Mito del
paraíso terrenal
Contenido del relato Gen 2-3. Después de haber
formado Dios al hombre del polvo de la tierra (hebreo, 'áditmáh), le trasladó a
su jardín. «Yawéh-Dios plantó un jardín en Edén, al Oriente, y puso allí al
hombre que había formado» (2,8). Para el hombre (hebreo 'ádÚm) transformó Dios
la tierra ('ádámáh) de una región esteparia (hebreo, `éden; sumerio, edinu;
acádico edinnu) en un jardín (sumerio y hebreo, gan; acádico, gannat), regado
por cuatro ríos (2,10-14) y poblado de árboles «agradables a la vista y buenos
para comer» (2,9). Además de éstos estaba allí «el árbol de la vida, y en medio
del jardín, el árbol de la ciencia del bien y del mal» (2,9; 3,3). Dios impuso
al hombre este mandato: «De todo árbol del jardín puedes comer, pero del árbol
de la ciencia del bien y del mal no comas, porque el día que de él comieres,
ciertamente morirás» (2,16-18). A pesar de las maravillosas instalaciones del
jardín, el hombre se encontraba solo, y Dios le procuró una ayuda semejante a
él. Hizo desfilar ante su presencia los animales del campo y las aves del cielo
que formó de la tierra, pero Adán no encontró entre ellos ninguna ayuda
semejante (2,18-20). Formó entonces a la mujer y se la presentó a Adán, quien,
alborozado, reconoció en ella el complemento que anhelaba (2,21-24).
Pero el demonio, en forma de serpiente, indujo a Eva a que comiera del fruto del árbol del bien y del mal, y dio de él a su marido, que también comió (3,1-7). Abriéronse inmediatamente los ojos de ambos, y se percataron de que estaban desnudos (3,7). Dios condenó a los transgresores. Maldijo a la serpiente y condenó a la mujer a que, en adelante, pariera con dolor, y estuviera sometida a su marido (3,14-16). Desde ahora el hombre trabajará con esfuerzo la tierra dura y comerá, mientras viva, el pan con el sudor de su frente (3,17-19). «Arrojó YawéhElchim a Adán del paraíso a trabajar la tierra de la que había sido tomado» (3,23) y puso «delante del paraíso un querubín que blandía flameante espada para guardar el camino del árbol de la vida» (3,24), para que el hombre no pudiera comer de él; mas al mismo tiempo que condenaba a los transgresores, les prometía un Redentor.
Pero el demonio, en forma de serpiente, indujo a Eva a que comiera del fruto del árbol del bien y del mal, y dio de él a su marido, que también comió (3,1-7). Abriéronse inmediatamente los ojos de ambos, y se percataron de que estaban desnudos (3,7). Dios condenó a los transgresores. Maldijo a la serpiente y condenó a la mujer a que, en adelante, pariera con dolor, y estuviera sometida a su marido (3,14-16). Desde ahora el hombre trabajará con esfuerzo la tierra dura y comerá, mientras viva, el pan con el sudor de su frente (3,17-19). «Arrojó YawéhElchim a Adán del paraíso a trabajar la tierra de la que había sido tomado» (3,23) y puso «delante del paraíso un querubín que blandía flameante espada para guardar el camino del árbol de la vida» (3,24), para que el hombre no pudiera comer de él; mas al mismo tiempo que condenaba a los transgresores, les prometía un Redentor.
Distingue
en este mito los elementos que lo caracterizan:
a)
Elementos sobrenaturales. Elementos simbólicos. Interpretación.
b)
Identificación del momento en que ocurre.
c)
Relación causa efecto.
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