Bloque 6. LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD
La diferencia
entre legalidad y legitimidad ha sido una cuestión fundamental de la teoría
política y el derecho, desde los inicios del pensamiento humano. La ley es un
conjunto de normas de conductas cuyo incumplimiento está sancionado por
castigos. Tanto si la ley es una norma escrita como si es fruto de una
tradición oral, se entiende que legalidad es todo aquello que ocurre dentro del
marco legal dado como válido por el conjunto del cuerpo social. Un acto es
legal cuando no incumple una norma; de este modo, cruzar el semáforo en verde,
tirar la basura según la hora estipulada por la normativa municipal o no robar
al vecino, son comportamientos legales en tanto que no incumplen ninguna ley.
Como vemos, es
sencillo explicar lo que es legal, mucho más complejo es saber lo que es la
legitimidad. En ocasiones entendemos que ciertos comportamientos son legales
pero ilegítimos; por ejemplo, puede ser que criticar a los vecinos no sea un
delito y, por tanto, no es un acto “ilegal”; sin embargo, entendemos que no es
un acto legítimo hablar mal de alguien a sus espaldas. Vemos que la moral no
está contenida por lo legal sino que más bien parece lo contrario; además, la
cosa se complica cuando descubrimos que, en ocasiones, lo legal se opone a lo
que sentimos como legítimo.
Cuando
observamos las persecuciones que ha sufrido el pueblo judío en Europa durante
los últimos siglos, comprendemos que actos que hoy nos parecen monstruosos eran
perfectamente legales en determinadas épocas. Denunciar a tu vecino judío no
solo era legal en la Alemania nazi o en la España de 1492 sino que no
denunciarlo podía ser entendido como un delito. ¿Era legítimo que alguien se
opusiese a esa ley y ayudase a los judíos víctimas de la persecución?
¿Condenaríamos su conducta? Creo que la mayoría de los lectores estarán de
acuerdo en admitir que un hombre que violase esas leyes no actuaría
ilegítimamente aunque sí ilegalmente. Estos conflictos no solo se originan
cuando echamos la vista atrás o comparamos nuestros sistemas de leyes con los
de otras culturas. Hoy en día ese conflicto entre legalidad y legitimidad está
más vivo que nunca y continuamente el debate se reabre; por ejemplo, hace poco Dana Bakdounis se fotografió sin velo y
subió su foto a una red social ¿acaso no tiene derecho una chica a
negarse a llevar el velo aún cuando en su país la ley establece que debe
llevarlo?
Dirimir cuales
son los derechos individuales inalienables y que no pueden negárseles a ningún
hombre independientemente de la sociedad en la que viva y sus leyes, es una
labor compleja debido a las culturas y tradiciones humanas plurales que
conviven en nuestro planeta. Sin embargo, y a pesar de tal dificultad, también
existen abusos que la inmensa mayoría de la población mundial reconoce como
tales por muy legales que sean: las guerras imperialistas, el hambre evitable…
La actual
crisis económica en Europa ha puesto cruelmente de manifiesto este conflicto
entre la ley y lo justo-legítimo. Cuando la ley condena al desahucio a una
persona por haber perdido su puesto de trabajo o recorta derechos laborales,
podemos dudar que tal ley sea legítima; mas, cuando los mismos que sostienen
esas leyes indultan a banqueros, políticos corruptos y
a torturadores pero no a las familias que se ven condenadas a la
miseria, pocas dudas nos deben caber sobre la legitimidad de tales leyes y
gobernantes. Por lo tanto, igual que un ciudadano alemán estaba moralmente
autorizado a desobedecer ciertas leyes bajo la opresión nazi, nosotros lo
estamos hoy para cuestionar nuestro grado de obediencia a unas leyes que se aplican conculcando derechos
humanos básicos y haciendo uso de la violencia.
En definitiva,
la cuestión teórica sobre la relación entre la legalidad y la legitimidad
tiene, adoptemos la postura que adoptemos, consecuencias prácticas y políticas
evidentes que no deben ser desdeñadas en el análisis.
Legitimidad y legalidad
Legitimidad es un concepto asociado a la política y
al ejercicio de los poderes y la autoridad pública, mientras que legalidad es un término
relativo al ámbito del Derecho que se refiere a lo que es legal. Por un lado, la legitimidad se obtiene
mediante una serie de normas y procedimientos que dotan a determinados
funcionarios de autoridad pública y mandato, mientras que la legalidad es todo el
sistema jurídico sobre el que se sustenta la organización política de un
Estado, de allí que el ejercicio del poder esté sometido al ordenamiento
jurídico. En este sentido, cuando el poder legítimamente obtenido violenta las
leyes pierde, automáticamente, legitimidad
Legitimidad política
La legitimidad política se
obtiene, dentro de un Estado, cumpliendo con la serie de normativas y
procedimientos que dotan de autoridad el mando y la gestión de los funcionarios
o los ocupantes de un cargo público dentro de la organización política de una
nación o jurisdicción. Lo contrario, la ilegitimidad,
traería como consecuencia una crisis de legitimidad que derivaría en una crisis política, pues
los ciudadanos, al desconocer la legitimidad de quienes ejercen el poder
político, se verían impelidos a tampoco reconocer u obedecer su mandato.
Legitimidad del poder
Un poder es legítimo cuando tiene la
potestad de mandar y de ser obedecido. Para su legitimación, el poder tiene que
cumplir un conjunto de reglas y de procedimientos, así como atravesar una serie
de instancias que lo dotarán de autoridad ante sus gobernados. En las Ciencias
Políticas, la legitimidad implica la justificación ética del origen del poder,
de allí que, en nuestros sistemas políticos modernos, la democracia sea la
instancia legitimadora por excelencia del poder. No obstante, sistemas
políticos antiguos, como la monarquía,
sostienen que el poder del rey deriva de la voluntad divina.
Legitimidad del Estado
Un Estado goza de legitimidad cuando entre
los miembros de la comunidad política, los factores sociales y la ciudadanía
que lo integran existe un consenso lo suficientemente amplio y sólido para
convenir en acatar su orden, sus instituciones, sus leyes y su autoridad.