Podemos
enumerar los principios más importantes del pensamiento de Hume de este modo:
1.-Principio empirista: La experiencia sensible es el origen, el límite y la fuente de validez y legitimidad de nuestro conocimiento. El ser humano conoce a partir de la experiencia y no puede ir más allá de la experiencia. En último término, ésta se convierte en el criterio último para separar al conocimiento verdadero, el que está bien fundado, del conocimiento falso, que sería aquel que va más allá de la experiencia o incluye conceptos de los que no cabe una impresión inmediata. Aunque nuestro pensamiento aparente ser capaz de ir más allá de lo que los sentidos nos ofrecen, en cuanto rebasa esta frontera cae en el error. Por eso afirma Hume en la Investigación sobre el conocimiento humano: “todos los materiales del pensar se derivan de nuestra percepción interna o externa”.
1.-Principio empirista: La experiencia sensible es el origen, el límite y la fuente de validez y legitimidad de nuestro conocimiento. El ser humano conoce a partir de la experiencia y no puede ir más allá de la experiencia. En último término, ésta se convierte en el criterio último para separar al conocimiento verdadero, el que está bien fundado, del conocimiento falso, que sería aquel que va más allá de la experiencia o incluye conceptos de los que no cabe una impresión inmediata. Aunque nuestro pensamiento aparente ser capaz de ir más allá de lo que los sentidos nos ofrecen, en cuanto rebasa esta frontera cae en el error. Por eso afirma Hume en la Investigación sobre el conocimiento humano: “todos los materiales del pensar se derivan de nuestra percepción interna o externa”.
2.-Principio de inmanencia: aunque Hume no llega a utilizar este término, sí que defiende en sus obras que cualquier dato de la realidad es siempre inmanente, es decir, permanece dentro del sujeto. A partir de este principio se deriva una consecuencia muy importante: el sujeto pierde el contacto con la realidad misma, con los objetos y debe conformarse con tener impresiones sensibles de los mismos. La realidad queda así mediatizada para siempre por nuestros sentidos. Si Descartes subjetiviza el mundo convirtiéndolo en un contenido o una representación mental, Hume lo subjetiviza también al interpretarlo como un dato de nuestra experiencia. Hume llamará a los contenidos de nuestra experiencia percepciones, y distinguirá dos tipos: las impresiones, que serían “nuestras percepciones más intensas: cuando oímos, o vemos, o sentimos, o amamos, u odiamos, o deseamos, o queremos”, y las ideas que serían “menos intensas”. A su vez, mostrando aquí la influencia de Locke, Hume dividirá las impresiones en impresiones de sensación (las que se refieren a la experiencia externa) y en impresiones de reflexión (aquellas en las que el sujeto “se siente” a sí mismo, propias de la experiencia interna). Hume define estos conceptos esenciales de la siguiente manera (citas textuales del Resumen del Tratado de la Naturaleza Humana):
1. Percepción: “todo lo que puede estar presente
a la mente, sea que empleemos nuestros sentidos, o que estemos movidos por la
pasión o que ejerzamos nuestro pensamiento y nuestra reflexión”
2. Impresión: aquella percepción en la que
“sentimos una pasión o una emoción de cualquier clase, o cuando las imágenes de
los objetos externos nos son traídas por nuestros sentidos. […] Son nuestras
percepciones vivas y fuertes.”
3. Idea: es una clase de percepción en la
que “reflexionamos sobre una pasión o sobre un objeto que no está presente. […]
Las ideas son las percepciones más tenues y más débiles.”
3.-Principio
de copia: para Hume,
las ideas son las huellas o copias que dejan las impresiones en nuestra memoria
o imaginación. Así lo afirma en la Investigación:
“Todas nuestras ideas no son sino copias de nuestras impresiones, es decir, que nos es imposible pensar algo que no hemos sentido previamente con nuestro sentidos internos o externos”.
Evidentemente, con este principio levanta Hume una dura crítica contra el innatismo de filósofos como Descartes o Platón: no existen ideas innatas, sino que cualquier idea, incluida la más abstracta que se pueda pensar, no es más que una creación de la mente humana a partir de las impresiones concretas. Además, Hume utilizará este principio como criterio de discriminación, para separar aquellas ideas legítimas (fundadas en la experiencia sensible) de las que son simples creaciones humanas:
“Todas nuestras ideas no son sino copias de nuestras impresiones, es decir, que nos es imposible pensar algo que no hemos sentido previamente con nuestro sentidos internos o externos”.
Evidentemente, con este principio levanta Hume una dura crítica contra el innatismo de filósofos como Descartes o Platón: no existen ideas innatas, sino que cualquier idea, incluida la más abstracta que se pueda pensar, no es más que una creación de la mente humana a partir de las impresiones concretas. Además, Hume utilizará este principio como criterio de discriminación, para separar aquellas ideas legítimas (fundadas en la experiencia sensible) de las que son simples creaciones humanas:
“Cuando una idea es ambigua, siempre se puede recurrir a la impresión correspondiente que la puede convertir en clara y precisa. Así, cuando el autor sospecha que un término filosófico no está aparejado a ninguna idea, como es muy común, se pregunta siempre: ¿de qué impresión deriva esta idea? Y si no puede remitirse a ninguna impresión, concluye que el término en cuestión carece de significado. De esta manera ha examinado nuestra idea de “sustancia” y de “esencia” y sería de desear que este método riguroso se practicara más a menudo en los debates filosóficos” (Resumen del Tratado de la Naturaleza Humana).
4.-Principio
de asociación de ideas: según Hume, las ideas no aparecen de un modo aislado, sino que la
imaginación se encarga de enlazar unas con otras, estableciendo diferentes
conexiones. Pero además, las ideas mismas ejercen entre ellas una cierta fuerza
de atracción (¿una “gravedad” de las ideas?) que introduce un cierto orden en
nuestro pensamiento. La naturaleza de las ideas es la que provoca que éstas se
relacionen de un modo determinado y ordenado. Hume habla de 3 leyes distintas:
1. Semejanza: tendemos a asociar aquellas ideas
que guardan una cierta semejanza o parecido entre sí. Un cuadro o una
fotografía dirige nuestra mente al original que trata de representar o incluso
a la vivencia que la fotografía haya podido captar.
2. Contigüidad: tendemos a agrupar aquellas ideas
cuyas impresiones ocurrieron cercanas en el espacio y en el tiempo. Asociamos,
por ejemplo, las ciudades con sus monumentos, y a menudo recordamos hechos del
pasado enlazándolos con otras actividades realizadas en la misma época.
3. Causa-efecto: nos es inevitable pensar de un
modo conjunto aquellas ideas entre las que establecemos nexos causales. Así por
ejemplo, el humo nos obliga a pensar inmediatamente en el fuego.
5.-Principio
de negación de las ideas abstractas: conectando con toda la tradición empirista y
nominalista anglosajona (desde Ockham a Hobbes o Locke), Hume negará la validez
y legitimidad de las ideas abstractas. Estas son, sencillamente, complejas
creaciones de la mente humana, que en cuanto se le deja una mínima libertad
tiende a generalizar los datos concretos y particulares. Así lo defiende Hume
en la Investigación:
“Hablando con propiedad, no existen las ideas generales y abstractas, sino que todas las ideas generales no son, en realidad, sino ideas particulares vinculadas a un término general, que recuerda en determinados momentos otras ideas particulares que se asemejan en ciertos detalles a la idea presente en la mente. Así, cuando se pronuncia el término “caballo”, inmediatamente nos figuramos la idea de un animal blanco o negro, de determinado tamaño y figura; pero como ese término usualmente se aplica a animales de otros colores, figuras y tamaños, estas ideas –aunque no actualmente presentes a la imaginación- son fácilmente recordadas, y nuestro razonamiento y conclusión proceden como si estuvieran actualmente presentes.”
“Hablando con propiedad, no existen las ideas generales y abstractas, sino que todas las ideas generales no son, en realidad, sino ideas particulares vinculadas a un término general, que recuerda en determinados momentos otras ideas particulares que se asemejan en ciertos detalles a la idea presente en la mente. Así, cuando se pronuncia el término “caballo”, inmediatamente nos figuramos la idea de un animal blanco o negro, de determinado tamaño y figura; pero como ese término usualmente se aplica a animales de otros colores, figuras y tamaños, estas ideas –aunque no actualmente presentes a la imaginación- son fácilmente recordadas, y nuestro razonamiento y conclusión proceden como si estuvieran actualmente presentes.”
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