miércoles, 19 de febrero de 2014

CONTEXTUALIZACIÓN



CONTEXTUALIZACIÓN


1. El crepúsculo de los ídolos.

            La obra de Nietzsche El crepúsculo de los ídolos data de 1888. Fue subtitulada por el propio autor: Cómo se filosofa a golpes de martillo. El título del libro supone una parodia de la ópera de Wagner El  ocaso de los dioses. Esta obra de Nietzsche es un resumen de su pensamiento, una introducción a su filosofía. El objetivo del autor es hacerle preguntas a los valores e ideales de la cultura occidental, para que estos al responder lo hagan con el sonido hueco propio de su condición de ídolos.  Es este, un filosofar a martillazos que se resuelve en uno de los mensajes favoritos de Nietzsche: “¡ Haceos duros!”.  Por último, no deja de ser curioso como Nietzsche se apropia del discurso de los profetas del Antiguo Testamento -los cuales denunciaban la idolatría porque distinguían precisamente entre Dios e ídolo, es decir, entre el Dios verdadero y los falsos dioses fabricados por el hombre-, extendiendo la noción de ídolo a Dios mismo. 
           
Tras la publicación de Mas allá del  bien y del mal , en 1886, Nietzsche tomó la decisión de no imprimir ninguna cosa más durante una serie de años. Abrigaba la idea de dedicarse a elaborar una exposición detallada de su filosofía, que debía llamarse la Voluntad de Poder. A Nietzsche le quedaba por aquel entonces poco más de un año de vida lúcida. Sin embargo, Nietzsche dejó impresas durante este año nada menos que seis obras, una de las cuales es a la que pertenece el texto objeto de comentario. En la carta en la que anuncia esta obra a su editor, fechada el 7 de Septiembre de 1888, el autor opina de este escrito que es “el más limpio de todos mis manuscritos que yo le haya enviado nunca”. El título inicial debía ser Ociosidad de un psicólogo, pero tras recibir una carta de su amigo Peter Gast en la que le sugería un cambio de título, el filósofo decidió el título actual.

            En Ecce homo , obra autobiográfica de Nietzsche, el autor dice a propósito del Crepúsculo de los ídolos:  “Lo que en el título se denomina ídolo es sencillamente lo que hasta ahora fue llamado verdad. Crepúsculo de los ídolos, dicho claramente: la vieja verdad se acerca a su final. No existe ninguna realidad, ninguna idealidad que no sea tocada en este escrito...no sólo los ídolos eternos, también los más recientes...

           
2.  El Crepúsculo de los ídolos en el contexto de la obra de Nietzsche.

            Este libro pertenece a la última etapa del pensamiento de Nietzsche. Tres fases pueden distinguirse en el desarrollo de su filosofía:
           
            a. Un período de juventud, o periodo romántico, en el que estudia la cultura griega, se deja influir por Wagner  y por Schopenhauer:  El origen de la tragedia en el espíritu de la música.
            b. Un período de transición, o período positivista, en el que se apoya en las ciencias experimentales para renegar de los valores románticos en los que había creído hasta ese momento.  (Gaya ciencia)
            c. Un período de madurez, en el que combina la formulación positiva de los grandes temas de su filosofía con la crítica feroz de la tradición cultural de occidente. (Crepúsculo de los ídolos)

3. La obra de Nietzsche en el contexto de la historia de la filosofía

            El pensamiento de Nietzsche significa tres cosas:

            a. Una crítica radical de la tradición cultural de occidente, tanto de sus antiguos como de sus nuevos valores e ideales: filosóficos, religiosos, éticos, políticos. También de la falta de ideales y valores (nihilismo), lo cual genera pasividad, indiferencia, aburrimiento, incredulidad...
           
b. A pesar del tono polémico e irreverente, la mencionada crítica no es periodística, es decir, esta crítica presupone en todo momento una  formación disciplinada en esa tradición, un conocimiento de ella desde dentro, e incluso un gran respeto, una devoción y hasta una verdadera veneración por la cultura criticada. En este sentido, cabe recordar al joven Nietzsche en su triple papel de filólogo clásico, de entusiasta amigo de Wagner y de discípulo devoto de Schopenhauer.
           
c. El pensamiento de Nietzsche supone una alternativa a la tradición criticada, se presenta como un irracionalismo vitalista, una filosofía de la vida que sirva de fundamento a lo que han de ser lo verdaderos valores e ideales del hombre, que sirva de base a toda una futura y nueva cultura. Esta filosofía de la vida se resume en un sí a la vida, afirmación que se desarrolla a través de sus doctrinas. Cabría hacer una enumeración de los temas más relevantes que abarca la filosofía de Nietzsche. Y entonces podríamos apuntar:
           
-El eterno retorno de lo Mismo, Dionisos, el superhombre, la transmutación de los valores, el nihilismo, la razón.

4. La obra de Nietzsche en el contexto socio-histórico de su época.

            La obra de Nietzsche puede ser entendida como resultado de su época y como intento de superación de la misma. Por un lado, el siglo XIX está dominado por tres grandes movimientos culturales:

            a. El liberalismo, el socialismo y el anarquismo, teorías políticas que propugnan, cada una a su manera, un progreso social y unos valores liberales y democrático-igualitarios con los cuales no puede estar de acuerdo Nietzsche.

            b. El romanticismo, concepción irracionalista del mundo que combina el culto a los valores estéticos -literiarios y artísticos- con un cierto pesimismo vital.

            c. El positivismo o filosofía que valora la ciencia y el progreso científico.

            Por otro lado, ya en el siglo XIX comienzan a aparecer los primeros síntomas de nihilismo, que Nietzsche describe con precisión. Pues bien, contra el naciente nihilismo manifiesto que le rodeaba, se dirige su filosofía. Porque Nietzsche no sólo diagnosticó el nihilismo de su tiempo, sino que pronosticó o profetizó, con extraordinaria lucidez, el nihilismo de nuestros días.


Información adicional que puede ser utilizada. Periodos de la obra de Nietzsche.


I. Período romántico: Nietzsche se inspira en los presocráticos (Heráclito), Schopenhauer y Wagner. Los símbolos interpretativos son: El artista, Dionisos y Apolo.

Schopenhauer y Wagner: Etica de la renuncia y esteticismo irracionalista del sentimiento. El Joven Nietzsche. 
     Tras la pérdida de la fe, la filosofía de Schopenhauer se convierte en el sustitutivo de la religión. Pero, ¿Qué dice Schopenhauer que tanto interesa a Nietzsche? El mundo es mi representación, no es más que un fenómeno, no es cosa en sí. Y también, el mundo es mi voluntad. Voluntad significa aquí movimiento, devenir, fuerza que mueve todo, sin rumbo ni meta, sin finalidad. He ahí el fundamento de todo lo existente desplazando a la razón, al logos, a la idea, al sujeto transcendental…La esencia del mundo es esta fuerza originaria que en el proceso de autodesarrollo se divide en infinitas voluntades que por doquier andan en incesante lucha. Schopenhauer describe al hombre como el más indigente de todos los seres, a la existencia humana como la experiencia dolorosa de la propia vida, una vida que ya desde el principio es muerte. Detrás de las cosas no hay un dios que explica el mundo, sino un impulso primario de vida, sin fundamento ni meta, y cuya característica fundamental es el sufrimiento, el dolor. ¿Cómo es posible la liberación del dolor? Mediante la autoliberación del propio hombre a través del arte, de una ética de la renuncia, de negación de la voluntad individual y afirmación de la voluntad total. Renuncia a la individualidad y propósito de fundirse con el todo en el sumo placer de la muerte.
     Wagner es para Nietzsche en música lo que Schopenhauer en filosofía. El joven Nietzsche intenta una fusión de ambos: unir la metafísica de la voluntad del filósofo con la teoría del arte del músico. De esta unión nace El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música (1871).

    En esta obra, Nietzsche sostiene la idea de que el mundo griego no se caracteriza por una ingenua y sosegada grandeza, sino por una profunda disensión entre dos fuerzas vitales: Lo apolineo y lo dionisíaco; el principio de la medida y del orden (el mundo como representación) y el principio de la impetuosidad, del delirio, de la fuerza creativa (el mundo como voluntad). De esta pugna surge, a juicio de Nietzsche, la máxima creación de los griegos: la tragedia. Pero, lo dionisíaco es sofocado por el espíritu intelectualista y la ilustración socrática. Después vendrán los filósofos con sangre de teólogos y apuntillarán a Dionisos. Éste no resucita hasta el romanticismo con la filosofía de Schopenhauer y la música de Wagner. 

     De este período es también la obra Consideraciones intempestivas (1878-1882)

II. Período positivista. Nietzsche se inspira en Voltaire y los ilustrados franceses. Desde una posición positivista critica la metafísica, la religión y el arte. El símbolo interpretativo es el hombre libre. Nietsche denuncia la decadencia de su época y donde otros ven el ideal, él ve algo Humano, demasiado humano (1878). Comienza a desarrollar la sospecha de que los productos culturales son un efecto de superficie de fuerzas encubiertas: Aurora (1881) y la Gaya Ciencia (1882). En esta última aparece ya constatado el nihilismo europeo: “Dios ha muerto”. La muerte de dios no es una constación psicológica, sino más bien un hecho básico para la interpretación del mundo y del hobre. Nietzsche proclama la muerte de dios para tomar conciencia de ella y cambiar así la situación.

III. El mensaje de Zaratustra. Los símbolos interpretativos: Zaratustra, el superhombre y la muerte de Dios. . Zaratustra ha sido, a juicio de Nietzsche, el primero en predicar el dualismo entre el bien y el mal; por eso debe ser el primero en superarlo. Lo que era imposible para el hombre, no lo es para el superhombre: sobreponerse a la muerte de dios. Así habló Zaratustra (1884)

IV. Período crítico. Filosofía de la cultura. Los símbolos interpretativos son el nihilismo y el martillo.  Mas allá del bien y del mal (1886) quiere ser ante todo una crítica de la modernidad. El propósito de Nietzsche es claro: socavar todos los fundamentos en que el saber humano se ha basado hasta ahora demostrando que son prejuicios de la fe o prejuicios de los filósofos. Más allá del bien y del mal quiere decir más allá de lo verdadero y de lo falso. El problema gnoseológico se presenta como el reverso del problema moral. Este tema continúa siendo el núcleo de la Genealogía de la moral (1887). El Crepúsculo de los ídolos (1889) es una declaración de guerra a los ídolos eternos (Dios, Verdad…), los cuales se han erigido contra los instintos de la vida y representan una condena de tales instintos.

Otras obras de este período: El anticristo (1888).

martes, 18 de febrero de 2014

HUME PROPUESTA DE CONTEXTUALIZACIÓN





El filósofo escocés David Hume (1711-1776) desarrolla su obra durante el siglo XVIII, en el seno de la corriente empirista y llevando a la práctica los principios fundamentales que caracterizaban la Ilustración. Se trata de un siglo de recuperación económica y de explosión demográfica, una época de grandes transformaciones, que se aceleran sobre todo a partir de 1750.Es la época en la que Adam Smith elabora sus tesis liberales*, en la que se inicia la revolución industrial con la invención por Watt de la máquina de vapor .Desde el punto de vista social, se agudiza la crítica a la sociedad estamental, que acabarán provocando la Revolución Francesa y la sustitución de las doctrinas del origen divino del poder por las contractualistas**. Desde el punto de vista científico, Newton dará el impulso definitivo al desarrollo de la ciencia moderna.

*¿Cuáles son las tesis liberales de A. Smith?
** ¿Qué es el contractualismo?

Hume, como filósofo empirista compartía con John Locke el rechazo del dogmatismo de quienes se empeñan en hacer un uso inapropiado de la razón para mostrar una seguridad absoluta en el conocimiento, sin tener en cuenta cómo piensan y actúan los seres humanos. Desde este posicionamiento, adoptará una actitud epistemológica que le abocará a una crítica radical de la metafísica y moral tradicional y una defensa de la tolerancia fundamentada en la creencia y la probabilidad frente al dogmatismo. La finalidad de Hume coincide con los ideales de la Ilustración, la cual proclama la libertad, la tolerancia y la supresión de la superstición frente al fanatismo que habían alimentado las guerras y la intolerancia en Europa. La vida de Hume, pues, se desarrolla en pleno s. XVIII, el llamado Siglo de las luces o de la Ilustración. Inglaterra en esta época vive una situación sociopolítica peculiar, que difiere del resto de Europa. En efecto, si en el continente prevalece el absolutismo, en Inglaterra, unas décadas antes, había tenido lugar la revolución burguesa, cuyo objetivo era obtener derechos individuales, intervención del pueblo en la legislación, abolición de los monopolios del Estado, etc. En el año 1688 aconteció la Gloriosa Revolución. En adelante la monarquía será  parlamentaria y constitucional consagrándose la supremacía del Parlamento, y proclamándose en 1689 la Declaración de Derechos. El triunfo de la revolución supuso el triunfo de las libertades políticas, religiosas y económicas. La clase más beneficiada fue la burguesía (comercial, terrateniente e industrial), a la que pertenecía Hume.

En 1734 se retira a Francia, donde escribe su primera obra, Tratado acerca de la naturaleza humana. Tres años más tarde vuelve a Londres a publicarla, pero el fracaso fue total. En 1752 publica sus Discursos Políticos y crece su fama. Se le pide a la Iglesia Anglicana que lo excomulgue por sus escritos “subversivos contra la religión y la moral”. La Iglesia católica le incluye en el índice de los libros prohibidos. Intenta repetidas veces hacerse con las cátedras de Ética y Lógica en la Universidad, pero es rechazado “por sus ideas heréticas”. Otras obras importantes son: Investigación sobre los principios de la moral, Diálogos sobre la religión natural e Investigación sobre el entendimiento humano.
Suele caracterizarse al empirismo inglés contraponiéndolo al racionalismo continental (Descartes, Leibniz, Spinoza). Ambos coinciden en señalar que el objeto del conocimiento son las ideas (IDEALISMO); pero, mientras los racionalistas sostienen el origen innato de éstas, los empiristas consideran que todas las ideas provienen de la experiencia. La experiencia es para estos últimos la fuente, el criterio de validez y el límite mismo del conocimiento.  El llamado empirismo inglés desarrolla desde John Locke (1632-1704) una fuerte polémica contra aspectos centrales del racionalismo y, en general, una crítica de la metafísica. Sin embargo, sería equivocado contraponer empirismo a racionalismo, como si el primero fuera meramente una filosofía contraria a la razón. El empirismo no niega la razón, sino que considera que su  ámbito de aplicación se reduce a plantearse la verdad o falsedad de los juicios, los cuales han de referirse, en última  instancia, a la experiencia.             Además, el empirismo critica la metafísica como construcción especulativa desgajada de la observación y muestra interés por problemas del mundo humano (ética, política, religión), que intenta clarificar mediante el análisis crítico. Pretende con ello sustituir el apriorismo racionalista y las actitudes fanáticas y entusiastas (basadas en la presunta asistencia del espíritu divino) por un tratamiento empírico-histórico de los problemas. Por otro lado, si los racionalistas consideran la matemática como modelo de saber y adoptan, como ideal de método, el método deductivo, propio de ésta; los empiristas se orientan en el sentido de la ciencia física (Boyle, Newton) y adoptan como ideal de método, el método inductivo. La deducción queda confinada al  ámbito del saber matemático; el conocimiento factual consiste, en cambio, en generalizaciones a partir de la experiencia. Si para los racionalistas, por tanto, la filosofía ha de adecuarse al modelo matemático, para los empiristas ha de seguir el de las ciencias naturales.
Hume influyó decisivamente en Kant, al que despertó de su “sueño dogmático”. De hecho el Idealismo trascendental kantiano se fundamenta en el principio de que todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia (aunque no todo conocimiento provenga de ella).

Sus ideas se han prolongado en filósofos como Russell o Popper, y la crítica al razonamiento inductivo ha jugado un importante papel en la filosofía de la ciencia. A la vez, el cuestionamiento del razonamiento causal que subyace a su filosofía y la crítica a ideas como la de sustancia o yo, han sido debatidas a lo largo de toda la historia de la filosofía. En el terreno de la ética su propuesta es conocida como emotivismo moral***. Las aportaciones de este autor en temas como la historia, la religión o la política no han recibido la atención que debieran, debido probablemente a que estas ideas han sido eclipsadas por el empirismo. Pese a esto la crítica que plantea a la religión y su defensa de la necesidad de adoptar un enfoque histórico para comprender el origen y desarrollo de aspectos culturales, religiosos o políticos, recobrarían después una especial relevancia en todo el siglo XIX, tanto en los filósofos de la sospecha (Marx, Freud, Nietzsche) como en las corrientes historicistas.

***Falacia naturalista y emotivismo moral. El emotivismo moral se opone al intelectualismo moral. Esta última teoría moral afirma que la condición necesaria y suficiente para la conducta moral es el conocimiento; por ejemplo, que para ser buenos es necesario y suficiente el conocimiento de la bondad. Esta teoría parece contraria a las ideas corrientes pues para la mayoría de las personas se puede ser malo sabiendo sin embargo qué es lo que se ha de hacer, cuál es nuestro deber. El emotivismo moral se acerca mucho más a la concepción corriente o de sentido común al desatacar la importancia de la esfera de los sentimientos y las emociones en la vida moral. Hume es su más importante defensor en la filosofía moderna. La moral descansa fundamentalmente en los sentimientos: Hume creerá que hay sentimientos morales, sentimientos que se despiertan en nosotros con ocasión de la percepción de ciertas acciones o cualidades de las personas. El sentimiento moral básico es el que denomina humanidad”: sentimiento positivo por la felicidad del género humano, y resentimiento por su miseria. Llamamos acciones virtuosas a todas las acciones que despiertan en nosotros dicho sentimiento, y vicios a las que despiertan en nosotros el sentimiento negativo.

lunes, 27 de enero de 2014

Texto de Hume & esquema





TEXTO


HUME,  Investigación sobre el conocimiento humano, sección 2, “Sobre el origen de las ideas” (trad. J. Salas Ortueta, Madrid, Alianza, 1997, pp. 33-36).
 “He aquí, pues, que podemos dividir todas las percepciones de la mente en dos clases o especies, que se distinguen por sus distintos grados de fuerza o vivacidad. Las menos fuertes e intensas comúnmente son llamadas pensamientos o ideas; la otra especie carece de un nombre en nuestro idioma, como en la mayoría de los demás, según creo, porque solamente con fines filosóficos era necesario encuadrarlos bajo un término o denominación general. Concedámosnos, pues, a nosotros mismos un poco de libertad, y llamémoslas impresiones, empleando este término en una acepción un poco distinta de la usual. Con el término impresión, pues, quiero denotar nuestras percepciones más intensas: cuando oímos, o vemos, o sentimos, o amamos, u odiamos, o deseamos, o queremos. Y las impresiones se distinguen de las ideas que son percepciones menos intensas de las que tenemos conciencia, cuando reflexionamos sobre las sensaciones o movimientos arriba mencionados.
Nada puede parecer, a primera vista, más ilimitado que el pensamiento del hombre que no sólo escapa a todo poder y autoridad humanos, sino que ni siquiera está encerrado dentro de los límites de la naturaleza y de la realidad. Formar monstruos y unir formas y apariencias incongruentes, no requiere de la imaginación más esfuerzo que el concebir objetos más naturales y familiares. Y mientras que el cuerpo está confinado a un planeta a lo largo del cual se arrastra con dolor y dificultad, el pensamiento, en un instante, puede transportarnos a las regiones más distantes del universo; o incluso más allá del universo, al caos ilimitado, donde según se cree, la naturaleza se halla en confusión total. Lo que nunca se vio o se ha oído contar, puede, sin embargo, concebirse. Nada está más allá del poder del pensamiento, salvo lo que implica contradicción absoluta.
Pero, aunque nuestro pensamiento aparenta poseer esta libertad ilimitada, encontraremos en un examen más detenido que, en realidad, está reducido a límites muy estrechos, y que todo este poder creativo de la mente no viene a ser más que la facultad de mezclar, trasponer, aumentar, o disminuir los materiales suministrados por los sentidos y la experiencia. Cuando pensamos en una montaña de oro, unimos dos ideas compatibles: oro y montaña, que conocíamos previamente. Podemos representarnos un caballo virtuoso, pues de nuestra propia experiencia interna (feeling) podemos concebir la virtud, y ésta la podemos unir a la forma y figura de un caballo, que es un animal que nos es familiar. En resumen, todos los materiales del pensar se derivan de nuestra percepción interna o externa. La mezcla y composición de ésta corresponde sólo a nuestra mente y voluntad. 0, para expresarme en un lenguaje filosófico, todas nuestras ideas, o percepciones más endebles, son copias de nuestras impresiones o percepciones más intensas.
Para demostrar esto, creo que serán suficientes los dos argumentos siguientes. Primero, cuando analizamos nuestros pensamientos o ideas, por muy compuestas o sublimes que sean, encontramos siempre que se resuelven en ideas tan simples como las copiadas de un sentimiento o estado de ánimo precedente. Incluso aquellas ideas que, a primera vista, parecen las más alejadas de este origen, resultan, tras un estudio más detenido, derivarse de él. La idea de Dios, en tanto que significa un ser infinitamente inteligente, sabio y bueno, surge al reflexionar sobre las operaciones de nuestra propia mente y al aumentar indefinidamente aquellas cualidades de bondad y sabiduría. Podemos dar a esta investigación la extensión que queramos, y seguiremos encontrando que toda idea que examinamos es copia de una impresión similar. Aquellos que quisieran afirmar que esta posición no es universalmente válida ni carente de excepción, tienen un solo y sencillo método de refutación: mostrar aquella idea que, en su opinión, no se deriva de esta fuente. Entonces nos correspondería, si queremos mantener nuestra doctrina, producir la impresión o percepción vivaz que le corresponde.
En segundo lugar, si se da el caso de que el hombre, a causa de algún defecto en sus órganos, no es capaz de alguna clase de sensación, encontramos siempre que es igualmente incapaz de las ideas correspondientes. Un ciego no puede formarse idea alguna de los colores, ni un hombre sordo de los sonidos. Devuélvase a cualquiera de estos dos el sentido que les falta; al abrir este nuevo cauce para sus sensaciones, se abre también un nuevo cauce para sus ideas y no encuentra dificultad alguna en concebir estos objetos. El caso es el mismo cuando el objeto capaz de excitar una sensación nunca ha sido aplicado al órgano. Un negro o un lapón no tienen noción alguna del gusto del vino. Y, aunque hay pocos o ningún ejemplo de una deficiencia de la mente que consistiera en que una persona nunca ha sentido y es enteramente incapaz de un sentimiento o pasión propios de su especie, sin embargo, encontramos que el mismo hecho tiene lugar en menor grado: un hombre de conducta moderada no puede hacerse idea del deseo inveterado de venganza o de crueldad, ni puede un corazón egoísta vislumbrar las cimas de la amistad y generosidad. Es fácil aceptar que otros seres pueden poseer muchas facultades (senses) que nosotros ni siquiera concebimos, puesto que las ideas de éstas nunca se nos han presentado de la única manera en que una idea puede tener acceso a la mente, a saber, por la experiencia inmediata (actual feeling) y la sensación”.








Tipos de percepciones: Ideas e impresiones. Criterio de distinción.














La APARENTE capacidad ilimitada DEL PENSAMIENTO frente a las limitaciones de la realidad. El principio de contradicción.







¿En qué consiste la creatividad del pensamiento? Los límites que marca la experiencia.






Principio de copia: Toda  idea se deriva de una impresión.


El análisis de las percepciones muestra que toda idea compleja se reduce a ideas simples y estas a impresiones.












Si no hay sensación no hay percepciónes

martes, 21 de enero de 2014

HUME. NOCIONES Y TEMAS.



4.1. Hume

Texto:

- Investigación sobre el conocimiento humano, sección 2, “Sobre el origen de las
ideas” (trad. J. Salas Ortueta, Madrid, Alianza, 1997, pp. 33-36).

Nociones:

- Impresiones e ideas.
- Límite del pensamiento y principio de copia.

Temas:

- La experiencia como origen del conocimiento.
- La crítica de los conceptos metafísicos.

domingo, 12 de enero de 2014

Unidad 4. Materiales. Demostración de la existencia de Dios.

ACTIVIDAD: RESUMEN Y ANÁLISIS DEL TEXTO. 

René Descartes: prueba cosmológica de la existencia de Dios

Por «Dios» entiendo una sustancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente, que me ha creado a mí mismo y a todas las demás cosas que existen [si es que existe alguna]. Pues bien, eso que entiendo por Dios es tan grande y eminente, que cuanto más atentamente lo considero menos convencido estoy de que una idea así pueda proceder sólo de mí. Y, por consiguiente, hay que concluir necesariamente, según lo antedicho, que Dios existe. Pues, aunque yo tenga la idea de sustancia en virtud de ser yo una sustancia, no podría tener la idea de una sustancia infinita, siendo yo finito, si no la hubiera puesto en mí una sustancia que verdaderamente fuese infinita.

Y no debo juzgar que yo no concibo el infinito por medio de una verdadera idea, sino por medio de una mera negación de lo finito [así como concibo el reposo y la oscuridad por medio de la negación del movimiento y la luz]: pues, al contrario, veo manifiestamente que hay más realidad en la sustancia infinita que en la finita y, por ende, que, en cierto modo, tengo antes en mí la noción de lo infinito que la de lo finito: antes la de Dios que la de mí mismo. Pues ¿cómo podría yo saber que dudo y que deseo, es decir, que algo me falta y que no soy perfecto, si no hubiese en mí la idea de un ser más perfecto, por comparación con el cual advierto la imperfección de mi naturaleza?

R. Descartes, Meditaciones metafísicas, Alfaguara, Madrid, 1977, p. 39.