NOCIÓN:
Los prisioneros y las sombras
Los prisioneros se encuentran encadenados dentro de una caverna desde su nacimiento. Podemos establecer tres equivalencias: la caverna simboliza el mundo sensible, el fuego que hay en ella al sol, y la salida a la ascensión del alma al mundo inteligible.
Platón introduce, influido por los pitagóricos, la
idea de alma inmortal, que es novedosa en la cultura griega. El alma es
preexistente al cuerpo e inmortal, su lugar natural es el mundo suprasensible de
las ideas. El cuerpo es la cárcel del alma, constituye un estorbo para ella,
pues las pasiones la arrastran impidiéndole la contemplación de las ideas. El
cuerpo pertenece al mundo sensible, y es por tanto imperfecto, sus
conocimientos son meras sombras de la verdadera realidad que no se capta con
los sentidos, sino con la razón. Para describir la situación del alma alojada
en el cuerpo, Platón utiliza el mito del carro alado (Fedro): el alma es como una fuerza natural que mantienen
unidos un carro y su auriga, sostenidos por alas. Los caballos y los aurigas de
los dioses son todos ellos buenos; los de los hombres no. En nuestro caso, el
auriga guía una pareja de caballos, uno hermoso y bueno, otro feo y malo, por
lo que para nosotros la conducción resultará dura y difícil. El alma tiene como
tarea el cuidado de lo que es eterno e inmutable y recorre todo el cielo.
Cuando es perfecta vuela por las alturas y administra todo el mundo; en cambio
la que ha perdido las alas es arrastrada hasta el mundo material donde se apodera
de algo sólido y se establece tomando un cuerpo terrestre. A causa de la fuerza
del alma, este cuerpo parece moverse a sí mismo y ambos, cuerpo y alma, reciben
el nombre de ser viviente.
Platón nos explica los grados de conocimiento
mediante la alegoría de la línea. Representemos en una línea recta los dominios
de los sensible y lo inteligible. Sobre la parte de la línea que representa el
mundo sensible tendremos dos divisiones: la primera correspondiente a las
imágenes de los objetos materiales -sombras, reflejos en las aguas o sobre
superficies pulidas-la segunda correspondiente a los objetos materiales mismos,
a las cosas -obras de la naturaleza o del arte. Estos dos grados de
conocimiento: eikasia y pistis, proporcionan opinión o doxa.
De igual modo, sobre la parte de la línea que
representa el mundo inteligible, la primera división corresponderá a las
imágenes (objetos lógicos y matemáticos), y la segunda a los objetos reales,
las Ideas. Estos dos grados de conocimiento: dianota y noesis, proporcionan ciencia o episteme. El verdadero
conocimiento debe tratar sobre el ser, no sobre el devenir, y no puede estar
sometido a error, ha de ser necesario. El conocimiento sensible no es verdadero
conocimiento ya que su objeto no son las ideas, inmutables y eternas, sino los
fenómenos, mutables y perecederos.
El conocimiento de las sombras y de los ecos es el
primer grado de opinión, la imaginación (eikasia). Cuando un prisionero es
liberado dentro de la caverna y ve el fuego y a los porteadores alcanza el
segundo grado de opinión, la creencia (pistis).
Los prisioneros se encuentran en el ámbito de la doxa, es decir, en el mundo sensible: material, corruptible y sometido a un perpetuo devenir. Desde su nacimiento perciben sólo las sombras proyectadas sobre el muro. No conocen la verdadera realidad (Ideas) sino una copia de la copia, las imágenes de las cosas materiales cuyo correlato epistemológico es la eikasia y la pistis.
Los prisioneros se encuentran en el ámbito de la doxa, es decir, en el mundo sensible: material, corruptible y sometido a un perpetuo devenir. Desde su nacimiento perciben sólo las sombras proyectadas sobre el muro. No conocen la verdadera realidad (Ideas) sino una copia de la copia, las imágenes de las cosas materiales cuyo correlato epistemológico es la eikasia y la pistis.
NOCIONES
El ascenso al mundo de arriba
y el sol.
El ascenso del prisionero por la áspera y escarpada subida y su posterior adaptación a la luz en el exterior hasta ver el sol directamente, representan las dificultades del proceso educativo. La dialéctica y el amor son los dos medios de ascender al mundo de las Ideas. Una dialéctica ascendente de carácter ontológico y epistemológico y una concepción de la filosofía como amor o búsqueda de la sabiduría.
El mundo de arriba o mundo
inteligible se estructura en dos regiones ontológicas: los entes matemáticos y
las Ideas, las cuales se corresponden con la dianota (discursiva) y la noesis
(intuitiva) que configura en ámbito de la episteme. Las matemáticas son un
preludio necesario, ya que arrancan al alma del mundo del devenir y la
introducen en la contemplación de los objetos inteligibles o Ideas. Dentro del
mito corresponden a la subida para salir de la caverna pues permite pasar del
mundo sensible al inteligible. La dianoia (matemáticas) es el conocimiento que
procede por demostración: parten de una hipótesis y deducen conclusiones.. La
noesis (dialéctica) es el conocimiento intuitivo por visión directa de las Ideas.
El alma, ligada al cuerpo, contempla las cosas buenas del mundo sensible y recuerda la Idea de Bien, la cual genera el deseo de volver al mundo de las Ideas. El sol simboliza la Idea de Bien en el mito de la caverna. Según Platón, el ser del mundo sensible consiste en que participa del mundo de las Ideas. Las cosas materiales no son Ideas, pero son algo, es decir, no son en sentido absoluto, ya que sólo las Ideas son o existen en tal sentido; su ser es relativo. El ser relativo de las cosas del mundo sensible se debe a que participan del ser de las Ideas. Esta es la teoría de la mimesis. La Idea de Bien guarda una relación ontológica y epistemológica con el proceso mediante el cual el alma llega al conocimiento de las Ideas. Por una parte, al ser la Idea suprema hace posible que todo lo demás exista. Por otra, ilumina al alma en el camino que lleva hasta el mundo inteligible.
Volviendo al mito, podemos afirmar que las funciones del Bien en el mundo inteligible, respecto del alma y las Ideas, es similar al comportamiento del Sol respecto de la percepción visible y las cosas sensibles. La Idea de Bien es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas, es el fundamento de toda acción moral y de todo juicio estético, de toda verdad y de todo conocimiento. Igual que los ojos necesitan la luz del Sol para ver, el alma necesita la Idea del Bien para aprehender los objetos del mundo inteligible. Así, es el máximo criterio y el modelo de todo comportamiento moral (vida privada) y político (vida pública). En virtud de la doctrina del intelectualismo moral, la cual identifica virtud con saber, solamente puede ser bueno aquél que sabe lo que es el Bien. Y solo puede gobernar justamente aquél que sabe lo que es la Justicia. La Idea de Bien está pues en la base de todo intento de diseñar una polis Ideal, es decir, una república.
NOCIONES
El retorno a la caverna y las
tinieblas.
El filósofo que ha ascendido hacia las Ideas volverá a descender a la caverna para ayudar a los hombres a salir del sueño en el que se hallan sumidos y aportar sentido y verdad a la vida. Como señala Platón no es extraño que se muestre torpe cuando tenga que discutir en los tribunales o en otro lugar (mundo sensible), sobre la apariencia de lo justo cuando el conoce la justicia en sí (mundo inteligible).
El retorno a la caverna simboliza
el proceso de la dialéctica descendente o dimensión ético-política. Una vez que
se ha conocido la Justicia,
la Verdad,
etc., el prisionero liberado debe volver a la caverna para ilustrar a los
prisioneros. Esta fase se identifica con la doctrina socrática del intelectualismo
moral, el cual identifica el saber y la virtud: solamente puede hacer cosas
buenas, aquél que sabe lo que es el bien; o sólo puede obrar justamente, aquél
que sabe lo que es la justicia. El prisionero liberado, convertido ya en sabio,
vuelve a la caverna, a las tinieblas, con el objetivo de enseñar al resto de
prisioneros cómo liberarse de las cadenas o prejuicios. Para ello no cabe otro
medio que la constitución de una ciudad ideal o una república basada en el
ideal griego de equilibrio y armonía.
La ciudad ideal se estructura en
tres clases sociales que son el correlato social y político de la división
tripartita del alma. Es decir, la propuesta de estratificación social se
fundamenta en la concepción antropológica platónica. Platón divide el alma en
tres partes; racional (cabeza), irascible (pecho) y concupiscible. Alma Racional: Parte superior del alma humana,
inmortal y divina. Gracias a ella alcanzamos el conocimiento y la vida buena. El
"mito del carro alado" representa el alma racional con la metáfora
del auriga. Es la parte más excelente del alma, se identifica con larazón
y nos faculta para el conocimiento y la realización del bien y la
justicia. Es un principio divino y dotado de inmortalidad. Alma Irascible: Parte del
alma humana en donde se sitúan la
voluntad y el valor. El "mito del carro alado" representa el alma irascible
con la metáfora del caballo bueno y dócil a las instrucciones del
auriga. Gracias a esta parte el auriga puede seguir a los dioses hacia el mundo
de las Ideas y la contemplación de la
Idea de Bien. En el alma irascible se encuentra la
voluntad, el valor y la fortaleza. Platón no defiende con claridad ni su
mortalidad ni su inmortalidad. La sitúa en el pecho(el corazón). Alma Concupiscible: Parte mortal del alma
humana responsable de las pasiones, placeres y deseos sensibles. En
el "mito del carro alado", Platón representa el alma concupiscible
con la metáfora del caballo malo, poco dócil y que dirige al carro hacia
el mundo sensible. Es la parte del alma humana más relacionada con el cuerpo
y en ella se encuentran los placeres sensibles y los apetitos o deseos
sensibles(deseos sexuales, apetitos por la comida, la fama, la riqueza...).
Por estar tan íntimamente ligada al cuerpo se destruye cuando éste
muere. La sitúa en el abdomen. Al alma racional le corresponde la clase
de los filósofos o gobernantes de la ciudad; al alma irascible la clase de los
defensores de la misma; al alma concupiscible la clase de los trabajadores.
El ideal de ciudad basado en la armonía exige
que exista un equilibrio entre las tres clases sociales, al igual que el idea
de armonía en la conducta de la persona exige que se de un equilibrio entre las
diferentes partes del alma. Y al igual que en la persona el alma racional debe
dominar a las otras, en la ciudad, la clase de los filósofos debe gobernar al
resto. La forma política que debe adoptar el gobierno de la república es
la de un régimen aristocrático o gobierno de los mejores, en este caso de
aquellos que conocen las Ideas, es decir, los filósofos.
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