jueves, 9 de noviembre de 2017

Noción: alma y cuerpo



NOCIÓN: Alma y cuerpo (res cogitans y res extensa).

Descartes defiende el dualismo antropológico según el cual el ser humano se encuentra estructurado en dos principios, uno de carácter material o cuerpo y otro de carácter espiritual o alma.
El yo y el alma(Res cogitans). Después de aceptar la evidencia del "cogito" como el «primer principio de la filosofía que andaba buscando», Descartes prosigue su análisis examinando qué es el yo que se descubre en el "cogito": «conocí que yo era una sustancia cuya esencia y naturaleza toda es pensar, y que no necesita para ser de lugar alguno, ni depende de cosa alguna material». El mundo, el propio cuerpo, están aún sometidos a la duda: no sabemos aún con seguridad nada de ellos. En cuanto al yo, queda reducido a razón, a pensamiento, de tal forma que tal vez «si cesase por completo de pensar, cesara al propio tiempo por completo de existir». El yo es pensamiento puro, es una "res cogitans", una sustancia pensante. Y de momento no podemos saber nada más acerca del hombre: la existencia del alma se vuelve más evidente, más fácil de conocer que la del cuerpo.  El alma no es sino pensamiento, es una substancia finita cuyo único atributo o esencia es el pensamiento. Pensar es juzgar, razonar, querer, imaginar y sentir; todos ellos actos conscientes: Así pensamiento y conciencia tienen la misma extensión; no hay lugar en el cartesianismo para el inconsciente. Descartes llama al alma res cogitans (cosa o substancia pensante). El tipo de razonamiento empleado por Descartes para demostrar que el pensamiento es el único atributo del alma se encuentra ya en Galileo: la ficción mental:  “Puedo fingir mentalmente que no tengo cuerpo, y que no dependo del espacio (y no por ello dejaría de existir), pero no puedo fingir que no pienso; por tanto, lo que constituye mi esencia es pensar”.

El mundo y el cuerpo (Res extensa) tenemos también ideas sobre las realidades materiales externas, ideas que formamos a partir de sensaciones. Ya antes se dijo que nuestras sensaciones podrían todas ellas ser engañosas. Ahora bien, la esencia de las cosas materiales no puede ser otra que la extensión geométrica. En efecto, las cualidades sensibles son oscuras y confusas, en tanto que la extensión la concebimos «muy clara y distintamente». Así, podemos imaginar la extensión sin cualidades sensibles, pero no podemos pensar estas cualidades sin la extensión.

En resumen, sabemos que los cuerpos existen por que Dios no puede engañarnos (conocemos con certeza su existencia); y sabemos que su naturaleza consiste en extensión por que es la única idea clara y distinta que de ellos tenemos (conocemos con certeza también su esencia). Queda pues caracterizada la realidad externa como "res extensa" (y, en consecuencia, la física reducida a geometría, como a continuación veremos).  

El atributo del cuerpo o de cualquier cosa material es la extensión. Los modos propios del cuerpo son fundamentalmente, la figura y el movimiento (y reposo). Se acepta, por tanto, el carácter objetivo de las cualidades primarias y el subjetivo de cualidades secundarias. Hay muchas cosas que hacen que la percepción de los sentidos sea oscura y confusa. Pero todo lo que percibimos clara y distintamente en las cosas corporales, lo relativo a la extensión y el movimiento, están verdaderamente en los cuerpos. De este modo, Descartes geometriza el mundo corpóreo pues sus cualidades pueden ser cuantificadas. Este es el mundo de la ciencia moderna.

La relación que mantiene nuestra alma o mente con nuestro propio cuerpo es una relación peculiar, distinta a la que mantiene con el resto de los cuerpos. Nos dice que no podemos entender esta relación como la que existe entre un piloto y su nave. La nave es algo exterior al piloto por lo que el conocimiento de lo que ocurre en el barco lo tiene el piloto como lo tiene del resto de cosas físicas. Sin embargo nosotros no experimentamos nuestro cuerpo de la misma manera, pues las modificaciones que éste sufre las sentimos “desde dentro”. Descartes habla de dos tipos de sensaciones, las externas y las internas. Mediante las primeras captamos los otros cuerpos (y el nuestro cuando nos vemos o nos oímos) mediante las internas lo captamos “desde dentro”. Por eso nos dice que el alma se extiende a lo largo de todo el cuerpo, aunque exista también un lugar privilegiado en donde parece concentrarse y en donde propiamente conecta el alma y el cuerpo: el cerebro y particularmente la glándula pineal. Descartes admite que el alma y el cuerpo se relacionan causalmente (cambios en el cuerpo producen cambios en el alma, cambios en el alma producen cambios en el cuerpo).

Dios (Res infinita ).

Descartes emplea como sinónimos las palabras substancia y cosa (res): la substancia es lo concreto existente, lo propio de la substancia es la existencia, pero no cualquier forma de existencia, sino la existencia completa: no necesita de nada más que de ella misma para existir. Este punto de vista nos obliga a identificar como sustancia solo a Dios. Aunque de modo análogo podemos aplicarlo a la res cogitans y a la res extensa.  

Siguiendo el orden en que el pensamiento percibe las verdades, tras la investigación del sujeto del conocimiento, Descartes pasa a demostrar la existencia de Dios, primer objeto del conocimiento. Para ello, parte de nuevo del hecho de la duda: si dudo, soy imperfecto. Pero al mismo tiempo, sé que tengo la idea de perfección. Tal idea no puede salir de mí mismo, luego la ha debido poner en mí alguien que sea en sí mismo más perfecto que yo.

Descartes presenta otras dos pruebas de la existencia de Dios (otra basada en la idea de perfección, y el argumento ontológico).  






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