que cada clase de ciudadano se dedique a las funciones que les son propias.
 Ética y política son para Platón dos ámbitos correlativos, y no puede entenderse una ética sin política (no vivimos aislados, sino en una comunidad política) ni una política sin ética porque un sistema de gobierno debe perseguir el ideal de la justicia y el bien de toda la comunidad, y no el bien privado de los gobernantes.
Fue discípulo de Platón, maestro de Alejandro Magno. Habiendo nacido en Estagira (Macedonia) se trasladó a Atenas (s. III-IV a.d.C.) en donde tras abandonar la Academia, fundó una nueva escuela filosófica: El Liceo. Es uno de los filósofos más importantes de la historia. A él le debemos las primeras obras sistemáticas sobre ética, política, metafísica, física,  lógica... Destacamos en este caso su Ética a Nicómaco como obra de referencia
Según Aristóteles, la finalidad del hombre es conseguir la felicidad. Dado que éste se distingue justamente por poseer la facultad de la razón, la felicidad humana consistirá en perfeccionar al máximo esta facultad. Vivir bien equivale, pues, a vivir conforme a la razón, que es el rasgo superior de lo humano. Sin embargo, no siempre actuamos conforme a los dictados de nuestra razón, a menudo nos dejamos llevar por nuestro lado pasional, la parte apetitiva (los sentimientos, los deseos, las pasiones), y no siempre obtenemos la felicidad actuando de este modo, sino que, por el contrario, nos creamos problemas de difícil solución (si la profesora de ética me fastidia, puedo tener el deseo de quitármela del medio de cualquier modo, sin embargo eso supondría estar fastidiado en cárcel unos cuantos años). Es por ello que hay que ser racional y ejercitar las virtudes y, en especial, corregir los excesos.
La felicidad es "la actividad del hombre conforme a la virtud". A través de las virtudes el ser humano domina su parte irracional.
Las virtudes éticas son adquiridas a través de la costumbre o el hábito y consisten, fundamentalmente, en el dominio de la parte irracional del alma (sensitiva) y regular las relaciones entre los hombres. Las virtudes éticas más importantes son: la fortaleza, la templanza, la justicia.
Las virtudes dianoéticas se corresponden con la parte racional del ser humano, siendo, por ello, propias del intelecto . Su origen no es innato, sino que deben ser aprendidas a través de la educación o la enseñanza. Las principales virtudes dianoéticas son la inteligencia (sabiduría) y la prudencia.
La virtud es un hábito de carácter racional, y según Aristóteles consiste en el justo medio. Respecto a la valentía, el justo medio está entre la cobardía y la osadía. Pero además, somos cada uno de nosotros los que hemos de determinar dónde está nuestro justo medio. Ser generoso, por ejemplo, no es lo mismo para una persona rica que para una persona pobre.
Por último, al igual que para su maestro, el ser humano es social por naturaleza, y llega a definirlo como : "..el hombre es por naturaleza un animal político". Por ello, no debe haber ética sin política ni viceversa.
Epicuro (s. III-IVa.C.) fundó también una escuela de carácter filosófico llamada El Jardín, en la ciudad de Atenas. En ella se refugió, aislándose de la vida política y de la sociedad, practicando la amistad, el gusto por lo bello y por el conocimiento. El objetivo de la filosofía debe ser práctico: fomentar una vida buena y feliz.
La tesis básica de la doctrina de Epicuro es que la finalidad de la vida humana consiste en buscar el placer y huir del dolor. Esto representa un alejamiento de la línea de pensamiento seguida por Sócrates, Platón y Aristóteles. Sin embargo, es necesario matizar que el concepto de placer que tiene Epicuro no es simplemente un ¡¡¡Viva la Virgen!!!.
Para los epicúreos, la felicidad se consigue con el placer. Pero no con cualquier placer; debe ser un placer que conlleve un estado en el cual se supera el dolor físico (aponía) y la preocupación (ataraxia, que viene a ser como la liberación de la angustia). Para evitar el dolor físico, Epicuro propone un ideal de vida sobrio y frugal, limitado a la satisfacción de las necesidades naturales, y siempre con medida
 Hay tres tipos de placeres:
  • Naturales y necesarios. Son imprescindibles para la supervivencia y conservación de los seres humanos: comer, beber, descansar..
  • Naturales y no necesarios. Son los mismos que los anteriores, pero en un alto grado de refinamiento. Por ejemplo: el sibaritismo, la exquisitez.
  • No naturales y no necesarios. Provienen de la vanidad: riquezas, poderes, honores...
Según Epicuro, sólo hay que satisfacer los placeres naturales y necesarios, los demás estropean el cuerpo y perturban el alma. Por lo tanto, el buen método y el verdadero placer consisten en saber limitar los propios deseos.
Para evitar la preocupación y el dolor, Epicuro propone un ideal de vida apartado de la vida pública de la ciudad. La vida privada tranquila, sin excesos, sin participar en la agitación de la vida pública, dará las mejores condiciones para alcanzar la felicidad, la ausencia de perturbación, en una palabra: la ataraxia. Así, la vida moral es fundamentalmente individual y la única relación que se debe apreciar entre los individuos es la de la amistad, una relación libre y natural.  
Epicuro afirma que la filosofía tiene que cumplir un doble objetivo: liberarnos de los prejuicios o falsas ideas que fomentan el temor y el sufrimiento y hacernos capaces de adaptarnos de buen grado a las circunstancias. Inducidos por nuestra ignorancia tememos: al dolor, el a la muerte, a los dioses y al destino. Para evitar estos temores Epicuro propone el cuádruple remedio, el tetrafarmakon.
  • No hay que temer a la muerte: “el más terrible de los males, la muerte, no es nada para nosotros, pues cuando nosotros existimos, la muerte no existe, y cuando la muerte existe, nosotros no existimos”.
  • No hay que temer al dolor corporal: cuando es intenso y insoportable dura poco y cuando dura más tiempo es menos fuerte y más soportable; nos acostumbrándonos al dolor moderado; el dolor intenso nos mata y es el fin de todo dolor.
  • No hemos de temer a los dioses, pues caso de que existan, cosa que duda Epicuro, estos no se ocupan de nuestros asuntos pues sería contrario a su majestad descender a tan nimios problemas.
  • No debemos temer el futuro:nuestro destino no está "escrito", y si lo estuviera, no podríamos saber qué sucederá.

El estoicismo es una corriente filosófica que surge en la escuela fundada por Zenón de Citio (335-264 a.d.C.) en Atenas. En ella se estudiaba física, lógica y moral.
Para los seguidores de esta escuela, el universo está regido por leyes fijas e inflexibles y el hombre, si quiere ser razonable, debe adaptarse a ellas. Cada individuo tiene un destino inexorable y sólo es feliz quien lo acepta y no intenta modificarlo. Sólo quien sea capaz de comprender la estrecha relación entre la naturaleza y el ser humano podrá ser feliz. Desde esta perspectiva, la vida buena se convierte en un esfuerzo para llegar a esa comprensión definitiva: que hay que cambiar la actitud ante la vida antes que a la vida misma porque todo ocurre de modo necesario: porque tiene que ocurrir, y de nada vale oponerse al destino.
Para los estoicos el sabio ha de mostrarse imperturbable, es decir, ha de llegar a la ataraxiay ser independiente de los azares del destino: autarquía. Sólo desde la sabiduría logra comprender la ley de la naturaleza y se adapta a ella, acata racionalmente la ley universal y acepta su destino, intentando cambiar él mismo antes que cambiar el mundo Los estoicos se consideraban cosmopolitas: proclamaban la fraternidad universal, creían en la igualdad entre los seres humanos y en la ausencia de fronteras entre los países.
Como escuela de moral tuvo mucha influencia y pertenecieron a ella filósofos como Cicerón (106-43 a.d.C.), Séneca (4 a.d.C. – 65 d. C.), Epícteto (50-125 d.C.) y el emperador romano Marco Aurelio (121-180 d. C.)
Kant, nacido en Alemania en el siglo XVIII, es uno de los filósofos ilustrados de mayor repercusión en la historia de la filosofía. Tres son sus principales obras.
 Crítica de la razón pura ......................tema: los límites del conocimiento.
Crítica de la razón pura práctica.... tema: fundamento de una moral universalmente válida.
Crítica del juicio....................................tema: estética y filosofía de la historia.
 El objetivo de Kant en su CRPP es fundamentar la moral desde unas bases universalmente válidas. Empezará su labor criticando todas las éticas anteriores por considerarlas materiales, y no formales.
Una ética es material cuando tiene un contenido: indica cual es el fin que todo hombre debe perseguir: la felicidad, la perfección, el placer, el dinero, lo útil.. A parte de fines, también propone los medios que son más adecuados para conseguir el fin propuesto. Ej.: "Si quieres ser feliz (fin), busca el placer(medio)"; "Si quieres tener mucho dinero, busca un buen trabajo".
Por el contrario, lo que busca Kant es una ética formal, vacía de contenidos. No pretende decirnos qué es lo que debemos perseguir ni la forma de conseguirlo. Lo único que se propone es averiguar qué características formales debe cumplir un hecho para ser considerado moral. Le interesa la forma, no el contenido. Un hecho moral formalmente válido debe ser universal y necesario. Ya volveremos sobre ello cuando estudiemos los tipos de acciones.
Kant critica los siguientes aspectos de estas éticas materiales:
 a) Son empíricas o a posteriori: Los preceptos o normas y el contenido se basan en la experiencia. Ej.: "los epicúreos dicen que el placer es el fin del hombre porque la experiencia nos dice que desde niños buscamos el placer". Y la experiencia nos demuestra que la política produce disgustos ("si quieres ser feliz, apártate de la política")
Pero Kant pretende una ética cuyos principios sean universales, a priori, válidos para todos en cualquier tiempo y lugar y esto no puede provenir de la experiencia que siempre es particular tal como lo demuestra el hecho de que los hombres no se pongan de acuerdo sobre los fines que hay que perseguir en la vida, y mucho menos aún, en los medios que han de emplearse.
 b) Son  hipotéticas: Los preceptos (normas) de la ética material son hipotéticos (y no categóricos) porque son condicionales (“si x... entonces y”). Dicen qué medios hay que poner en juego para conseguir un fin determinado: Si quieres aprobar, tienes que estudiar. Pero qué pasa si uno no tiene el menor interés en aprobar, sencillamente que este precepto no es válido para él, por lo tanto no es universal.
 Por el contrario, Kant no está interesado en proponer condiciones que hagan posible la obtención de un pretendido bien particular, sino que busca imperativos de tipo categórico: válidos universalmente y necesarios (Necesario significa en la filosofía kantiana "sin contradicción " o "lo que es así y no puede ser de otro modo") y no hipotéticos.
c) Son heterónomas: El sujeto no se da a sí mismo sus propias normas de conducta siguiendo su propia razón, sino que su voluntad viene determinada desde fuera, siguiendo las costumbres o usos sociales, o bien desde dentro, siguiendo sus inclinaciones o deseos y no su razón.
 Contrariamente a lo anteriormente dicho, Kant defiende la autonomía: la autodeterminación de la voluntad del sujeto desde la razón, y no desde otra fuente.
La ética kantiana es formal, vacía de contenido. Es a priori, no empírica, porque debe ser universal y necesaria para todos los hombres. Es categórica, no hipotética, porque sus juicios deben ser absolutos, o lo que es lo mismo, las acciones que cada uno realice deben poder ser universalizables y convertirse es ley para todos. Y por último, es autónoma, no heterónoma, porque es el sujeto el que debe determinarse a obrar, a darse a sí mismo su ley con la sola determinación de su razón.
EL DEBER
La ética kantiana es “deontológica” (basada en el DEBER) entendido como obligatoriedad de realizar una acción cuando se sabe racionalmente que es conforme a la ley que la voluntad se da a sí misma de manera autónoma. El deber no debemos entenderlo como una imposición exterior, sino más bien como un sentimiento de auto obligación que conduce a realizar aquello que consideramos correcto no porque nos convenga o nos guste, simplemente porque es lo correcto.
Respecto al deber, Kant distingue tres tipos de acciones. Supongamos que un amigo nuestro ha cometido un crimen y acude a nosotros para que lo escondamos de la justicia. Tenemos tres posibilidades, según Kant para actuar:
a) Acciones contrarias al deber (inmorales): esconder a nuestro amigo y obstaculizar a la justicia. Actuamos por amor al amigo, pero ¿Qué pasaría si todo el mundo actuara de esta forma? es más, en el caso de que hubiesen matado a nuestro padre ¿pensaríamos que la persona que esconde al asesino está actuando debidamente?
 b) Acciones conformes al deber (meramente legales): entregar a la justicia a nuestro amigo por miedo a vernos implicados en su crimen. El móvil de nuestra acción sigue siendo egoísta. Hemos hecho lo que deberíamos hacer, pero nuestra acción sigue siendo inmoral, según Kant, porque nuestra voluntad no ha sido determinada por la conciencia del deber, sino por el miedo a las posibles represalias.
 c) Acciones por deber (morales): entregamos a nuestro amigo a la justicia porque consideramos que es nuestro deber, por mucho que nos duela ver al amigo en tal tesitura.
 A continuación transcribiremos un texto que nos ayudará a comprender la posición de Kant:
            "Otro se ve apremiado por la necesidad a pedir dinero en préstamo. Bien sabe que no podrá pagar, pero sabe también que nadie le prestará nada como no prometa formalmente devolverlo en determinado tiempo. Siente deseos de hacer tal promesa, pero aún le queda conciencia bastante para preguntarse: ¿no está prohibido, no es contrario al deber salir de apuros de esta manera? Supongamos que decida, sin embargo, hacerlo. Su máxima de acción sería esta: cuando crea estar apurado de dinero, tomaré a préstamo y prometeré el pago, aún cuando sé que no lo voy a hacer nunca. Este principio del egoísmo o de la propia utilidad es quizá muy compatible con todo mi futuro bienestar. Pero la cuestión ahora es esta: ¿es ello lícito? Transformo, pues, la exigencia del egoísmo en una ley universal y dispongo así la pregunta: ¿qué sucedería si mi máxima se tornase universal? En seguida veo que nunca puede valer como ley natural universal, ni convenir consigo misma, sino que siempre ha de ser contradictoria, pues la universalidad de una ley que diga que quien crea estar apurado puede prometer lo que se le ocurra proponiéndose no cumplirlo, haría imposible la promesa misma y el fin que con ella pueda obtenerse, pues nadie creería que recibe una promesa y todos se reirían de tales manifestaciones como de un vano engaño"[Kant: Metafísica de las costumbres]
Como se puede ver, cada vez que alguien se decida a actuar debe preguntarse si querría que la máxima de su acción se convirtiera en ley universal, es decir, si es conveniente que todo el mundo actúe de la misma forma que él o ella en cada caso parecido.
Para Kant la única norma de moralidad es el deber, que es actuar conforme a la ley moral, y por respeto a la ley misma, que de un modo autónomo y racional cada uno se impone. El fin que persigue la moralidad es la consecución de una voluntad absolutamente buena, es decir, que siempre obre por respeto al deber.
 EL IMPERATIVO CATEGÓRICO
Al hilo de lo que acabamos de plantear, aclararemos la noción de imperativo categórico. Por imperativo entiende Kant la ley que la voluntad se da a sí misma siguiendo la orientación de la razón. Por categórico, aquello que tiene validez universal o absoluta. Según Kant, toda acción moral debe estar regida por este tipo de imperativos. El imperativo es formal, vacío de contenido, no te dice qué es lo que tienes que hacer, sino qué forma debe tener la regla o máxima de tu acción para que sea universalmente válida. La máxima sería el contenido o la concreción que cada uno hace del imperativo categórico. A continuación pasaremos a enunciar dos de las formulaciones diferentes que hace Kant del imperativo categórico:
1ª fórmula: "Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal"
 2ª fórmula: "Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro,  siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio
Como hemos dicho anteriormente, Kant no pretende decir cómo se tiene que actuar, porque si lo dijera su propuesta moral ya no sería ni autónoma, sino heterónoma, ni formal, sino material. El imperativo categórico es el requisito formal al que debería acogerse todo sujeto moral para que sus acciones puedan ser consideradas universalmente válidas.
La voluntad, según Kant, ha de ser autónoma: libre de inclinaciones (deseos, afectos o caprichos) y movida por imperativos, o mandatos categóricos, que es lo mismo que decir de validez universal y necesaria.
Los principales filósofos utilitaristas son Jeremy Bentham (XVIII-XIX) y John Stuart Mill (XX). Son utilitaristas porque sostienen que el criterio que determina la felicidad y la finalidad de las acciones morales es el de utilidad.
Ambos aceptan que la finalidad de la vida humana es alcanzar la felicidad, y esta consiste en la búsqueda del placer y la huida del dolor, tal como afirma el hedonismo. La diferencia con el hedonismo, es que los utilitaristas no son individualistas. Parten de considerar a los seres humanos, no sólo como individuos aislados, sino como miembros de una sociedad, de tal modo que la felicidad ha de entenderse como un bien colectivo, es decir, no podemos ser felices ni estar bien si los que nos rodean no lo son.
El principio de felicidad establece que hay que buscar la mayor felicidad posible para el mayor número de individuos. Y la sabiduría consiste en procurar el interés general, no sólo el propio, porque incluso el placer personal depende del placer de la mayoría.
Otro punto de contacto del utilitarismo con el hedonismo de Epicuro es el procedimiento para elegir entre varias opciones, un criterio que podríamos llamar "aritmético" y que consiste en "calcular" la cantidad de placer y dolor que pueden  acarrear nuestras elecciones, de tal modo que elegiremos la que mayor placer nos proporcione o el placer de mayor calidad (Mill). Por lo tanto, la bondad o utilidad de nuestros actos dependen de las consecuencias que tengan (ética consecuencialista)
Por último, el altruismo: la capacidad de preferir el bien de la humanidad antes que el propio, es la virtud que según los utilitaristas debería promover la educación.
 MARX
Marx (s. XIX) no habló específicamente de ética y la sitúa dentro de la ideología que usa la clase dominante para perpetuarse en el poder.
La ideología es un conjunto de ideas conscientes o inconscientes que impone la clase dominante para perpetuarse en el poder y seguir oprimiendo a la clase trabajadora. La ideología funciona porque la gente no se para a pensar en las creencias y prejuicios que le han inculcado. Funciona porque no hay conciencia real de lo que somos y nos sucede. La ideología viene determinada por la estructura económica: el dinero y la propiedad lo que genera ese conjunto de ideas falsas y manipuladoras que dividen la sociedad en dos clases: opresores y oprimidos.
La ideología y la economía son la principal causa de lo que Marx llama alienación. Estar alienado significa ser heterónomo tanto en lo relativo a las ideas, a los actos, como al producto del propio trabajo. ¿Por qué el hombre está alienado?  porque la verdadera dignidad del hombre la produce el trabajo con el que transforma la naturaleza. Pero el fruto del trabajo no le pertenece y se le priva, así, de sí mismo. En vez de ser un hombre, se transforma en un producto que se vende en el mercado como fuerza de trabajo. Al conformarse o no darse cuenta de su condición de explotado, su vida deja de estar en sus manos, se convierte en una marioneta sin pensamiento y decisiones propias. En vez de ser él mismo, es otro ("alio"=otro), no es más que lo que los explotadores quieren que sea.
También la religión es una parte de la ideología al servicio del poder. Las religiones predican la obediencia, la humildad y la resignación, a cambio ofrecen la salvación en la otra vida. Como consecuencia, según Marx, las personas no luchan por una vida mejor, se conforman. Frases como “Bienaventurados los pobres, porque de ellos será el reino de los cielos” ocultan posiciones ideológicas perjudiciales para el progreso , la igualdad y la libertad humanas.
La moral tampoco se libra de esta crítica a la ideología y su poder alienante.
Pero Marx no se conforma con la injusticia, cree que es necesario actuar para transformar las condiciones de vida de la mayoría de la humanidad. La Filosofía, dice en su célebre Tesis XI sobre Feuerbach, había explicado el mundo, ahora el deber es transformarlo. La tarea principal de los explotados es la Praxis Revolucionaria, la actuación transformadora de la realidad. En ese sentido se puede hablar de ética marxista.
En resumen la moral de Marx es una moral revolucionaria, transformadora de la realidad social y firmemente optimista: El sistema capitalista terminará devorándose a sí mismo porque la competencia será cada vez mayor, eso hará bajar los salarios y subir el paro hasta tal punto que su funcionamiento se colapsará y surgirá la humanidad feliz, sin explotadores ni explotados, los seres humanos conseguirán la libertad y la igualdad.

EXISTENCIALISMO 
El existencialismo es una corriente filosófica que aparece en el siglo XX en Europa en el periodo de entreguerras (I y II Guerra Mundial). La falta de ideales y la desorientación general y la falta de sentido vuelve a hacer necesario plantearse la cuestión: ¿Qué es el ser humano? ¿Cómo es posible que una especie que se dice inteligente llegue a tan altos puntos de crueldad: tortura, guerra, holocausto? ¿Qué responsabilidad tenemos sobre nuestros actos?
El existencialismo reivindica el papel de la libertad. El hombre se sabe libre y no tiene más remedio que ser libre, es obligatoriamente libre. Las personas, al vivir, van ejerciendo su libertad en cada decisión y van construyendo su código ético. Así entendido, el hombre es un proyecto que se va haciendo, que se va realizando y que se define con lo que hace y decide hacer.
Para el filósofo francés Sartre, la moral es una cuestión humana y Dios nada tiene que ver en eso. Quien inventa los valores y los va creando es el mismo hombre. El valor máximo es, pues, la libertad y, con ella, la idea de responsabilidad de los propios actos, el compromiso con las propias decisiones. Pero ser libre cuesta, es un trabajo duro y nos produce angustia porque sabemos que los únicos responsables de nuestra vida somos nosotros mismos. Además, sabemos que nuestras decisiones también le afectan a otros. Dice Sartre: “estamos condenados a ser libres”, lo cual significa que debemos elegir qué tipo de persona queremos ser y aceptar que nuestros actos tienen consecuencias y debemos responder por ellos.
Sartre compaginará esta idea de libertad individual, solitaria, con la necesidad de convivir con los demás. Por ello, afirma: "mi libertad no es un fin en sí misma; lo que es un fin en sí mismo es la libertad: la mía y la de los demás". Esto es así porque cuando elijo no sólo me comprometo yo, comprometo conmigo a toda la humanidad. Inevitablemente, los actos de mi existencia se convierten en modelo de comportamiento para mí y para los demás.
El existencialismo considera que debemos ser auténticos y coherentes, y no actuar de modo contrario al que pensamos. Critica la falsedad y la hipocresia