El cambio climático. Dos paradigmas.
Ecoética
En la década de
los 70 del pasado siglo, el pensador noruego Arne Naess distinguió dos vías de acceso a
los problemas medioambientales: la shallow
ecoloy (ecología superficial) y la deep
ecology (ecología profunda). La primera consiste en introducir medidas que
palien el daño medioambiental pero sin abandonar la perspectiva economicista
del sistema económico capitalista basado en el paradigma antropocéntrico. La
segunda pretende cambios más drásticos en la relación del hombre con el medio
ambiente y se apoya en la idea de igualdad biológica de todas las formas de
vida.
La ecoética es una disciplina que
busca la aplicación de
principios morales a las acciones del ser humano con respecto a la naturaleza,
para así poder crear una relación armoniosa entre ambos. La conciencia
ambiental descansa en dos principios fundamentales: el biocentrismo y la
ecodependencia. El biocentrismo
se opone al supuesto antropocéntrico y subraya la inserción del ser humano en
el orden natural: el hombre es un animal de tantos y sus diferencias con el
resto de especies son cuantitativas, en modo alguno cualitativas. Por su parte,
la ecodependencia afirma que todo
ser viviente debe ser puesto en valor por sí mismo, con lo que se da algo así
como una dignidad natural aparejada a toda expresión de vida. La ecoética
implica una particular visión del mundo y de la relación del ser humano con la
naturaleza: el hombre no tiene el derecho de servirse a placer de los recursos
naturales como si estuvieran puestos ahí a su disposición. El dominio
planetario de la técnica artificial es una irresponsabilidad y un atropello
achacable al hombre contemporáneo.
Según esta postura ética, el ser humano
debe ser responsable de sus acciones sobre el medio ambiente, en el
que participa como uno más de los agentes vivos sin más privilegios que
cualquier otro.
El
paradigma ecocéntrico y el antropocéntrico
La relación del ser humano con la naturaleza o
medio ambiente, puede, desde el punto de vista ético, situarse en un marco eco
o antropocéntrico.
Los principios del paradigma antropocéntrico
pueden resumirse en:
a. El
único sujeto moral es el ser humano.
b. Únicamente
puede hablarse de relaciones morales entre seres humanos, pues son los únicos
capaces de derechos y deberes.
c. Las
distintas formas de vida y el medio ambiente, en general, sólo son medios,
nunca pueden ser considerados fines en sí mismos.
d. El
medio ambiente y sus formas de vida no tienen valor intrínseco, solo lo tienen
en relación con el que le otorga el ser humano.
Por su parte, el paradigma ecocéntrico se apoya
en dos principios:
a. El
principio biocéntrico o de igualdad biológica de todas las especies.
b. El
principio de solidaridad antropocósmica (G. Hattois) que otorga un valor
intrínseco a todas las formas de vida. Las cuales constituyen un fin en sí
mismas y no puede ser consideradas como medios para satisfacer las necesidades
del ser humano.
c.
Sustituye el lema antropocéntrico homo mensura ómnium rerum por natura hominum mensura.
El principio de responsabilidad de Hans Jonas
Se inscribe en el
límite entre los dos paradigmas y el propio Jonas
lo expone del siguiente modo:
“Obra
de tal modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de
una vida humana auténtica en la Tierra”; o expresado negativamente: “Obra de
tal modo no pongas en peligro las condiciones de la continuidad indefinida de
la humanidad en la Tierra”; o, formulado, una vez más positivamente: “Incluye
en tu elección presente, como objeto también de tu querer, la futura integridad
del hombre.”
Al principio de responsabilidad habría que sumarle el principio de
precaución que apunta a la prevalencia de
los pronósticos malos sobre los buenos e invita a no apostar con los intereses
de los otros.
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