Fuente: http://ficus.pntic.mec.es/amoe0013/ETICA/etcinf.htm
Teorías
éticas
Ética en la antigua Grecia
“Los hombres comienzan y comenzaron siempre a
filosofar movidos por la admiración; al principio, admirados ante los
fenómenos sorprendentes más comunes; luego, avanzando poco a poco, planteándose
problemas mayores ... pues esta disciplina comenzó a buscarse cuando ya
existían casi todas las cosas necesarias y las relativas al descanso y al
ornato de la vida. Es, pues, evidente que no la buscamos por ninguna utilidad,
sino que, así como llamamos hombre libre al que es para sí mismo y no para
otro, así consideramos a ésta como la única ciencia libre, pues ésta sola
es para sí misma” [Aristóteles: Metafísica]
Siendo bastante
exagerada e imprecisa quizás, las primeras noticias que tenemos sobre ÉTICA
(entendida como una reflexión sistemática y filosófica) se remontan a los
primeros filósofos griegos. Ellos aportaron a la moral: al conjunto de normas y
valores, la reflexión racional, el espíritu crítico.
La filosofía
tal como la concebimos hoy surge en Grecia en el último tercio del siglo VII
a. C. debido a una serie de circunstancias económicas, políticas y culturales.
En efecto, a partir del siglo VII a. C. la necesidad
de conquistar otros territorios, como es el caso de Jonia, hace que el
horizonte cultural griego se abra a otras culturas, a nuevos tipos de
conocimientos técnicos y geográficos. Poco a poco, gracias al invento lidio de
la moneda, la práctica guerrera va dejando paso a la comercial, y al
mismo tiempo que se intercambian bienes materiales, se intercambian ideas.
De tal modo que el saber tradicional transmitido a través de narraciones
o mitos de Homero y Hesíodo. Sin embargo, ese saber tradicional y mítico
deja de ser efectivo y se pone en duda al compararlo con los saberes
tradicionales de otras culturas. Ante la disparidad de opiniones
sobre la misma cuestión surge el escepticismo y la necesidad de encontrar la
verdad:
“Los seres humanos se han creado dioses a su propia imagen. Creen que los
dioses han nacido y que tienen cuerpo, vestidos e idiomas como nosotros. Los
negros piensan que los dioses son negros y chatos, los tracios los imaginan
rubios y con ojos azules. ¡Incluso si los bueyes, los caballos y leones
hubiesen sabido pintar, habrían representado dioses con aspecto de bueyes,
caballos y leones! “[Jenófanes. s. VI a. C.]
Frente al saber mítico que busca las causas
de todos los fenómenos en el capricho de los dioses, va surgiendo otro
tipo de saber que busca respuestas diferentes a las preguntas que los
hombres se han hecho desde el principio de los tiempos. Preguntas tales como:
¿cómo surgió el cosmos?, ¿por qué nacemos? ¿por qué morimos?, ¿qué sentido
tiene la vida?, ¿por qué el ser y no la nada?, ¿por qué debemos obedecer normas
en las que no creemos?, ¿qué es la justicia? ¿existe dios?, etc. Para hacerse
estas preguntas lo primero que debieron saber los griegos es que no sabían
(el reconocimiento de la propia ignorancia es el principio de la sabiduría, tal
como quiso decir Sócrates: “Sólo sé que no sé nada”) y que las
explicaciones míticas no eran convincentes. En esta situación el único camino
que les quedaba era dejar a un lado lo que habían aprendido de los mitos, y
empezar a pensar por sí mismos. Con la frase “paso del mito al
lógos” se expresa ese cambio en la manera de tratar de conocer. Como
podemos deducir, la explicación mítica es distinta a la explicación
racional (o lógica) la primera apela al capricho de los dioses para
explicar los fenómenos de la naturaleza; la segunda trata de buscar las
causas que determinan los fenómenos de todo tipo haciendo uso de la razón,
y tratando de ir más allá de las apariencias que nos proporcionan los sentidos.
Así pues, en un principio la
filosofía intentaba saber sobre la naturaleza y sus fenómenos (filosofía
presocrática), pero alrededor del siglo V a.d.C., en la Atenas
democrática el interés filosófico se centra en cuestiones
relacionadas con el ser humano (a ese cambio de interés lo conocemos como
“giro antropológico”). Problemas morales, políticos,
lingüísticos, culturales etc, son pensados y debatidos desde diversos
puntos de vista. Veamos algunas de las posiciones éticas más sobresalientes.
Sofistas: relativismo y
escepticismo moral
En el
siglo V a.d.C. Atenas experimenta un florecimiento cultural,
económico y político de primera magnitud: se desarrollan la arquitectura,
la escultura, el teatro y la filosofía. Es el llamado
siglo de Pericles.
El hecho político más
importante es un nuevo sistema de gobierno: la democracia (ver PPT.) Diferente a la que nosotros
conocemos, se trataba de una democracia directa, en la que todos los
ciudadanos tenían derecho a intervenir en la Asamblea y discutir sus
puntos de vista sobre aquellas decisiones que les afectaban. Sólo eran
considerados ciudadanos atenienses los varones mayores de 30 años y
propietarios. Las mujeres, los extranjeros y los esclavos. Atenas tenía
aproximadamente 200.000 habitantes, pero tan solo 38.000 podían participar.
A la Atenas del siglo V a.d.C. fueron llegando
desde otros puntos de Grecia una serie de pensadores muy polémicos: los llamados
sofistas (de sophos= “sabios”), que se preocuparon de dar
a los jóvenes una auténtica educación, aunque fueron duramente
criticados por cobrar por sus clases. Los sofistas eran muy cultos; habían
viajado y conocido numerosas culturas, de ahí que fueran bastante críticos
con todos aquellos que se creían en posesión de la verdad absoluta. Se
centraron, especialmente, en los asuntos de la vida política criticando
la esclavitud; prestaron gran atención al estudio del lenguaje.
Impartían enseñanzas sobre gramática, oratoria, poesía... El dominio de
la retórica era imprescindible en aquella sociedad democrática, puesto
que todas las decisiones se tomaban en asamblea, y aquel que tuviera mejor
dominio del lenguaje, tenía más posibilidades de convencer al resto de la
Asamblea, y obtener así el éxito en su propuesta y en la realización de sus
intereses.
Respecto a las leyes, los sofistas
afirmaban que se debía conocer el conjunto de leyes que rigen una ciudad. Cada
ciudad podía tener leyes diferentes y éstas podían cambiar en función de las
circunstancias políticas. Así pues, consideraban que las leyes son convencionales
(fruto de acuerdos o costumbres comúnmente admitidas). Las imponen los
fuertes para dominar a los débiles, según algunos sofistas como Trasímaco;
otros piensan que son los débiles los que inventaron las leyes para frenar a
los fuertes, es el caso de Calicles. La idea de que las normas y las
leyes de la ciudad provienen de la naturaleza y que, por ello, han de ser
universalmente válidas quedaba en entredicho: las leyes son relativas y
convencionales.
Los sofistas afirmaban que también las normas
morales eran convencionales. Eso significa que determinados valores
morales: lo justo, lo bueno, lo valioso... no son absolutos e
inmutables sino que son relativos, que cambian de un pueblo a otro, o
incluso, de un grupo a otro dentro de una sociedad. Protágoras de
Abdera, uno de los sofistas más conocidos, junto con Gorgias de Leontini,
defendió el relativismo afirmando: “El hombre es la medida de
todas las cosas”, es decir: valora las acciones, las circunstancias,
etc. de acuerdo con sus necesidades y circunstancias personales. No podemos
hablar de la verdad, ni siquiera sabemos si tal cosa existe porque nuestro
entendimiento es limitado. Esto es justamente el escepticismo: la tesis
que sostiene la incapacidad humana para llegar a una verdad absoluta. El
principal representante del escepticismo sofista es Gorgias: “El
ser no existe, si existiera, no podría ser conocido; y si pudiera ser conocido,
no podría ser comunicado”, que traducido burdamente significa:
No sabemos si la realidad existe, sólo podemos afirmar que existen apariencias
o que nos parece que hay cosas; y aunque existiese eso que llamamos realidad,
no podríamos conocerla porque nuestra capacidad intelectual es limitada; y aún
cuando pudiésemos conocerla, no podríamos llegar a expresarlo mediante nuestro
lenguaje porque es igualmente limitado: no podemos decir todo aquello que
queremos: nos faltan palabras.
Contemporáneo de los sofistas, Sócrates fue uno de los
personajes más curiosos de su época y su fama ha perdurado a lo largo de los
siglos. Platón, discípulo suyo, le rindió homenaje en su obra,
haciéndolo aparecer como interlocutor principal en gran parte de sus diálogos.
Sócrates se opone al relativismo y
escepticismo de sus contemporáneos los sofistas, y considera que es
necesario llegar a establecer una moral no relativista, válida para todos. El
método para llegar a conocer qué es lo bueno o lo justo es el diálogo, o arte mayéutica,
que es el arte de ayudar sacar a la luz la verdad mediante preguntas dirigidas
hábilmente (Sócrates era un "artista" en hacer decir a los demás lo
que él quería, de ahí que por esa faceta suya algo manipuladora, algunos de sus
contemporáneos lo tomaran por un sofista, también artistas en ese mismo campo:
la retórica y la erística)
Además de la mayéutica, Sócrates es conocido por
su defensa del intelectualismo moral. Según esta posición el SABER =
VIRTUD, o lo que es lo mismo: El obrar mal o injustamente es fruto de la ignorancia:
nadie obra mal a sabiendas. Cuando hacemos algo que no es muy ortodoxo
lo hacemos porque creemos que ese es nuestro bien, aunque estemos equivocados.
Así, para obrar bien basta saber qué es el bien. El mal es la
falta de saber, es ignorancia. Si esto es así, el criminal no es malo,
es un ignorante y antes que encarcelarlo, debería ser educado.
Platón: la justicia.
Platón,
filósofo ateniense del siglo V a.d.C., fue un escritor prolífico
(conservamos alrededor de 24 Diálogos= género literario que cultivó con
maestría) y fundó una escuela de filósofos: La Academia.
Siguiendo a su maestro Sócrates, se opone al
relativismo ético de los sofistas y afirma que los conceptos morales
pueden ser conocidos racionalmente. Además, estos conceptos tienen un carácter
absoluto, único para todos los seres humanos y, por tanto, independiente de
las diversas opiniones.
Sostiene que el conocimiento de los conceptos
morales es necesario para tener un comportamiento moral correcto. Y asegura que
aquellos que conocen los verdaderos principios morales, es decir, los
filósofos, son los más aptos para dirigir la ciudad y educar a los ciudadanos.
Considera que el ser humano, a diferencia del resto de
los animales, posee la facultad superior de la razón. Y ésta debería
gobernar las otras dos dimensiones del alma, en la que distingue tres
partes. En su obra La República imagina cómo sería una
sociedad ideal en la que pudiera realizarse la justicia. En
la misma obra establece la relación entre las partes del alma,
las clases de ciudadanos y las virtudes que deben fomentar:
PARTES DEL ALMA
|
CLASES SOCIALES
|
VIRTUDES
|
Racional
|
Gobernantes filósofos
|
Prudencia (sabiduría)
|
Irascible
|
Guardianes
|
Fortaleza (valor)
|
Apetitiva
|
Productores
|
Templanza
|
Armonía entre las partes
del alma
|
Armonía entre las clases
sociales
|
Justicia
|
La racional, en la que domina la razón. La
virtud que debe fomentar es la prudencia o sabiduría. En los filósofos
predomina esta parte racional, y al conocer mejor que el resto de los
ciudadanos el bien y la justicia, deben dedicarse a las labores de gobierno
y educar en la virtud a los ciudadanos.
La Irascible, dominada por los afectos o
sentimientos: cólera, ímpetu, arrebatos.. es la parte que domina en los guerreros,
quienes tienen que practicar la virtud que les es propia: el valor y la
fortaleza.
La apetitiva, en la que prevalecen los apetitos
del cuerpo: hambre, sed.., es la parte que domina en la clase de los productores
(agricultores, ganaderos, artesanos...) La virtud que deben practicar es la
templanza o moderación de los "bajos instintos".
En el equilibrio de estas tres virtudes reside
la armonía, que debe gobernar al individuo; de la misma manera que, en
la polis, la justicia consiste en el equilibrio de los distintos grupos
sociales, y en que cada clase de ciudadano se dedique a las funciones que les
son propias.
Ética y política son para Platón dos ámbitos
correlativos, y no puede entenderse una ética sin política (no vivimos
aislados, sino en una comunidad política) ni una política sin ética
porque un sistema de gobierno debe perseguir el ideal de la justicia y el bien
de toda la comunidad, y no el bien privado de los gobernantes.
Fue
discípulo de Platón, maestro de Alejandro Magno. Habiendo nacido en Estagira
(Macedonia) se trasladó a Atenas (s. III-IV a.d.C.) en donde tras abandonar la
Academia, fundó una nueva escuela filosófica: El Liceo.
Es uno de los filósofos más importantes de la historia. A él le debemos las primeras
obras sistemáticas sobre ética, política, metafísica, física,
lógica... Destacamos en este caso su Ética a Nicómaco como obra
de referencia
Según Aristóteles, la finalidad del hombre es
conseguir la felicidad. Dado que éste se distingue justamente por poseer
la facultad de la razón, la felicidad humana consistirá en perfeccionar
al máximo esta facultad. Vivir bien equivale, pues, a vivir
conforme a la razón, que es el rasgo superior de lo humano. Sin embargo, no
siempre actuamos conforme a los dictados de nuestra razón, a menudo nos dejamos
llevar por nuestro lado pasional, la parte apetitiva (los
sentimientos, los deseos, las pasiones), y no siempre obtenemos la
felicidad actuando de este modo, sino que, por el contrario, nos creamos
problemas de difícil solución (si la profesora de ética me fastidia, puedo
tener el deseo de quitármela del medio de cualquier modo, sin embargo eso
supondría estar fastidiado en cárcel unos cuantos años). Es por ello que hay
que ser racional y ejercitar las virtudes y, en especial, corregir los
excesos.
La felicidad es "la
actividad del hombre conforme a la virtud". A través de las
virtudes el ser humano domina su parte irracional.
Las virtudes éticas
son adquiridas a través de la costumbre o el hábito y consisten,
fundamentalmente, en el dominio de la parte irracional del alma (sensitiva)
y regular las relaciones entre los hombres. Las virtudes éticas más importantes
son: la fortaleza, la templanza, la justicia.
Las virtudes dianoéticas
se corresponden con la parte racional del ser humano, siendo, por ello, propias
del intelecto . Su origen no es innato, sino que deben ser aprendidas a
través de la educación o la enseñanza. Las principales virtudes dianoéticas
son la inteligencia (sabiduría) y la prudencia.
La virtud es un hábito
de carácter racional, y según Aristóteles consiste en el justo medio.
Respecto a la valentía, el justo medio está entre la cobardía y la osadía. Pero
además, somos cada uno de nosotros los que hemos de determinar dónde está
nuestro justo medio. Ser generoso, por ejemplo, no es lo mismo para una persona
rica que para una persona pobre.
Por último, al igual que para su maestro, el ser
humano es social por naturaleza, y llega a definirlo como : "..el
hombre es por naturaleza un animal político". Por ello, no debe
haber ética sin política ni viceversa.
Epicuro (s. III-IVa.C.) fundó también una escuela de
carácter filosófico llamada El Jardín, en la ciudad de
Atenas. En ella se refugió, aislándose de la vida
política y de la sociedad, practicando la amistad, el gusto por lo bello y por
el conocimiento. El objetivo de la filosofía debe ser práctico: fomentar una
vida buena y feliz.
La tesis básica de la doctrina de Epicuro es que la
finalidad de la vida humana consiste en buscar el placer y huir del dolor. Esto
representa un alejamiento de la línea de pensamiento seguida por Sócrates,
Platón y Aristóteles. Sin embargo, es necesario matizar que el concepto de
placer que tiene Epicuro no es simplemente un ¡¡¡Viva la Virgen!!!.
Para los epicúreos, la felicidad se consigue con el placer.
Pero no con cualquier placer; debe ser un placer que conlleve un estado
en el cual se supera el dolor físico (aponía) y la preocupación (ataraxia,
que viene a ser como la liberación de la angustia). Para evitar el dolor
físico, Epicuro propone un ideal de vida sobrio y frugal, limitado a la
satisfacción de las necesidades naturales, y siempre con medida
Hay tres tipos de placeres:
- Naturales y necesarios. Son imprescindibles para la supervivencia y conservación de los seres humanos: comer, beber, descansar..
- Naturales y no necesarios. Son los mismos que los anteriores, pero en un alto grado de refinamiento. Por ejemplo: el sibaritismo, la exquisitez.
- No naturales y no necesarios. Provienen de la vanidad: riquezas, poderes, honores...
Según Epicuro, sólo hay que satisfacer los placeres
naturales y necesarios, los demás estropean el cuerpo y perturban
el alma. Por lo tanto, el buen método y el verdadero placer
consisten en saber limitar los propios deseos.
Para evitar la preocupación y el dolor, Epicuro
propone un ideal de vida apartado de la vida pública de la ciudad. La
vida privada tranquila, sin excesos, sin participar en la agitación de la vida
pública, dará las mejores condiciones para alcanzar la felicidad, la ausencia
de perturbación, en una palabra: la ataraxia. Así, la vida moral es
fundamentalmente individual y la única relación que se debe apreciar
entre los individuos es la de la amistad, una relación libre y natural.
Epicuro afirma que la
filosofía tiene que cumplir un doble objetivo: liberarnos de los
prejuicios o falsas ideas que fomentan el temor y el sufrimiento y
hacernos capaces de adaptarnos de buen grado a las circunstancias.
Inducidos por nuestra ignorancia tememos: al dolor, el a la muerte, a los
dioses y al destino. Para evitar estos temores Epicuro propone el cuádruple
remedio, el tetrafarmakon.
- No hay que temer a la muerte: “el más terrible de los males, la muerte, no es nada para nosotros, pues cuando nosotros existimos, la muerte no existe, y cuando la muerte existe, nosotros no existimos”.
- No hay que temer al dolor corporal: cuando es intenso y insoportable dura poco y cuando dura más tiempo es menos fuerte y más soportable; nos acostumbrándonos al dolor moderado; el dolor intenso nos mata y es el fin de todo dolor.
- No hemos de temer a los dioses, pues caso de que existan, cosa que duda Epicuro, estos no se ocupan de nuestros asuntos pues sería contrario a su majestad descender a tan nimios problemas.
- No debemos temer el futuro:nuestro destino no está "escrito", y si lo estuviera, no podríamos saber qué sucederá.
El estoicismo es una
corriente filosófica que surge en la escuela fundada por Zenón de Citio
(335-264 a.d.C.) en Atenas. En ella se estudiaba física, lógica y moral.
Para los seguidores de esta escuela, el universo está
regido por leyes fijas e inflexibles y el hombre, si quiere ser
razonable, debe adaptarse a ellas. Cada individuo tiene un destino inexorable
y sólo es feliz quien lo acepta y no intenta modificarlo. Sólo quien sea
capaz de comprender la estrecha relación entre la naturaleza y el ser humano
podrá ser feliz. Desde esta perspectiva, la vida buena se convierte en un
esfuerzo para llegar a esa comprensión definitiva: que hay que cambiar la
actitud ante la vida antes que a la vida misma porque todo ocurre de modo
necesario: porque tiene que ocurrir, y de nada vale oponerse al destino.
Para los estoicos el sabio
ha de mostrarse imperturbable, es decir, ha de llegar a la ataraxiay
ser independiente de los azares del destino: autarquía. Sólo desde
la sabiduría logra comprender la ley de la naturaleza y se adapta a
ella, acata racionalmente la ley universal y acepta su destino, intentando
cambiar él mismo antes que cambiar el mundo Los
estoicos se consideraban cosmopolitas: proclamaban la fraternidad
universal, creían en la igualdad entre los seres humanos y en la ausencia
de fronteras entre los países.
Como
escuela de moral tuvo mucha influencia y pertenecieron a ella filósofos como
Cicerón (106-43 a.d.C.), Séneca (4 a.d.C. – 65 d. C.), Epícteto (50-125
d.C.) y el emperador romano Marco Aurelio (121-180 d. C.)
Kant, nacido en Alemania en el siglo XVIII, es uno de los filósofos ilustrados
de mayor repercusión en la historia de la filosofía. Tres son sus principales
obras.
Crítica de la razón
pura ......................tema: los límites del conocimiento.
Crítica de
la razón pura práctica.... tema: fundamento de una
moral universalmente válida.
Crítica del juicio....................................tema: estética y filosofía de la
historia.
El objetivo de Kant en
su CRPP es fundamentar la moral desde unas bases universalmente válidas.
Empezará su labor criticando todas las éticas anteriores por
considerarlas materiales, y no formales.
Una ética es material
cuando tiene un contenido: indica cual es el fin que todo hombre
debe perseguir: la felicidad, la perfección, el placer, el dinero, lo útil.. A
parte de fines, también propone los medios que son más adecuados para
conseguir el fin propuesto. Ej.: "Si quieres ser feliz (fin), busca
el placer(medio)"; "Si quieres tener mucho dinero, busca un
buen trabajo".
Por el contrario, lo que
busca Kant es una ética formal, vacía de contenidos. No pretende
decirnos qué es lo que debemos perseguir ni la forma de conseguirlo. Lo único
que se propone es averiguar qué características formales debe cumplir un
hecho para ser considerado moral. Le interesa la forma, no el
contenido. Un hecho moral formalmente válido debe ser universal y
necesario. Ya volveremos sobre ello cuando estudiemos los tipos de
acciones.
Kant critica los siguientes
aspectos de estas éticas materiales:
a) Son empíricas
o a posteriori: Los preceptos o normas y el contenido se basan en la
experiencia. Ej.: "los epicúreos dicen que el placer es el fin del
hombre porque la experiencia nos dice que desde niños buscamos el placer".
Y la experiencia nos demuestra que la política produce disgustos ("si
quieres ser feliz, apártate de la política")
Pero Kant pretende una ética
cuyos principios sean universales, a priori, válidos para todos
en cualquier tiempo y lugar y esto no puede provenir de la experiencia que
siempre es particular tal como lo demuestra el hecho de que los hombres no se
pongan de acuerdo sobre los fines que hay que perseguir en la vida, y mucho
menos aún, en los medios que han de emplearse.
b) Son hipotéticas:
Los preceptos (normas) de la ética material son hipotéticos (y no categóricos)
porque son condicionales (“si x... entonces y”). Dicen qué medios hay
que poner en juego para conseguir un fin determinado: Si quieres aprobar,
tienes que estudiar. Pero qué pasa si uno no tiene el menor interés en
aprobar, sencillamente que este precepto no es válido para él, por lo tanto no
es universal.
Por el contrario, Kant
no está interesado en proponer condiciones que hagan posible la obtención de un
pretendido bien particular, sino que busca imperativos de tipo categórico:
válidos universalmente y necesarios (Necesario significa
en la filosofía kantiana "sin contradicción " o "lo
que es así y no puede ser de otro modo") y no hipotéticos.
c) Son heterónomas:
El sujeto no se da a sí mismo sus propias normas de conducta siguiendo su
propia razón, sino que su voluntad viene determinada desde fuera,
siguiendo las costumbres o usos sociales, o bien desde dentro, siguiendo sus
inclinaciones o deseos y no su razón.
Contrariamente a lo
anteriormente dicho, Kant defiende la autonomía: la autodeterminación de
la voluntad del sujeto desde la razón, y no desde otra fuente.
La ética kantiana es formal,
vacía de contenido. Es a priori, no empírica, porque debe ser universal
y necesaria para todos los hombres. Es categórica, no hipotética, porque
sus juicios deben ser absolutos, o lo que es lo mismo, las acciones que cada
uno realice deben poder ser universalizables y convertirse es ley para todos. Y
por último, es autónoma, no heterónoma, porque es el sujeto el que debe
determinarse a obrar, a darse a sí mismo su ley con la sola determinación de su
razón.
EL
DEBER
La ética kantiana es “deontológica”
(basada en el DEBER) entendido como obligatoriedad de realizar una acción
cuando se sabe racionalmente que es conforme a la ley que la voluntad se da
a sí misma de manera autónoma. El deber no debemos entenderlo como una
imposición exterior, sino más bien como un sentimiento de auto obligación que
conduce a realizar aquello que consideramos correcto no porque nos convenga o
nos guste, simplemente porque es lo correcto.
Respecto al deber, Kant
distingue tres tipos de acciones. Supongamos que un amigo nuestro ha
cometido un crimen y acude a nosotros para que lo escondamos de la justicia.
Tenemos tres posibilidades, según Kant para actuar:
a) Acciones contrarias al
deber (inmorales): esconder a nuestro amigo y obstaculizar a la justicia.
Actuamos por amor al amigo, pero ¿Qué pasaría si todo el mundo actuara de esta
forma? es más, en el caso de que hubiesen matado a nuestro padre ¿pensaríamos
que la persona que esconde al asesino está actuando debidamente?
b) Acciones
conformes al deber (meramente legales): entregar a la justicia a nuestro
amigo por miedo a vernos implicados en su crimen. El móvil de nuestra acción
sigue siendo egoísta. Hemos hecho lo que deberíamos hacer, pero nuestra acción
sigue siendo inmoral, según Kant, porque nuestra voluntad no ha sido
determinada por la conciencia del deber, sino por el miedo a las posibles
represalias.
c) Acciones por
deber (morales): entregamos a nuestro amigo a la justicia porque
consideramos que es nuestro deber, por mucho que nos duela ver al amigo en tal
tesitura.
A continuación
transcribiremos un texto que nos ayudará a comprender la posición de Kant:
"Otro se ve apremiado por la necesidad a pedir dinero en préstamo.
Bien sabe que no podrá pagar, pero sabe también que nadie le prestará nada como
no prometa formalmente devolverlo en determinado tiempo. Siente deseos de hacer
tal promesa, pero aún le queda conciencia bastante para preguntarse: ¿no está
prohibido, no es contrario al deber salir de apuros de esta manera? Supongamos
que decida, sin embargo, hacerlo. Su máxima de acción sería esta: cuando crea
estar apurado de dinero, tomaré a préstamo y prometeré el pago, aún cuando sé
que no lo voy a hacer nunca. Este principio del egoísmo o de la propia utilidad
es quizá muy compatible con todo mi futuro bienestar. Pero la cuestión ahora es
esta: ¿es ello lícito? Transformo, pues, la exigencia del egoísmo en una ley
universal y dispongo así la pregunta: ¿qué sucedería si mi máxima se tornase
universal? En seguida veo que nunca puede valer como ley natural universal, ni
convenir consigo misma, sino que siempre ha de ser contradictoria, pues la
universalidad de una ley que diga que quien crea estar apurado puede prometer
lo que se le ocurra proponiéndose no cumplirlo, haría imposible la promesa
misma y el fin que con ella pueda obtenerse, pues nadie creería que recibe una
promesa y todos se reirían de tales manifestaciones como de un vano
engaño"[Kant: Metafísica de las costumbres]
Como se puede ver, cada vez
que alguien se decida a actuar debe preguntarse si querría que la máxima de su
acción se convirtiera en ley universal, es decir, si es conveniente que todo el
mundo actúe de la misma forma que él o ella en cada caso parecido.
Para Kant la única norma de
moralidad es el deber, que es actuar conforme a la ley moral, y por
respeto a la ley misma, que de un modo autónomo y racional cada
uno se impone. El fin que persigue la moralidad es la consecución de una
voluntad absolutamente buena, es decir, que siempre obre por respeto al deber.
EL IMPERATIVO CATEGÓRICO
Al hilo de lo que acabamos
de plantear, aclararemos la noción de imperativo categórico. Por imperativo
entiende Kant la ley que la voluntad se da a sí misma siguiendo la
orientación de la razón. Por categórico, aquello que tiene validez
universal o absoluta. Según Kant, toda acción moral debe estar regida por
este tipo de imperativos. El imperativo es formal, vacío
de contenido, no te dice qué es lo que tienes que hacer, sino qué forma
debe tener la regla o máxima de tu acción para que sea universalmente válida.
La máxima sería el contenido o la concreción que
cada uno hace del imperativo categórico. A continuación pasaremos a enunciar
dos de las formulaciones diferentes que hace Kant del imperativo categórico:
1ª fórmula: "Obra
sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley
universal"
2ª fórmula: "Obra
de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de
cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente
como un medio"
Como hemos dicho anteriormente,
Kant no pretende decir cómo se tiene que actuar, porque si lo
dijera su propuesta moral ya no sería ni autónoma, sino
heterónoma, ni formal, sino material. El imperativo categórico es el requisito
formal al que debería acogerse todo sujeto moral para que sus acciones
puedan ser consideradas universalmente válidas.
La voluntad, según Kant, ha
de ser autónoma: libre de inclinaciones (deseos, afectos o caprichos) y
movida por imperativos, o mandatos categóricos, que es lo mismo
que decir de validez universal y necesaria.
Los principales filósofos utilitaristas son Jeremy
Bentham (XVIII-XIX) y John Stuart Mill (XX). Son utilitaristas
porque sostienen que el criterio que determina la felicidad y la finalidad de
las acciones morales es el de utilidad.
Ambos aceptan que la finalidad de la vida
humana es alcanzar la felicidad, y esta consiste en la búsqueda del
placer y la huida del dolor, tal como afirma el hedonismo. La diferencia
con el hedonismo, es que los utilitaristas no son individualistas.
Parten de considerar a los seres humanos, no sólo como individuos aislados,
sino como miembros de una sociedad, de tal modo que la felicidad ha
de entenderse como un bien colectivo, es decir, no podemos ser felices ni
estar bien si los que nos rodean no lo son.
El principio de felicidad establece que hay que
buscar la mayor felicidad posible para el mayor número de individuos. Y
la sabiduría consiste en procurar el interés general, no sólo el
propio, porque incluso el placer personal depende del placer de la mayoría.
Otro punto de contacto del utilitarismo con el
hedonismo de Epicuro es el procedimiento para elegir entre varias opciones, un
criterio que podríamos llamar "aritmético" y que consiste en
"calcular" la cantidad de placer y dolor que
pueden acarrear nuestras elecciones, de tal modo que elegiremos la
que mayor placer nos proporcione o el placer de mayor calidad (Mill). Por lo
tanto, la bondad o utilidad de nuestros actos dependen de las consecuencias
que tengan (ética consecuencialista)
Por último, el altruismo: la capacidad de preferir el
bien de la humanidad antes que el propio, es la virtud que según los
utilitaristas debería promover la educación.
Marx (s.
XIX) no habló específicamente de ética y la sitúa dentro de la ideología
que usa la clase dominante para perpetuarse en el poder.
La ideología es un
conjunto de ideas conscientes o inconscientes que impone la clase dominante
para perpetuarse en el poder y seguir oprimiendo a la clase trabajadora.
La ideología funciona porque la gente no se para a pensar en las creencias y
prejuicios que le han inculcado. Funciona porque no hay conciencia real
de lo que somos y nos sucede. La ideología viene determinada por la estructura
económica: el dinero y la propiedad lo que genera ese conjunto de ideas
falsas y manipuladoras que dividen la sociedad en dos clases: opresores y
oprimidos.
La ideología y la economía
son la principal causa de lo que Marx llama alienación. Estar alienado
significa ser heterónomo tanto en lo relativo a las ideas, a los actos,
como al producto del propio trabajo. ¿Por qué el hombre está alienado?
porque la verdadera dignidad del hombre la produce el trabajo con el que
transforma la naturaleza. Pero el fruto del trabajo no le pertenece y se le
priva, así, de sí mismo. En vez de ser un hombre, se transforma en un
producto que se vende en el mercado como fuerza de trabajo. Al conformarse
o no darse cuenta de su condición de explotado, su vida deja de estar en sus
manos, se convierte en una marioneta sin pensamiento y decisiones propias. En
vez de ser él mismo, es otro ("alio"=otro), no es más que lo que los
explotadores quieren que sea.
También la religión es
una parte de la ideología al servicio del poder. Las religiones predican la
obediencia, la humildad y la resignación, a cambio ofrecen la salvación en la
otra vida. Como consecuencia, según Marx, las personas no luchan por una vida
mejor, se conforman. Frases como “Bienaventurados los pobres, porque de
ellos será el reino de los cielos” ocultan posiciones ideológicas
perjudiciales para el progreso , la igualdad y la libertad humanas.
La moral tampoco se
libra de esta crítica a la ideología y su poder alienante.
Pero Marx no se conforma
con la injusticia, cree que es necesario actuar para transformar las
condiciones de vida de la mayoría de la humanidad. La Filosofía, dice en su
célebre Tesis XI sobre Feuerbach, había explicado el mundo, ahora el
deber es transformarlo. La tarea principal de los explotados es la Praxis
Revolucionaria, la actuación transformadora de la realidad. En ese sentido
se puede hablar de ética marxista.
En resumen la moral de Marx es una moral revolucionaria,
transformadora de la realidad social y firmemente optimista: El sistema
capitalista terminará devorándose a sí mismo porque la competencia será cada
vez mayor, eso hará bajar los salarios y subir el paro hasta tal punto que su
funcionamiento se colapsará y surgirá la humanidad feliz, sin explotadores ni
explotados, los seres humanos conseguirán la libertad y la igualdad.
EXISTENCIALISMO
El existencialismo es una
corriente filosófica que aparece en el siglo XX en Europa en el periodo de
entreguerras (I y II Guerra Mundial). La falta de ideales y la desorientación
general y la falta de sentido vuelve a hacer necesario plantearse la cuestión:
¿Qué es el ser humano? ¿Cómo es posible que una especie que se dice inteligente
llegue a tan altos puntos de crueldad: tortura, guerra, holocausto? ¿Qué
responsabilidad tenemos sobre nuestros actos?
El existencialismo reivindica el papel de la libertad.
El hombre se sabe libre y no tiene más remedio que ser libre, es
obligatoriamente libre. Las personas, al vivir, van ejerciendo su libertad
en cada decisión y van construyendo su código ético. Así entendido, el hombre
es un proyecto que se va haciendo, que se va realizando y que se
define con lo que hace y decide hacer.
Para el filósofo francés Sartre,
la moral es una cuestión humana y Dios nada tiene que ver en eso. Quien
inventa los valores y los va creando es el mismo hombre. El valor máximo es,
pues, la libertad y, con ella, la idea de responsabilidad de los
propios actos, el compromiso con las propias decisiones. Pero ser libre cuesta,
es un trabajo duro y nos produce angustia porque sabemos que los únicos
responsables de nuestra vida somos nosotros mismos. Además, sabemos que
nuestras decisiones también le afectan a otros. Dice Sartre: “estamos
condenados a ser libres”, lo cual significa que debemos elegir qué tipo
de persona queremos ser y aceptar que nuestros actos tienen consecuencias y
debemos responder por ellos.
Sartre compaginará esta idea de libertad individual,
solitaria, con la necesidad de convivir con los demás. Por ello, afirma:
"mi libertad no es un fin en sí misma; lo que es un fin en sí mismo es la
libertad: la mía y la de los demás". Esto es así porque
cuando elijo no sólo me comprometo yo, comprometo conmigo a toda la
humanidad. Inevitablemente, los actos de mi existencia se convierten en
modelo de comportamiento para mí y para los demás.
El existencialismo considera que debemos ser auténticos
y coherentes, y no actuar de modo contrario al que pensamos. Critica la
falsedad y la hipocresia
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