domingo, 5 de noviembre de 2017

Valores éticos y moral

Los valores son las propiedades, cualidades o características de una acción, una persona o un objeto consideradas típicamente positivas o de gran importancia. Los valores son objeto de estudio de la Axiología. Hay diferentes tipos de valores: económicos, higiénicos, estéticos, éticos, etc. 
Cuando se habla en este contexto de escala de valores se habla de un sistema de valores jerarquizado en el que se priorizan unos valores por encima de otros cuando existe un conflicto.
Los valores éticos son guías de comportamientos que regulan la conducta de un individuo. Los valores éticos más relevantes son: justicia, libertad, responsabilidad, integridad, respeto, lealtad, honestidad, equidad, entre otros.
Los valores éticos son el fundamento de las acciones morales. Una acción moral es: voluntaria, libre, consciente, intencional, repercute sobre los demás y es susceptible de ser evaluada como buena o mala. Las acciones morales se evalúan según las normas morales, las cuales se formulan a partir de los valores éticos o morales.
Así, el valor ético de la solidaridad está en la base de una norma moral concreta: debo ayudar a los demás. Por tanto, si realizamos una acción en la que prestamos ayuda a otra persona o grupo de personas, nuestra acción será considerada moralmente buena, dado que sigue la norma moral propuesta. En caso contrario será moralmente mala.

Étapas de la conciencia moral







El psicólogo Kohlberg, situado dentro de los convencionalistas, describió muy bien
este desarrollo moral de la conciencia, a través de tres niveles, dentro de cada uno de

Nivel preconvencional

1ª etapa:
(infancia)
El niño pequeño está regido una moral heterónoma que le viene impuesta
desde fuera, es decir, su obediencia a las normas se rige por la
consideración de las consecuencias: el premio o el castigo que sus actos
pueden tener. Las normas son impuestas desde fuera (heteronomía)

2ª etapa:
(infancia)
El niño desea obtener aquello que quiere de modo que respeta las normas
impuestas, si bien, para obtener lo que le interesa, esta actitud se podría
resumir en la fórmula te doy para que me des”. El niño es, pues,
egocéntrico e individualista.

Nivel convencional

3ª etapa:
(adolescencia)
En esta etapa, el adolescente empieza a reconocer que “lo bueno” o “lo
justo” es aquello que asegura la supervivencia del grupo, por lo que el
adolescente se empieza a identificar con los “intereses de todos” (va
abandonando su individualismo). Su moral sigue siendo heterónoma, ya que
acepta las normas del grupo social (de la familia o grupo de amigos, etc.),
buscando la aprobación, ser aceptado y valorado por grupo.

4ª etapa:
(adolescencia)
Es una ampliación de la anterior etapa. Las normas que cumplía para “ser
aprobado” por el grupo social, ahora el las considera un deber ineludible, ya
que habría consecuencias catastróficas si nadie las cumpliera. Aparece así,
la “conciencia del deber” y considera un deber mantener el sistema social.

Nivel Postconvencional

5ª etapa:
(juventud)
La conciencia empieza a regirse por una moral autónoma. Las decisiones
morales adoptadas de forma autónoma, se generan teniendo en cuenta los
derechos, valores y normas que se consideran universalmente aceptables
(como la igualdad, la justicia, etc.), teniendo en cuenta la utilidad que tienen
para la sociedad concreta en que vive, la conciencia moral se rige por el
lema “el mayor bien para el mayor número”. Se trata de un individuo que ha
alcanzado una madurez psicológica y que, de forma libre y racional, elige
valores y derechos comprometidos socialmente.

6ª etapa:
(adulto)
El individuo se rige por principios éticos universales, los que toda la
humanidad aprobaría. Las leyes particulares de cada sociedad (etapa 5) y
las decisiones individuales de la persona, se guían ya en esta etapa por
principios éticos universales como la igualdad de derechos, la justicio, las
libertades básicas (aquellas señaladas en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos), y el respeto a la dignidad de los seres humanos. En
esta etapa, el individuo considera los principios morales, como los más
importantes, por lo que juzga las leyes jurídicas y las costumbres sociales
según su grado de cumplimiento de los principios éticos, y no al revés.