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WITTGENSTEIN: NOCIONES Y TEMAS
TIPOS DE PROPOSICIONES
Proposiciones
con sentido: todas las que describen hechos, tanto
las que encontramos en la vida cotidiana como las que encontramos en las
ciencias naturales.
Oraciones que carecen de sentido, que no dicen
nada:
Pseudoproposiciones lógicas: las tautologías y las contradicciones son carentes
de sentido, pero no son sinsentidos; las leyes lógicas y matemáticas no
describen ningún acontecimiento real del mundo.
Pseudoproposiciones
filosóficas: no describen estados de cosas, no se refieren al mundo, por lo que carecen
de sentido; pero tampoco describen las estructuras formales del lenguaje; las
proposiciones filosóficas son sinsentidos. Wittgenstein considera que no
existen los problemas filosóficos, que son pseudoproblemas consecuencia de
confusiones lingüísticas; las proposiciones metafísicas no son ni verdaderas ni
falsas, son sinsentidos.
EL MUNDO
Wittgenstein afirma que el mundo es la totalidad de los hechos y que sólo de ellos es
posible hablar, el neopositivismo acepta esta idea y considera que nada hay
además de éste ámbito empírico; sin embargo, la posición de Wittgenstein es más
compleja.
En el mundo no hay otra cosa que hechos, y los
problemas a los que éstos pueden dar lugar atañen
sólo a cuestiones empíricas, por lo tanto a las ciencias.
LO MÍSTICO
Lo
místico aparece ante la contemplación del mundo como un todo; “No es lo místico cómo sea el mundo, sino que
sea el mundo.” (“Tractatus”, 6.44). “Sentir el mundo como un todo
limitado es lo místico.” ("Tractatus", 6.45). La experiencia
mística no es una experiencia cognoscitiva sino un sentimiento: el
objeto del sentimiento místico no se ofrece en el mundo, no es un hecho y sólo
de los hechos cabe el conocimiento; sin embargo, hay otras formas de
relacionarse con lo existente, y, aunque Wittgenstein no explica en qué
consiste, sugiere que está del lado de los sentimientos: “Sentir el mundo como
un todo limitado es lo místico” (“Tractatus”, 6.45); esta experiencia es
inefable, no se puede decir, pues está más allá de los límites del lenguaje:
“¿No es ésta la razón de que los hombres que han llegado a ver claro el sentido
de la vida, después de mucho dudar, no sepan decir en qué consiste este
sentido?” (“Tractatus”, 6.521); de ahí la recomendación última del
Tractatus (7) “De lo que no se puede hablar, mejor es callarse”. “Creer en un
Dios quiere decir comprender el sentido de la vida. Creer en un Dios quiere
decir ver que con los hechos del mundo no basta. Creer en Dios quiere decir ver
que la vida tiene un sentido.” (“Diario filosófico”, 8.7.16).
LOS VALORES MORALES
Los
valores morales no se pueden describir con
enunciados empíricos: el valor no es un rasgo más de las cosas, no es una
realidad empírica, de ahí que todas las proposiciones relativas al mundo, a los
hechos valgan lo mismo. Sin embargo la posición de Wittgenstein es más compleja
que la de Hume. Del mundo moral y estético no se puede hablar, sin embargo existe
dicho mundo y se muestra en nuestra vida.
Nociones Decir y mostrar.
La Realidad: es el ámbito de lo que se puede hablar, el conjunto de hechos posibles
a los que corresponden el conjunto de proposiciones con sentido; está formada
por el conjunto de cosas existentes más el conjunto de cosas inexistentes pero
posibles.
El Mundo: es una parte de la realidad; el conjunto de cosas existentes, la
realidad actual; le corresponde el conjunto de proposiciones elementales
verdaderas. Wittgenstein llama “mundo” al conjunto de hechos que acaecen.
Los
hechos: son realidades complejas y a ellos se
refieren las proposiciones complejas; constan de hechos atómicos;los
estados de cosas o hechos atómicos: son los acontecimientos que ya no
pueden dividirse en otros más simples, aunque en un cierto sentido se puede
decir que poseen una estructura pues constan de objetos y de relaciones
entre ellos; se expresan mediante las proposiciones atómicas.
Junto a un hecho puede estar presente
otro, pero no podemos decir que de un hecho se siga necesariamente otro, el
vínculo entre dos hechos es contingente, es así pero puede ser de otro
modo. Los hechos atómicos son lógicamente independientes: de la existencia de
un hecho no se puede deducir lógicamente la existencia de otro.
Los
objetos:
son los componentes últimos de la realidad, el lenguaje los expresa mediante
los nombres. Los objetos que existen y pueden existir y de los que
se puede hablar son objetos empíricos, objetos que se ofrecen a la
percepción y que estudia la ciencia empírica, la ciencia natural (ni Dios ni el
yo del que habla la filosofía o alma son objetos). El objeto no existe más que
en un hecho, y no es posible acceder a él de otra manera. " El mundo es la
totalidad de los hechos, no de las cosas" (1.1.). No podemos conocer
directamente a la "nieve" o a lo "blanco"; la
"nieve" se percibe a través de hechos como el "ser blanca",
o el "ser fría".
“Lo inexpresable, ciertamente, existe. Se muestra, es
lo místico” (6.522). Hay varias realidades de las que no se puede hablar:
La
estructura lógica del mundo: de ella no se puede hablar pero se muestra en el
lenguaje; la lógica está presente en todas las proposiciones,
pero no es dicha por ninguna de ellas. En este sentido: «La lógica es
trascendental» (Tractatus: § 6.13).
Parte de los
objetos tradicionales de la metafísica: el sujeto o yo metafísico, los valores morales y estéticos y lo místico,
Dios. Si intentamos expresar estos objetos mediante el lenguaje obtenemos
proposiciones sinsentido. Wittgenstein nos dice que el lenguaje y el
pensamiento no es el medio adecuado para acceder a ellas, pero no explica cómo
se nos hacen presentes.
Lenguaje y mundo.
La teoría figurativa o pictórica del significado nos
dice que nuestro lenguaje y nuestro pensamiento tienen sentido y referencia
porque son pinturas, figuras o representaciones de las cosas del mundo. Llamamos
“representación” a toda realidad que sustituye, imita o refleja a otra. Un
cuadro puede “representar” un paisaje, un mapa las calles de la ciudad, una
partitura la música...
Un cuadro, un mapa, una maqueta, una partitura, el
lenguaje escrito y nuestro pensamiento son representaciones isomórficas
(tienen la misma forma que lo representado), y tienen las siguientes
características: son realidades compuestas, constan de elementos; a cada
elemento representado corresponde un elemento en la representación; a las
relaciones que hay entre los elementos del hecho corresponden relaciones entre
los elementos de la representación.
La forma de
representación: es el peculiar modo que tiene una figura de
representar la realidad: un cuadro representa la realidad de un modo distinto
que una escultura. Y en función de la forma de representación la figura podrá
expresar o reflejar distintos aspectos de la realidad: las pinturas conseguirán
reproducir los colores de la realidad, las maquetas reproducen las dimensiones
espaciales. La forma de representación expresa también la posibilidad de que
exista lo representado: una figura coloreada expresa la posibilidad de que
exista algo coloreado, etc.;
La proposición se define como aquél hecho que aspira a
dar una descripción verdadera de la realidad. Esta
concepción del lenguaje implica el olvido de otras funciones del lenguaje como
la de dar órdenes, perdonar, aconsejar, ... que Wittgenstein analizará en sus
escritos posteriores.
Wittgenstein mantiene que una proposición es una
representación isomórfica (Bild) de un hecho. Pero podemos preguntar ¿qué
rasgos de la realidad imita o reproduce dicha proposición?; no imita los
aspectos físicos del hecho, ni tampoco imita los aspectos geométricos de la
figura. En la medida en que se trata de una representación isomórfica, deben
estar presentes en ella tres condiciones:
Primera condición, ser una representación: la proposición “El círculo está dentro del rectángulo” es un hecho pero, a
diferencia de otros hechos que no remiten a nada, tiene la peculiaridad de
vincularnos con algo distinto de ella misma, de señalar uno o varios objetos y
describir alguno de los rasgos que les pertenecen; como una fotografía remite a
la persona retratada, la proposición remite al hecho descrito en ella, es
decir, es una representación y tiene una relación figurativa con el
hecho al que se refiere.
Segunda condición, tener el mismo número de elementos
que la realidad representada: podría parecer
que esta representación no cumple dicha condición pues aparentemente tiene más
elementos: la oración tiene seis palabras y la cosa representada tiene sólo
tres elementos (los objetos rectángulo, círculo y la relación “estar dentro
de”). Para solucionar esta dificultad Wittgenstein nos dice que toda
proposición tiene elementos esenciales y elementos accidentales; los
aspectos esenciales de la proposición son aquellos que se descubren tras un
análisis lógico de la misma, los aspectos accidentales son aquellas partes de la
proposición que no determinan el significado y dependen de las formas concretas
que cada lengua; el pensamiento presente en la oración anterior también se
podría expresar con la oración “círculo en rectángulo”, que desde el punto de
vista sintáctico no está bien construida pero que sin embargo recoge el
significado de la oración. El aspecto sintáctico no coincide con el aspecto
lógico de la oración, ocurre frecuentemente que el aspecto sintáctico oculta
el aspecto lógico.
El lenguaje ideal o logicamente perfecto sería
aquél que no nos engañase respecto de su forma lógica, aquél en el que cada
sentido fuese expresado por una palabra y cada palabra expresase un sentido.
Tercera condición, ser capaz de reproducir las relaciones
entre los elementos de la realidad representada: ¿qué imita la proposición?; ya se ha dicho que no imita los aspectos
físicos, ni los espaciales; Wittgenstein nos dice que imita o reproduce los
aspectos lógicos de la realidad; hay algo común entre los hechos y las
proposiciones y los pensamientos: la forma lógica. El mundo es lógico y
nuestro lenguaje y nuestro pensamiento también. La frase “el círculo está
dentro del número pi”, leída de un modo no metafórico, no tiene forma lógica
pues carece de sentido. Y en realidad no es una proposición, ni propiamente un
pensamiento. Que una proposición tenga una forma lógica quiere decir que los
sentidos presentes en ella son compatibles, que es posible articularlos de modo
que puedan referirse a un hecho. Por esto dice también Wittgenstein que la
forma lógica establece la posibilidad de un hecho, aunque no su realidad.
No es posible el hecho de estar un círculo dentro del número pi, pero sí es
posible que un círculo esté dentro de un rectángulo.
Una proposición puede ser verdadera o falsa, pero para
que lo sea primero debe tener sentido, debe tener una forma lógica; es
verdadera si existe realmente el hecho que era posible, y falsa si dicho hecho
no existe. Una figura representa una situación posible en el espacio lógico.
El espacio lógico es el conjunto de hechos lógicamente posibles. Este
espacio lógico queda delimitado por las leyes de la lógica. No todo lo que se
incluye en el espacio lógico es real.
Hay distintos géneros de formas figurativas
(espaciales, materiales, ...) y cada una representa la realidad a su manera,
recogiendo también aspectos de la realidad distintos, pero todas las formas
figurativas participan de un modo común de representación, la forma lógica “Toda figura es también una figura lógica (pero, al
contrario, v. g., no toda figura es espacial)”. Dado que la forma es
aquello en lo que coincide la representación y la realidad representada, y que
toda representación incluye como forma mínima la forma lógica, Wittgenstein
concluye que la forma lógica es también la forma de la realidad. Esto
quiere decir que la realidad tiene colores, dimensiones espaciales, formas,
pero también una estructura lógica.
Existe una estrecha relación entre el lenguaje y el
pensamiento. Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo. O
dicho de otra forma, los límites de la lógica son los límites del mundo. Los
límites del lenguaje coinciden con los límites del pensamiento: todo lo que
se puede pensar se puede decir, todo lo que se puede decir se puede pensar. Estas
afirmaciones son muy importantes porque se relacionan con el ámbito de cosas
que se pueden conocer. El lenguaje describe hechos, las proposiciones son
representaciones isomórficas de los hechos, de las cosas que acaecen, y puesto
que el pensamiento no puede ir más allá del lenguaje, el pensamiento sólo
puede referirse al mundo a los hechos. Este es el punto de vista del
empirismo: nuestro pensamiento está dirigido esencialmente al conocimiento de
la realidad empírica, todo lo que pueda estar fuera de ella ( Dios, el
alma,esencias, ...) son entidades de las que no se puede hablar, de las que no
se puede pensar.
Yo soy mi mundo. Es decir, el sujeto pensante no puede
ser concebido dentro del mundo –ni puede ser pensado, ni expresado- no existe.
Nada en el campo visual permite inferir que es visto por un ojo” (5.633). Por
eso, el sujeto es un concepto límite, es un límite del mundo.
La crítica del lenguaje metafísico.
Los problemas filosóficos son pseudoproblemas: los únicos problemas son aquellos que se refieren al
mundo empírico, por lo que pueden expresarse con precisión y solucionarse tarde
o temprano en el marco de las ciencias empíricas; las cuestiones tratadas por
los filósofos (el problema de la realidad exterior, de las relaciones
mente-cuerpo,...) no son problemas verdaderos, reales, son consecuencia de
confusiones lingüísticas: si hablo de la siguiente forma “la belleza es uno de
los anhelos más profundos del hombre”, “en el mundo la lucha entre el bien y el
mal es constante”, ... tenderé a pensar que debe existir algo así como “la
Belleza”, “el Bien”, “el Mal” como algo distinto a las bellezas concretas, las
acciones buenas o malas concretas, y concluiré, como Platón, que existe un
mundo fuera de éste en el que se sitúan las entidades citadas.
Los problemas filosóficos son irresolubles, no se
pueden solucionar mediante la experiencia, luego son pseudoproblemas; lo único
que cabe hacer con ellos es “disolverlos”, mostrar que son meras ilusiones
producto de confusiones lingüísticas.
En segundo lugar, las proposiciones filosóficas
carecen de sentido. Las únicas proposiciones legítimas son las analíticas
o tautologías y las empíricas: en el primer grupo se incluyen proposiciones
triviales del tipo “los madrileños son los que han nacido en Madrid”, y también
las de la lógica y de la matemática. En el segundo grupo se incluyen los
enunciados de la vida corriente del tipo “hoy está nublado” y todos los de las
ciencias empíricas.
No existen proposiciones "filosóficas" en la
forma en que existen proposiciones "científicas". La filosofía
analiza el contenido de las proposiciones de otras disciplinas. Wittgenstein
rechaza la idea de un metalenguaje, los enunciados de la filosofía no son
metaenunciados, son únicamente pseudoproposiciones, sinsentidos
(“unsinnig”). Hace uso de términos carentes de significado; pero emplea también
palabras comunes en usos que no son posibles. Utiliza palabras comunes sin
reasignarles un significado que convenga a su nuevo contexto de uso. La filosofía, cae en la trampa del lenguaje ordinario y es ciega a la
estructura real del pensamiento. Se apega a la gramática natural y no ve la
gramática lógica de las palabras. Conduce a absurdos.
Las críticas anteriores a la filosofía tradicional no
implican que no pueda existir una forma correcta de hacer filosofía: el
“Tractatus” de Wittgenstein es un libro de filosofía.
La filosofía (incluido el Tractatus) no puede ampliar nuestro conocimiento sobre la realidad,
pues la única realidad es la empírica y de ella solo cabe el conocimiento
empírico, el científico. La filosofía puede responder a dos preguntas: ¿qué se
puede conocer? y ¿cómo se puede conocer lo que se puede conocer?; la respuesta
de Wittgenstein a estas preguntas es la típicamente empirista: se puede
conocer el mundo de los hechos o mundo empírico; y se puede conocer como la
ciencia natural conoce: mediante el recurso a la experiencia (mediante la
percepción).
A estas ideas, que coinciden con las de Hume, se añade
la del sentido: el límite de lo que se puede conocer es el límite del
sentido, por lo tanto el mundo empírico es el ámbito de la realidad con
sentido y el ámbito de lo que se puede pensar y se puede expresar mediante el
lenguaje. Wittgenstein resume la única tarea legítima de la filosofía de
este modo: “El objeto de la filosofía es la
aclaración lógica del pensamiento. Filosofía no es una teoría, sino una
actividad. Una obra filosófica consiste esencialmente en aclaraciones. “La
filosofía debe clarificar y delimitar nítidamente los pensamientos, que de otro
modo son, por así decirlo, turbios y borrosos”. (Tractatus, 4.112). “Debe delimitar lo pensable y con ello lo
impensable.” (Tractatus,
4.114). “Toda la filosofía es “crítica del lenguaje.” (Tractatus, 4.0031).
La actitud de Wittgenstein es diferente a la de los
filósofos neopositivistas; no es hostil a los temas de la filosofía. Es
una actitud parecida a la kantiana: existen los objetos de la metafísica, pero
no se pueden conocer: existe lo místico (Dios), el sujeto metafísico, los
valores morales y estéticos pero están más allá de lo que se puede decir. “Sobre lo que no se puede hablar, se debe guardar
silencio.” (Tractatus, 7). Aunque
lo místico no se puede demostrar ni describir con el lenguaje, existe y se
muestra: “Hay, ciertamente, lo inexpresable, lo que se muestra a sí
mismo; esto es lo místico” (Tractatus,
6.522). A diferencia de Kant, Wittgenstein no establece un vinculo con
lo metafísico (para Kant era la conducta moral).
La filosofía no se limita a exponer los
sinsentidos, sino que es sobre todo la actividad que delimita el sentido del
sinsentido. Es ella la que determina lo que, en el ámbito de lo pensable, puede
decirse. Tiene entonces un papel crucial en la perspectiva del Tractatus.
Plantea las condiciones del discurso sensato y del discurso insensato. Su
utilidad más allá de eso no queda clara. La filosofía podría o bien detenerse
habiendo realizado la demarcación, o bien continuar en su papel regulador.
En las Investigaciones
filosóficas, Wittgenstein sostiene que el significado de las palabras y
el sentido de las proposiciones está en su función, su uso en el lenguaje.
Preguntar por el significado de una palabra o por el sentido de una proposición
equivale a preguntar cómo se usa. Por otra parte, puesto que dichos usos son
muchos, el criterio para determinar el uso correcto de una palabra o de una
proposición estará determinado por su contexto, que siempre será un reflejo de
la forma de vida de los hablantes. Dicho contexto recibe el nombre de juego de
lenguaje. Estos juegos de lenguaje no comparten una esencia común sino que
mantienen un parecido de familia. Una proposición será absurda si se usa fuera
del juego de lenguaje que le es propio.
Una tesis fundamental de las Investigaciones es la
imposibilidad del lenguaje privado. Para Wittgenstein, un lenguaje es un
conglomerado de juegos, los cuales tienen sus propias reglas. El asunto está en
comprender que estas reglas no pueden ser privadas. La razón está en que el
único criterio para saber que seguimos correctamente la regla está en el uso
habitual de una comunidad: si me pierdo en una isla desierta, y establezco un
juego para entretenerme, al día siguiente no puedo estar seguro de si cumplo
las mismas reglas que el día anterior, pues bien podría fallarme la memoria o
haber enloquecido. Lo mismo ocurre con los juegos de lenguaje: pertenecen a una
colectividad y nunca a un individuo sólo.
El significado de la palabra "dolor" es conocido
por todos, sin embargo, yo no puedo saber si llamas "dolor" a lo
mismo que yo, ya que yo no puedo experimentar tu dolor, sino solamente el mío.
Esto lleva a Wittgenstein a comprender que el uso de la palabra
"dolor" viene asociado a otra serie de actitudes y comportamientos
(quejas, gestos o caras de dolor, etc.) y que sólo en base a ello terminamos
por asociar la palabra "dolor" a eso que sentimos privadamente.
Por otro lado, desde esta misma óptica,
los llamados "problemas filosóficos" no son en realidad problemas,
sino perplejidades. Cuando hacemos filosofía, nos enredamos en un juego de
lenguaje cuyas reglas no están determinadas, ya que es la propia filosofía la
que pretende establecer esas reglas; es una suerte de círculo vicioso. De ahí
que la misión de la filosofía sea, para Wittgenstein, luchar contra el
"embrujamiento" de nuestra inteligencia por el lenguaje. Una persona
intentando resolver un problema filosófico se parece a un hombre en una
habitación de la que quiere salir y no sabe cómo, o a una mosca encerrada en
una botella. Wittgenstein ayuda a aquellos que están obsesionados por los
problemas filosóficos a que alcancen completa claridad, de forma que
desaparezca su inquietud.
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