La libertad. ¿Puedo hacer lo que quiera?
Todos queremos ser libres. Imagina a alguien que te dijera:
"No quiero ser libre, no quiero elegir ni decidir nada...prefiero no tener
que elegir'' ¿Qué le contestarías? El filósofo francés Jean-Paul Sartre escribió:
"El hombre está condenado a ser libre". Nuestra vida como seres
humanos está marcada por un hecho esencial: tenemos que elegir. ¿Qué deporte
debo elegir? ¿Qué amigos quiero tener? ¿A qué me quiero dedicar? ¿Debo
traicionar a mi amigo o contarle la verdad a un adulto? La libertad consiste,
por tanto, en decidir si hacemos esto o lo otro. En la Antigüedad, la libertad
era considerada en oposición a la esclavitud. Libre era aquél que podía hacer
las cosas por sí mismo, que podía tomar sus propias decisiones.
Responsabilidad
La autonomía se gana y con ella se adquieren
responsabilidades. Puede que hayas oído alguna vez la siguiente frase que
aparece en Spiderman: "Un gran poder conlleva una gran
responsabilidad". Esta frase nos recuerda la íntima relación que mantiene
la libertad con la responsabilidad. Si somos libres para actuar y para tomar
decisiones, entonces debemos hacernos cargo de las consecuencias de dichas
acciones o decisiones. Y a la inversa, si somos responsables es porque hemos
tenido la libertad suficiente para decidir hacer algo o no. No podemos
sentirnos responsables de aquello que está fuera de nuestro alcance. La
libertad conlleva poder hacer algo y asumir sus consecuencias.
La sociedad
Pero nadie está solo, llegamos a ser lo que somos junto a
otros. Por ello podemos afirmar que el ser humano es un ser social. Nos
necesitamos los unos a los otros para poder vivir. Desde el momento en que
nacemos nos encontramos inmersos en la sociedad. Para poder satisfacer nuestras
necesidades primarias como alimentarnos, vestirnos, tener un lugar en el que
habitar... necesitamos a los demás. Piensa en tu nombre, en tu ropa, en lo que
comes cada día... piensa en la cantidad de personas que hay detrás de cada una
de estas cosas... rápidamente te darás cuenta de cuánto dependes de otros para
vivir. Pero no solo para satisfacer esas necesidades dependemos de la sociedad.
Adquirimos el lenguaje y nuestras ideas y creencias en contacto con los otros.
Las películas que vemos, los libros que leemos, la música que escuchamos son
tan sólo algunas de las cosas que dependen de otros.
Convivencia: dignidad y respeto
Por tanto, no solo nos necesitamos para vivir, sino que
tenemos que convivir. La convivencia requiere que en el uso de nuestra libertad
respetemos a los demás y nosotros seamos respetados. Por ello, la convivencia
en sociedad se encuentra regida por normas que hacen posible que seamos libres.
La libertad establece lo que puedes y no puedes hacer. Así, nuestra libertad
tiene unos límites que aparecen cuando aparece el otro. Con el fin de
solucionar los conflictos y hacer posible la convivencia, los seres humanos
hemos inventado las normas y las leyes. Toda norma tiene dos caras, como una
moneda; por un lado limitan nuestras libertades y por el otro las posibilitan.
La limitación que me impone la ley de no agredir a nadie garantiza mi Libertad
de vivir sin ser agredido.
La convivencia no es fácil. Todos tenemos nuestros propios
deseos y pasiones, nuestros sentimientos y emociones, nuestras razones,
nuestras aspiraciones y fines. Cada persona tiene unas características propias
que le hacen ser quien es: un individuo especial y único. Y como tal, tiene que
ser respetado. La convivencia exige el respeto de la dignidad propia de cada
uno de nosotros. La consideración de dicha dignidad constituye el respeto.
El diálogo y sus reglas
El diálogo tiene reglas. Unas son evidentes y te las han
enseñado desde pequeñito: guarda turno para hablar, escucha a los demás cuando
hablen, no te burles de ellos por lo que dicen, etc. Sin embargo, hay reglas
más profundas e importantes:
• El lenguaje: todos han de conocer la lengua que se emplea.
En ese sentido, hay que respetar la manera de expresarse de los demás, sus
acentos o léxico si vienen de otro país e región. Si en tu sociedad se hablan
dos lenguas, has de respetar al que quiere expresarse en una u otra lengua. Lo
importante es que todas la conozcan.
• La ausencia de coacción: el diálogo ha de ser libre. Todos
han de poder decir lo que piensan sin miedo a represalias por lo que se dice.
En ese sentido, la autoridad, en tu caso padres y profesores, han de respetar
tus ideas, y tú debes respetar al otro.
• Querer llegar a un acuerdo: esta es la más importante. Se
trata de que se quiera realmente llegar a un acuerdo que beneficie a todos o al
máximo de gente. Si entras en una discusión solo para tener razón o imponer tus
ideas, será imposible llegar a acuerdos. Además, hay que tener una verdadera
voluntad de que ese acuerdo al que se llegue sea lo mejor.
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