martes, 31 de octubre de 2017

La persona, la personalidad y la dignidad

 
 
La persona y la personalidad

Hay diferentes maneras de definir ‘persona’. Una de ellas es esta:
Una PERSONA es un ser capaz de pensar, valorar y decidir sus actos
Aunque todos somos igualmente capaces de pensar, de sentir emociones, de valorar lo que ocurre y de decidir qué queremos hacer, afortunadamente no somos iguales, nadie es igual a otra persona. Todos iguales, todos diferentes, ese debería ser nuestro lema.
Esto hace que nuestras vidas sean irrepetibles e individuales. Lo que no quiere decir, ni mucho menos, que podamos ni queramos vivir sin los otros.
****
Desde siempre se ha intentado clasificar los rasgos de la personalidad. Por ejemplo:
-      Extrovertido / Introvertido. Una persona extrovertida (echada hacia afuera) es una persona que exterioriza o expresa mucho lo que piensa, siente, desea… Una persona introvertida, en cambio, es una persona más reservada, que guarda más sus pensamientos, emociones y deseos. Todos somos extrovertidos e introvertidos, pero en diferentes grados, situaciones vitales y aspectos.
-     
    Neurótico / Equilibrado. Una persona más neurótica tiene habitualmente actitudes que consideramos “negativas”, como la ansiedad, el miedo… Una persona equilibrada se comporta habitualmente de manera tranquila y serena, y suele ver más positivamente las cosas. Todos somos algo neuróticos, pero unas personas más que otras y más en unas situaciones que en otras.
¿Son innatos o aprendidos los rasgos de la personalidad de cada uno?
Aunque el entorno en que nos criamos y en que vivimos influye mucho en nuestra manera de comportarnos, parece que los rasgos esenciales de la personalidad los tiene uno desde su nacimiento.

Por eso, también, nos acompañan durante toda nuestra vida, aunque podemos modificarlos y adaptarlos algo a las circunstancias.

Nuestra personalidad tiene influencia en nuestras motivaciones, en lo que hacemos y lo que queremos, y en cómo lo hacemos y cómo lo queremos hacer.
Sin embargo, una influencia igual, o mayor en ciertos aspectos, la tiene el contexto social (cultural, económico…) en que nos encontramos en cada momento.
 
Definición de DIGNIDAD según el diccionario:
 
Cualidad del que se hace valer como persona, se comporta con responsabilidad, seriedad y con respeto hacia sí mismo y hacia los demás y no deja que lo humillen ni degraden. Así, se habla de
"perder la dignidad; respeta la dignidad de la persona, con todos sus derechos y libertades"
 
Explicación
 

¿Qué es Dignidad?

El término dignidad deriva del vocablo en latín dignitas, y del adjetivo digno, que significa valioso, con honor, merecedor. La dignidad es la cualidad de digno e indica, por tanto, que alguien es merecedor de algo o que una cosa posee un nivel de calidad aceptable.
La dignidad humana es un valor o un derecho inviolable e intangible de la persona, es un derecho fundamental y es el valor inherente al ser humano porque es un ser racional que posee libertad y es capaz de crear cosas. Esto quiere decir que todos los seres humanos pueden modelar, cambiar y mejorar sus vidas ejerciendo su libertad y por medio de la toma de decisiones. La dignidad se basa en el respeto y la estima que una persona tiene de sí misma y es merecedora de ese respeto por otros porque todos merecemos respeto sin importar cómo somos. Cuando reconocemos las diferencias de cada persona y toleramos esas diferencias, la persona puede sentirse digna, con honor y libre. En el Preámbulo de La Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 habla de la "dignidad intrínseca (...) de todos los miembros de la familia humana", y luego afirma en su artículo 1º que "todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos".
La dignidad, en este caso, es positiva y fomenta la sensación de plenitud y satisfacción, reforzando la personalidad. La esclavitud, entonces, se ha usado para personas que no se trataban como tales ni como dignas, es decir, antiguamente se decía que el esclavo no era una persona humana, sino un objeto.
La dignidad también es el respeto y la estima que merece una cosa o una acción. Es una excelencia, un realce de esa cosa o acción.

Libertad y responsabilidad



La libertad. ¿Puedo hacer lo que quiera? 

Todos queremos ser libres. Imagina a alguien que te dijera: "No quiero ser libre, no quiero elegir ni decidir nada...prefiero no tener que elegir'' ¿Qué le contestarías? El filósofo francés Jean-Paul Sartre escribió: "El hombre está condenado a ser libre". Nuestra vida como seres humanos está marcada por un hecho esencial: tenemos que elegir. ¿Qué deporte debo elegir? ¿Qué amigos quiero tener? ¿A qué me quiero dedicar? ¿Debo traicionar a mi amigo o contarle la verdad a un adulto? La libertad consiste, por tanto, en decidir si hacemos esto o lo otro. En la Antigüedad, la libertad era considerada en oposición a la esclavitud. Libre era aquél que podía hacer las cosas por sí mismo, que podía tomar sus propias decisiones. 

Responsabilidad 

La autonomía se gana y con ella se adquieren responsabilidades. Puede que hayas oído alguna vez la siguiente frase que aparece en Spiderman: "Un gran poder conlleva una gran responsabilidad". Esta frase nos recuerda la íntima relación que mantiene la libertad con la responsabilidad. Si somos libres para actuar y para tomar decisiones, entonces debemos hacernos cargo de las consecuencias de dichas acciones o decisiones. Y a la inversa, si somos responsables es porque hemos tenido la libertad suficiente para decidir hacer algo o no. No podemos sentirnos responsables de aquello que está fuera de nuestro alcance. La libertad conlleva poder hacer algo y asumir sus consecuencias.

La sociedad 

Pero nadie está solo, llegamos a ser lo que somos junto a otros. Por ello podemos afirmar que el ser humano es un ser social. Nos necesitamos los unos a los otros para poder vivir. Desde el momento en que nacemos nos encontramos inmersos en la sociedad. Para poder satisfacer nuestras necesidades primarias como alimentarnos, vestirnos, tener un lugar en el que habitar... necesitamos a los demás. Piensa en tu nombre, en tu ropa, en lo que comes cada día... piensa en la cantidad de personas que hay detrás de cada una de estas cosas... rápidamente te darás cuenta de cuánto dependes de otros para vivir. Pero no solo para satisfacer esas necesidades dependemos de la sociedad. Adquirimos el lenguaje y nuestras ideas y creencias en contacto con los otros. Las películas que vemos, los libros que leemos, la música que escuchamos son tan sólo algunas de las cosas que dependen de otros.

Convivencia: dignidad y respeto 

Por tanto, no solo nos necesitamos para vivir, sino que tenemos que convivir. La convivencia requiere que en el uso de nuestra libertad respetemos a los demás y nosotros seamos respetados. Por ello, la convivencia en sociedad se encuentra regida por normas que hacen posible que seamos libres. La libertad establece lo que puedes y no puedes hacer. Así, nuestra libertad tiene unos límites que aparecen cuando aparece el otro. Con el fin de solucionar los conflictos y hacer posible la convivencia, los seres humanos hemos inventado las normas y las leyes. Toda norma tiene dos caras, como una moneda; por un lado limitan nuestras libertades y por el otro las posibilitan. La limitación que me impone la ley de no agredir a nadie garantiza mi Libertad de vivir sin ser agredido.
La convivencia no es fácil. Todos tenemos nuestros propios deseos y pasiones, nuestros sentimientos y emociones, nuestras razones, nuestras aspiraciones y fines. Cada persona tiene unas características propias que le hacen ser quien es: un individuo especial y único. Y como tal, tiene que ser respetado. La convivencia exige el respeto de la dignidad propia de cada uno de nosotros. La consideración de dicha dignidad constituye el respeto.

El diálogo y sus reglas

El diálogo tiene reglas. Unas son evidentes y te las han enseñado desde pequeñito: guarda turno para hablar, escucha a los demás cuando hablen, no te burles de ellos por lo que dicen, etc. Sin embargo, hay reglas más profundas e importantes:
• El lenguaje: todos han de conocer la lengua que se emplea. En ese sentido, hay que respetar la manera de expresarse de los demás, sus acentos o léxico si vienen de otro país e región. Si en tu sociedad se hablan dos lenguas, has de respetar al que quiere expresarse en una u otra lengua. Lo importante es que todas la conozcan.
• La ausencia de coacción: el diálogo ha de ser libre. Todos han de poder decir lo que piensan sin miedo a represalias por lo que se dice. En ese sentido, la autoridad, en tu caso padres y profesores, han de respetar tus ideas, y tú debes respetar al otro.
• Querer llegar a un acuerdo: esta es la más importante. Se trata de que se quiera realmente llegar a un acuerdo que beneficie a todos o al máximo de gente. Si entras en una discusión solo para tener razón o imponer tus ideas, será imposible llegar a acuerdos. Además, hay que tener una verdadera voluntad de que ese acuerdo al que se llegue sea lo mejor.

Noción: Ser perfectísimo e inteligencia ordenadora



Noción: Ser perfectísimo e inteligencia ordenadora. 

La cuarta y quinta vías proceden de Platón. La vía de la perfección demuestra la existencia de un ser perfecto; y la vía del orden la de una inteligencia ordenadora. 

La vía de la perfección parte del hecho de experiencia de los diferentes grados de perfección que existen en el mundo y termina en la afirmación de Dios como ser perfecto. Entiende que la esencia de dios incluye toda perfección. El ser perfectísimo es el que tiene un grado máximo de conocimiento sobre la bondad, la verdad, etc. En la realidad existen diversos grados de perfección: desde la maldad hasta la bondad absoluta, por ejemplo. En el mundo hay entes que se acercan a estas cualidades de forma gradual y poco a poco a este máximo. Así, algo que es bueno o verdadero, lo es porque participa de la bondad que se encuentran en el grado máximo. Recordemos la doctrina platónica de la participación o mímesis: el mundo sensible es porque participa del mundo inteligible. Algo es bello porque participa de la idea de belleza. Por tanto, la bondad y la verdad máximas deben encontrarse realizadas en un ser que sea el máximo de cada género y la causa de todo aquello que se parece a dicho género. Debe haber algo que para todos los entes sea la causa de su bondad, su ser y de todas sus perfecciones, y a este algo se le llama Dios.

En la quinta prueba, o vía del orden, Santo Tomás considera a Dios como causa del orden del mundo, como una ''inteligencia ordenadora'' que rige y dirige el ordenamiento del mundo. Parte del hecho de experiencia de que el mundo se somete a un orden. Aquí se muestra la influencia de la doctrina del demiurgo expuesta por Platón en el Timeo. Este argumento se fundamenta en una concepción teleológica de la realidad y de los seres: todo lo que existe tiende a la consecución de un fin, quedando descartado el azar o la casualidad. Por lo tanto, santo Tomás hace uso del principio de casualidad: todo tiene una finalidad y esa finalidad ha sido impuesta en la naturaleza de cada ser. Así pues, todo precisa de una inteligencia ordenadora que lo dirija para conseguir sus fines. La cadena de seres teleológicos no puede no puede remontarse al infinito, luego tiene que existir necesariamente un ser inteligente por el cual todas las cosas naturales se ordenan a su fin, y a ese ser le denominamos Dios o fin último de todo lo existente. 

Demostración matemática. Ejemplo de método axiomático deductivo y de teoría de la verdad como coherencia.



Supongamos que tenemos un cuadrado de lado r y en cada uno de sus lados colocamos un triángulo rectángulo de catetos x e y. Como en esta situación la hipotenusa de cada uno de los triángulos es r queremos probar que x2 + y2 = r2. La figura que hemos obtenido es la siguiente:





Es claro que la parte exterior en conjunto es un cuadrado de lado x + y. Por tanto el área de ese cuadrado es (x + y)2 (recordemos que el área de un cuadrado se calcula elevando al cuadrado lo que mide su lado). Por la misma razón el área del cuadrado que queda dentro es r2. Y el área de cada uno de los triángulos es xy/2 (recordemos que el área de un triángulo es base por altura partido por 2). Como el cuadrado exterior está formado por el cuadrado interior y los cuatro triángulos se tiene que el área de aquél es la suma de las áreas de éstos, es decir:
(x + y)2 = r2 + 4· xy/2 (1)
Desarrollamos la parte izquierda de la igualdad:
(x + y)2 = x2 + 2xy + y2
Sustituímos en (1):
x2 + 2xy + y2 = r2 + 2xy
Y ahora restamos a ambos lados de la igualdad 2xy, obteniedo así el resultado buscado:
x2 + y2 = r2