martes, 28 de febrero de 2017

PLATÓN NOCIONES



NOCIÓN: Los prisioneros y las sombras

Los prisioneros se encuentran encadenados dentro de una caverna desde su nacimiento.  Podemos establecer tres equivalencias: la caverna simboliza el mundo sensible, el fuego que hay en ella al sol, y la salida a la ascensión del alma al mundo inteligible. 

Platón introduce, influido por los pitagóricos, la idea de alma inmortal, que es novedosa en la cultura griega. El alma es preexistente al cuerpo e  inmortal,  su lugar natural es el mundo suprasensible de las ideas. El cuerpo es la cárcel del alma, constituye un estorbo para ella, pues las pasiones la arrastran impidiéndole la contemplación de las ideas. El cuerpo pertenece al mundo sensible, y es por tanto imperfecto, sus conocimientos son meras sombras de la verdadera realidad que no se capta con los sentidos, sino con la razón. Para describir la situación del alma alojada en el cuerpo, Platón utiliza el mito del carro alado (Fedro): el alma es como una fuerza natural que mantienen unidos un carro y su auriga, sostenidos por alas. Los caballos y los aurigas de los dioses son todos ellos buenos; los de los hombres no. En nuestro caso, el auriga guía una pareja de caballos, uno hermoso y bueno, otro feo y malo, por lo que para nosotros la conducción resultará dura y difícil. El alma tiene como tarea el cuidado de lo que es eterno e inmutable y recorre todo el cielo. Cuando es perfecta vuela por las alturas y administra todo el mundo; en cambio la que ha perdido las alas es arrastrada hasta el mundo material donde se apodera de algo sólido y se establece tomando un cuerpo terrestre. A causa de la fuerza del alma, este cuerpo parece moverse a sí mismo y ambos, cuerpo y alma, reciben el nombre de ser viviente.

Platón nos explica los grados de conocimiento mediante la alegoría de la línea. Representemos en una línea recta los dominios de los sensible y lo inteligible. Sobre la parte de la línea que representa el mundo sensible tendremos dos divisiones: la primera correspondiente a las imágenes de los objetos materiales -sombras, reflejos en las aguas o sobre superficies pulidas-la segunda correspondiente a los objetos materiales mismos, a las cosas -obras de la naturaleza o del arte. Estos dos grados de conocimiento: eikasia y pistis, proporcionan opinión o doxa.

De igual modo, sobre la parte de la línea que representa el mundo inteligible, la primera división corresponderá a las imágenes (objetos lógicos y matemáticos), y la segunda a los objetos reales, las Ideas. Estos dos grados de conocimiento: dianota y noesis,  proporcionan ciencia o episteme. El verdadero conocimiento debe tratar sobre el ser, no sobre el devenir, y no puede estar sometido a error, ha de ser necesario. El conocimiento sensible no es verdadero conocimiento ya que su objeto no son las ideas, inmutables y eternas, sino los fenómenos, mutables y perecederos. 

El conocimiento de las sombras y de los ecos es el primer grado de opinión, la imaginación (eikasia). Cuando un prisionero es liberado dentro de la caverna y ve el fuego y a los porteadores alcanza el segundo grado de opinión, la creencia (pistis).

Los prisioneros se encuentran en el ámbito de la doxa, es decir, en el mundo sensible: material, corruptible y sometido a un perpetuo devenir. Desde su nacimiento perciben sólo las sombras proyectadas sobre el muro. No conocen la verdadera realidad (Ideas) sino una copia de la copia, las imágenes de las cosas materiales cuyo correlato epistemológico es la eikasia y la pistis.


NOCIONES


El ascenso al mundo de arriba y el sol.


El ascenso del prisionero por la áspera y escarpada subida y su posterior adaptación a la luz en el exterior hasta ver el sol directamente, representan las dificultades del proceso educativo. La dialéctica y el amor son los dos medios de ascender al mundo de las Ideas. Una dialéctica ascendente de carácter ontológico y epistemológico y una concepción de la filosofía como amor o búsqueda de la sabiduría.

El mundo de arriba o mundo inteligible se estructura en dos regiones ontológicas: los entes matemáticos y las Ideas, las cuales se corresponden con la dianota (discursiva) y la noesis (intuitiva) que configura en ámbito de la episteme. Las matemáticas son un preludio necesario, ya que arrancan al alma del mundo del devenir y la introducen en la contemplación de los objetos inteligibles o Ideas. Dentro del mito corresponden a la subida para salir de la caverna pues permite pasar del mundo sensible al inteligible. La dianoia (matemáticas) es el conocimiento que procede por demostración: parten de una hipótesis y deducen conclusiones.. La noesis (dialéctica) es el conocimiento intuitivo por visión directa de las Ideas.

El alma, ligada al cuerpo, contempla las cosas buenas del mundo sensible y recuerda la Idea de Bien, la cual genera el deseo de volver al mundo de las Ideas. El sol simboliza la Idea de Bien en el mito de la caverna. Según Platón, el ser del mundo sensible consiste en que participa del mundo de las Ideas. Las cosas materiales no son Ideas, pero son algo, es decir, no son en sentido absoluto, ya que sólo las Ideas son o existen en tal sentido; su ser es relativo. El ser relativo de las cosas del mundo sensible se debe a que participan del ser de las Ideas. Esta es la teoría de la mimesis. La Idea de Bien guarda una relación ontológica y epistemológica con el proceso mediante el cual el alma llega al conocimiento de las Ideas. Por una parte, al ser la Idea suprema hace posible que todo lo demás exista. Por otra, ilumina al alma en el camino que lleva hasta el mundo inteligible.  

Volviendo al mito, podemos afirmar que las funciones del Bien en el mundo inteligible, respecto del alma y las Ideas, es similar al comportamiento del Sol respecto de la percepción visible y las cosas sensibles. La Idea de Bien es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas, es el fundamento de toda acción moral y de todo juicio estético, de toda verdad y de todo conocimiento. Igual que los ojos necesitan la luz del Sol para ver, el alma necesita la Idea del Bien para aprehender los objetos del mundo inteligible. Así, es el máximo criterio y el modelo de todo comportamiento moral (vida privada) y político (vida pública). En virtud de la doctrina del intelectualismo moral, la cual identifica virtud con saber, solamente puede ser bueno aquél que sabe lo que es el Bien. Y solo puede gobernar justamente aquél que sabe lo que es la Justicia. La Idea de Bien está pues en la base de todo intento de diseñar una polis Ideal, es decir, una república.  

NOCIONES

El retorno a la caverna y las tinieblas.

El filósofo que ha ascendido hacia las Ideas volverá a descender a la caverna para ayudar a los hombres a salir del sueño en el que se hallan sumidos y aportar sentido y verdad a la vida. Como señala Platón no es extraño que se muestre torpe cuando tenga que discutir en los tribunales o en otro lugar (mundo sensible), sobre la apariencia de lo justo cuando el conoce la justicia en sí (mundo inteligible).

El retorno a la caverna simboliza el proceso de la dialéctica descendente o dimensión ético-política. Una vez que se ha conocido la Justicia, la Verdad, etc., el prisionero liberado debe volver a la caverna para ilustrar a los prisioneros. Esta fase se identifica con la doctrina socrática del intelectualismo moral, el cual identifica el saber y la virtud: solamente puede hacer cosas buenas, aquél que sabe lo que es el bien; o sólo puede obrar justamente, aquél que sabe lo que es la justicia. El prisionero liberado, convertido ya en sabio, vuelve a la caverna, a las tinieblas, con el objetivo de enseñar al resto de prisioneros cómo liberarse de las cadenas o prejuicios. Para ello no cabe otro medio que la constitución de una ciudad ideal o una república basada en el ideal griego de equilibrio y armonía.

La ciudad ideal se estructura en tres clases sociales que son el correlato social y político de la división tripartita del alma. Es decir, la propuesta de estratificación social se fundamenta en la concepción antropológica platónica. Platón divide el alma en tres partes; racional (cabeza), irascible (pecho) y concupiscible.  Alma Racional: Parte superior del alma humana, inmortal y divina. Gracias a ella alcanzamos el conocimiento y la vida buena. El "mito del carro alado" representa el alma racional con la metáfora del auriga. Es la parte más excelente del alma, se identifica con larazón y nos faculta para el conocimiento y la realización del bien y la justicia. Es un principio divino y dotado de inmortalidad. Alma Irascible: Parte del alma humana en donde se sitúan la voluntad y el valor.      El "mito del carro alado" representa el alma irascible con la metáfora del caballo bueno y dócil a las instrucciones del auriga. Gracias a esta parte el auriga puede seguir a los dioses hacia el mundo de las Ideas y la contemplación de la Idea de Bien. En el alma irascible se encuentra la voluntad, el valor y la fortaleza. Platón no defiende con claridad ni su mortalidad ni su inmortalidad. La sitúa en el pecho(el corazón). Alma Concupiscible: Parte mortal del alma humana responsable de las pasiones, placeres y deseos sensibles.             En el "mito del carro alado", Platón representa el alma concupiscible con la metáfora del caballo malo, poco dócil y que dirige al carro hacia el mundo sensible. Es la parte del alma humana más relacionada con el cuerpo y en ella se encuentran los placeres sensibles y los apetitos o deseos sensibles(deseos sexuales, apetitos por la comida, la fama, la riqueza...). Por estar tan íntimamente ligada al cuerpo se destruye cuando éste muere. La sitúa en el abdomen. Al alma racional le corresponde la clase de los filósofos o gobernantes de la ciudad; al alma irascible la clase de los defensores de la misma; al alma concupiscible la clase de los trabajadores.
El ideal de ciudad basado en la armonía exige que exista un equilibrio entre las tres clases sociales, al igual que el idea de armonía en la conducta de la persona exige que se de un equilibrio entre las diferentes partes del alma. Y al igual que en la persona el alma racional debe dominar a las otras, en la ciudad, la clase de los filósofos debe gobernar al resto. La forma política que debe adoptar el gobierno de la república es la de un régimen aristocrático o gobierno de los mejores, en este caso de aquellos que conocen las Ideas, es decir, los filósofos.

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